capítulo 1

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Pasaron varias semanas sin que ocurriese nada nuevo más allá que algún otro golpe para Daniel. Todavía lograba sobrevivir a pesar de ser el blanco fijo al que toda su clase gracias a su pequeño grupo de amigos, quienes lograban levantarle aunque sea un poco el ánimo. Un día de estos, mientras Daniel caminaba hasta su aula, se chocó con otro chico que mínimamente le sacaba una cabeza de altura. Era uno de quinto, pero de otra división, se llamaba Martín y era alguien no muy difícil de olvidar, puesto que era el único en todo el colegio que siempre tenía puesto un cubrebocas que le tapaba la cara hasta la nariz. Ambos se miraron fijamente por unos segundos, con miedo por un lado y con un posible odio interno por el otro, o al menos eso era lo que Daniel interpretaba. Rápidamente Martín miró por detrás del otro chico y de un momento a lo levantó para dejarlo con fuerza contra la pared. Acercó la cara y ahora en una forma mucho más notoria, lo miró con odio.

—¿Qué carajo te pasa, enano? ¿Querés que te cague a trompadas como lo hice la semana pasada?

Apretó el agarre de la camisa y apoyó con fuerza sus puños contra el pecho de Daniel, a lo que esté intentó quitarlo inútilmente. Empezó a pedirle entre súplicas que lo baje y comenzó a tocar tanto las manos como el pecho de Martín con desesperación, buscando la forma de salir lo más rápido posible de esa situación tan horrible. Pasaron solo unos segundos y al lado de ellos pasaron caminando Valen junto a Álvaro, apenas notaron lo que estaba ocurriendo y siguieron de largo. Una vez que se fueron, Martín bajó a Daniel de golpe y se fue con ellos algo nervioso y posiblemente avergonzado. El chico se quedó procesando toda la situación a la vez que se acomodaba la ropa. Estaba confundido, no entendía absolutamente nada de lo que acababa de ocurrir pero se sentía aliviado de no haber recibido ningún golpe y más siendo apenas las siete de la mañana. Entró a su salón con normalidad y vio las mismas caras de siempre que lo analizaban detenidamente con distintos e infinitos motivos posibles que no serían ni en su totalidad para hacerle el bien. Hizo lo posible por ignorarlos y empezó a hacer garabatos de mapas que de a poco dejaban de ser simples líneas a ser firmes rectas hechas con regla y lapicera, porque uno de los gustos que tenía Daniel era el de hacer planos de islas o territorios imaginarios sin propósito alguno, era algo que lo entretenía y mantenida distraído de todo lo que ocurriese afuera. Pero se detuvo solo cuando notó que uno de sus compañeros, Matías, estaba cerca suyo viéndolo con detenimiento, solo para volver a su lugar y comentarle algo de forma muy discreta a uno de quien parecía ser su más cercano amigo, alguien que de forma muy lenta puso sus ojos sobre Daniel. Que Levi lo mirase con esa cara que siempre te dejaba en claro el poco interés que tiene en alguien, provocaba una sensación extraña en él, una intimidación que no terminaba de crearse por completo. Verdaderamente se interesaba en hablarle y poder preguntarle si realmente lo odiaba por alguna razón no necesariamente justificable o si esa era su cara de todos los días, y si fuese así, ¿Por qué la tenía? Intentó despegar su mirada de él y continuó con lo suyo hasta que se diese por comenzada la clase.
  Durante el recreo siguió dibujando cosas al azar en la mesa donde estaba sentado mientras oía a sus amigos debatir sobre cosas como, si va primero la leche y después el cereal o si hay que cambiarse en la pieza después de la ducha o en el mismo baño. Si él era realmente honesto, no estaba prestando atención, seguía pensando en la mirada de Levi y el por qué estaba viéndolo específicamente a él. Sentía una sensación nueva pero muy desconocida, no terminaba de entender las cosas, no sabía si sentirse inseguro o preocupado.
Sintió como una mano se le apoyaba de manera firme en su hombro, lo que le provocó un leve salto por el susto. Se giró despacio y vio a Matías atrás suyo, esperando alguna respuesta de parte de Daniel, cuál nunca llegó porque ya tenía miedo de hablar con sus propios compañeros.

—Necesito que vengas conmigo, queremos proponerte algo, así que levantate y vamos, ya. –Le dijo en un tono firme y algo estructurado mientras le daba la órden.–

Último año escolar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora