1. Trouvaille

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Vivir en un orfanato no había sido fácil

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Vivir en un orfanato no había sido fácil.

Desde pequeña pensé que este era mi hogar y que tenía muchos hermanos, pero a medida que iba creciendo me daba cuenta que ellos cada año se iban y yo me quedaba aquí.

¿Por qué todos se iban y yo me quedaba?

La verdad diría que no entendía por qué mis padres me habían dejado, pero no podía decir eso si no sabía ni si quiera quienes eran. Al parecer a penas nací me habían abandonado, por lo que supongo que no sabía lo que era un verdadero hogar o más bien, tener una familia.

No quería sonar mal agradecida, tenía un techo, una cama y una comida pero las tías que estaban acá, cada año eran diferentes por lo que cuando ya te encariñabas con una, se iban. Al principio pensé que tenía que ver conmigo, es decir, persona con la que establecía un vínculo y la quería, me terminaba abandonando, luego entendí que no importa si me importara o no esa persona, igual me iba a dejar sola.

Seis años en un orfanato y no sabía cuánto tiempo iba a seguir acá.

Salir se había convertido en un deseo de navidad y cumpleaños, ahora ni si quiera es necesario pedir algo que jamás va a ocurrir.

De todas formas ¿A dónde iba a ir si nadie no tenía a dónde?

Últimamente estaba bastante aburrida y desesperanzada, solo me dedicaba a mirar a los otros y a mi alrededor con la esperanza de que algo nuevo pasara hasta que pasó. Noto como una mujer ingresa junto  a la directora del orfanato, su mirada está apagada pero aún así sonríe levemente, es muy bonita y está bien vestida, sin embargo, pareciera que está triste.

Reconozco la tristeza en las personas porque es lo que yo siento siempre.

Mi primer instinto es querer acercarme, ella transmite tanta confianza y tranquilidad que me causa curiosidad.

¿Qué hace en un orfanato?

Veo como asiente ante las palabras de la directora mientras su mirada curiosa divaga por el lugar hasta que termina en mí, me siento nerviosa porque siento que me va a ignorar porque todos lo hacen pero ella solo me sonríe abiertamente y mueve su mano en forma de saludo, logrando que yo haga lo mismo. Algo en mí me dice que me debo seguirla y aunque creo que no debería hacerlo, lo termino haciendo.

— Acá hay muchos niños que no han podido ser adoptados por diferentes motivos, la más antigua tiene 6 años. — explica la directora de manera cuidadosa mientras yo me escondo detrás de los pilares.

— Eso es muy triste. — responde la chica suspirando tristemente. — Son horribles las leyes de adopción.

La directora asiente de acuerdo y ambas desaparecen hacia la oficina de ella, me encojo de hombro para dirigirme nuevamente hasta mi habitación.

No creía volver a verla.

Y eso era lo que realmente creía hasta que el otro día la volví a ver, y el siguiente y el siguiente; ella no hacía mucho, es decir, no venía a hacer a aseo o algo asociado con temas de trabajo, ella venía a estar con los niños y eso era sorprendente porque por su aspecto, la pobreza no estaba dentro de sus características.

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