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Tres adolescentes se dirigían a la finca de la tan adorada -y extraña- pareja que formaban el ex pilar del agua y el de la serpiente

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Tres adolescentes se dirigían a la finca de la tan adorada -y extraña- pareja que formaban el ex pilar del agua y el de la serpiente.

—No creo que sea muy buena idea ir... — Dijo entre susurros el Rubió.

—¡Vamos, Zenitsu! No creo que vuelva a pasar lo de la otra vez. Siempre y cuando no lo vuelvas a hacer... — Susurro lo último.

—¿Qué pasó la otra vez? — Ahora, con calma, había hablado el azabache de puntas azules.

Tanjiro y Zenitsu detuvieron su caminata, el rubio viendo con nervios al ojiverde.

—Verás...

~

Tanjiro, Inosuke y Zenitsu se encontraban almorzando en el hogar de los Iguro. El mayor del hogar los había invitado debido a que hace bastante no veía a los tres.

—¿Quieren algo en especial para comer? Haré lo que quieran. — Dijo con una sonrisa de oreja a oreja el ojiazul.

Todo lo contrario a su esposo.
Quien rogaba, rezaba y anhelaba que esas tres garrapatas dejaran de estar pegadas al amor de su vida.

Porque sí, los tres adolescentes eran muy cercanos a Giyuu.

Y eso no podía causar nada más que celos en el heterocromatico.

—Tororo Kombu!— Pidió el Rubió.

Sí, quizás a Obanai no le caía tan mal ese.

[...]

Si bien Giyuu no era una mujer, no dejaba de tener pechonalidad debido al entrenamiento que había hecho durante años. Los músculos se ejercitan después de todo, ¿no?

El Agatsuma corrió detrás de Giyuu, abrazandolo por detrás y accidentalmente apretando su pecho.

El ojiazul no pensó mal eso, después de todo era un niño cercano a él que le gustaban los abrazos.

Claramente su pareja no pensaba igual.

Obanai directamente le había lanzado un cuchillo en el rostro a Zenitsu.

—¡Quita tus mugrosas manos de mi esposo! ¡Puberto de mierda!

Sí...

Esa sería una escena que Inosuke se perdió y Tanjiro jamás olvidaría.

Y quizás, el heterocromatico odiaba y detestaba a la garrapata rubia.
~

—Eres un asqueroso, Zenitsu. — El desagrado se notó en la voz del azabache.

—¡Nooo! No fue con esa intención! — Sollozo, tapando su rostro.

—¿Paso algo? — Detrás de ellos apareció el famoso ex pilar del agua, siendo acompañado de su pareja.

—Giyuu vámonos... — Sostenía la (única) mano del ojiazul, rezando irse de una vez por todas y aguantar sus ganas de matar al Rubió. — Amor vámonos

Pero rápidamente supo que no sería así cuando el más alto volteo a verlo, con una sonrisa en el rostro pero una vena palpitante en la frente.

Igual a Kocho. Pensó el de ojos bicolor.

—No paso nada, Giyuu-san! — El peliburdeo finalmente se había atrevido a decir algo mientras palmeaba el hombro del Agatsuma.

—Esta bien... — Volvió a verlos, ahora con su expresión más relajada. Soltó la mano de su esposo y acarició el cabello del rubio, acercándose al oído de este. — Si es por lo del otro día esta bien, ya converse con Oba. ¿Sí? Todo fue un accidente y esta bien.

—Mentira. No está bien, te vuelvo a ver con las manos encima de Giyuu y-

Ah, hablo de más.

Nuevamente dormiría en el patio.

Junto al mugroso perro que adoptó.

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Veinticinco | ObagiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora