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El método de concentración llevaba un mes con cuatro semanas, Jeon junto a su equipo llevaban viviendo en méxico todo este tiempo, los entrenamientos son duros, pero realmente necesarios para que el pelinegro mantuviera el cinturón en su poder.

La camioneta se frena y el coach sale, Jungkook aparece tras la camioneta completamente sudado y agotado, coloca sus manos en su cintura mientras ve a Jake.

—Vas mejorando, Jeon. Ve adentro y descansa.

Jungkook asiente mientras chorros de sudor descienden sobre su rostro y luego resbalan en su cuello y se impregnan en su empapada camiseta deportiva.

—Jake, dice que has mejorado —habla la masajista.

—Sí, eso es lo que dice —balbucea, agotado Jeon. —Voy adentro —agrega, señalando el interior de la cabaña.

—Si necesitas un mensaje puedes decirmelo —le recuerda la chica.

—Sí, gracias Amy.

Jeon entra a la cabaña, al llegar a la habitación se deshace de su ropa sudada, la lanza al cesto de la ropa sucia y se coloca una toalla en su cintura. Cuando siente que el calor ha salido de su cuerpo se ducha, luego se viste y por último sale a la sala y toma asiento en la silla mientras Amy se acerca a él.

—¿Listo, campeón?

Jungkook asiente y luego la chica posa sus manos sobre los hombros del pelinegro, empezando con una sesión de masaje, los minutos pasan y de repente el celular suena. Amy detiene el masaje y va por el aparato electrónico y se lo entrega al pelinegro.

—Guarda silencio y aléjate de mí —escucha la voz de Jimin al atender la video llamada.

—Gracias, Amy —musita Jeon, deteniendo el masaje  mientras se pone en pie.

—¡Llegó la cena! —exclama su médico.

—Dame un segundo —le pide el pelinegro al castaño.

Jeon coge la bandeja con su nombre y luego se aleja de todos y en silencio entra a su habitación una vez más, cierra la puerta y luego toma asiento en la cama.

—¿Dónde estás? —indaga Jeon al ver algunas luces neón reflejarse en la pared detrás de Jimin.

—En una fiesta, una de las hijas de una socia de papá está de cumpleaños —contesta con confianza.

—La hija de una socia —parlotea casi sin creerlo, Jungkook—. Eso suena extraño.

—Oye, no tengo porque mentirte. Estoy siendo sincero —réplica a la defensiva Jimin, luego de escuchar el tono de voz de Jungkook—. ¿Cómo te fue en el entrenamiento? 

—Bien, no vomité cuando termine de correr y Jake dice que he mejorado. ¿Amber te acompaña? 

—Eso es genial, supongo que tu resistencia mejorará si ya no vomitas al terminar de correr —menciona el castaño y luego responde—. Sí, Amber está en la pista de baile con papá.

—Te ves bien —lo elogia Jungkook.

Jimin sonríe bajo el velo de las luces de neón y sonrojado, pero seguro dice—. Lo sé, gracias.

—¿Te veré en Alemania, verdad? —lo cuestiona Jeon.

—Sabes que sí. Pero prométeme que no dejarás que te golpeen demasiado.

—Haré lo que sea para noquearlo, cariño —asevera el pelinegro.

Ambos se miran a través de la pantalla de los celulares y sonríen al mismo tiempo, hasta que Jungkook ve como un chico rubio abraza por la espalda a Jimin y le habla de manera cariñosa en susurros en su oído derecho.

ÉliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora