1.- Una maratón empieza por el primer paso.

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???: Aún no entiendo cómo me convenciste de hacer esto.

¡Vamos, Martín, sólo hazlo, será divertido! Sólo pon voz de narrador y di lo que te dije.

Narrador/Martín: Está bien, ya no es que tenga otra opción.  ¡Es una fría mañana de primavera en el Gimnasio de Ciudad Petalburgo! (Arceus, que envidia). Y, en este momento, un niño está protagonizando una escena de acción muy emocionante.

Rondaban las cinco de la madrugada y, haciendo uso de una Cuerda Huida, un niño, de diez años de edad recién cumplidos, cabello negro, playera verde y lentes de fondo de botella estaba descendiendo de la ventana de su habitación: estaba escapando de su casa.

???: Ya no aguanto este lugar, me iré e iniciaré mi propio viaje Pokemón.

El niño no tenía demasiado cuidado en mantener el sigilo, ya sea porque sus papás dormían como si fueran Slaking, o porque no tenía esa habilidad. Poco a poco, se acercaba al suelo, hasta que fue libre.

???: ¡Al fin! ¡Soy libre! (dijo, derrochando dicha) No volveré por aquí en un tiempo.

Si bien era normal que los niños se independicen e inicien su viaje Pokemón a los diez años, se supone que se debe hacer con cierta ceremonia, a la cual, si uno llega tarde, tendrá problemas para iniciar su viaje. Dicha ceremonia se llevaba a cabo al principio del verano, para dar a los entrenadores novatos doce meses para entrenar hasta la siguiente liga Pokemón, por ende había una sobrepoblación de entrenadores mediocres, como cazabichos, en la temporada estival.
Durante la primavera sólo los mejores y más comprometidos seguían con su viaje, y eso era exactamente lo que un niño arrogante e inteligente como nuestro protagonista quería.

Al fin, nuestro héroe había logrado fugarse de la fortaleza de su casa, y pudo respirar tranquilo. Su sueño se había cumplido, era libre. Se acercó al Lago de Petalburgo, que estaba al lado de su casa, para escapar en dirección al este, pero tuvo la suerte de que esa madrugada estaba en calma, tanto como un espejo, y se vio a si mismo. Él se detuvo un momento para pensar en lo que había hecho: ya no podría volver a ver a sus padres y a su hermana a los ojos, extrañaría la deliciosa comida de su madre, el ver las batallas de su padre por la tarde para aprender, la esperanza de reencontrarse con su hermana perdida...

Después de escapar por la ventana trasera del Gimnasio tipo Normal, nuestro héroe se dirigió rápidamente a la ruta 102, para así llegar al Laboratorio del Profesor Birch lo más pronto posible, sin darse cuenta de que una sombra lo iba siguiendo.

???: Vaya, está muy obscuro aquí. ¡N-no tengo miedo! ¿Oyeron?

Él era un novato en la ruta, y desconocía muchas cosas, como la abundancia de Pokemón salvajes. Afortunadamente para él, se veía muy inocente y débil, así que se adentró mucho sin contratiempos. Pero los tipo siniestro salvajes no tienen honor, y tuvo la mala suerte de encontrarse, justo al final de la ruta, con un Poochyena salvaje que le cortó el paso.

???: ¡Es un Poochyena! Piensa, piensa, ¿cómo salgo de esta?

El Pokemón Mordisco se preparaba para ejecutar su movimiento homónimo cuando, para fortuna del Petalburgués, un Ralts salvaje apareció entre los dos, protegiendo al niño.

???: ¡Un Ralts! ¡Qué suerte! Mi nombre es Max. ¿Me puedes ayudar, amigo?

Ralts: Ral, ral-lts.

Max: Está bien. ¡Usa Confusión!

Los ojos de Ralts se iluminaron y lanzó una onda morada en forma de círculos que impactó en el tipo siniestro, haciéndole algo de daño.

El Heredero del Héroe - PokemónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora