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Acariciaba el cabello de su esposo mientras comía cerezas

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Acariciaba el cabello de su esposo mientras comía cerezas.

—Oba.

—¿Dime?

—Sí algún día desaparezco, ¿qué creerias que pasó?

—Que te aburriste de mí y te fuiste.

La sinceridad se notaba en su voz.

Después de todo, Obanai se sentía indigno de poder permanecer al lado de alguien tan dulce como Giyuu.

No sentía que merecía tan buenos tratos de él después de todo lo dijo sobre el ojiazul.

El mayor suspiro, palmeando la cabeza de su esposo.

—Jamás me podría aburrir de ti, amor. — Le daba vergüenza los apodos cariñosos, pero, sabía que a Iguro le gustaban. Por lo tanto se esforzaria en eso. — No eres perfecto. Pero eso jamás indicaría que eres alguien terrible. — Sonrió. — Lo que quiero decir es que te amo y yo sé perfectamente que eso no cambiará, Oba. Quizás tengamos nuestros malos momentos, discusiones o alejamientos repentinos. Pero eso no significará que te deje de amar o que me aburri de ti, eso nunca, ni en cien años pasaría.

«Cien años. Como si pudiéramos llegar más haya de los veinticinco.»

Se acurruco entre las piernas del ojiazul, cerrando los ojos y quitándose las vendas del rostro.

—Te amo, Giyuu.

—Te amo más, Obanai.

—Gracias... Gracias por estar conmigo.

—No tienes que agradecer eso, amor. Está bien así.
Te adoro.

 Te adoro

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Veinticinco | ObagiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora