«2»

175 13 0
                                    

La atmósfera en el infierno estaba cargada de anticipación. En las semanas transcurridas desde nuestro primer encuentro, habíamos trabajado incansablemente, tejiendo una red de información y aliándonos con aquellos demonios descontentos con el estado actual de las cosas. 

Acendiste al rango de uno de los Overlords más poderosos del infierno, mientras yo me hundía. Sabía que estando a tu lado cerca tuyo algún día lograría ser igual de conocido que tu.

Los días se sucedían en una mezcla de sombras y fuego, mientras nuestro poder crecía y nuestra influencia se extendía. Nos movíamos con sigilo, trazando cada paso con precisión milimétrica. La búsqueda de la reliquia se convirtió en nuestra obsesión, y nuestras intrigas se desplegaban como una telaraña por todo el inframundo.Un día, mientras repasábamos nuestros planes en una oscura cámara subterránea, uno de nuestros espías irrumpió con noticias urgentes. Su rostro, pálido y sudoroso, reflejaba la gravedad de la información que traía.

—Mis señores, hemos localizado la reliquia. Está  custodiada por un guardián poderoso.

Nos miramos, una chispa de determinación brillando en nuestros ojos. Un lugar de leyendas y peligros inimaginables, albergaba nuestro destino. Sabíamos que no sería una tarea fácil, pero la promesa de un poder absoluto nos impulsaba a seguir adelante.

—Yo iré, volveré pronto para acá– Sonreíste.

Sabía que no debía confiar en nadie pero lo hice contigo, te dejé ir con ese hombre que te guío hasta el lugar donde se encontraba nuestro objetivo.

La espera se hizo interminable, cada segundo arrastrándose con la pesadez de la incertidumbre. Las sombras danzaban en las paredes de la cámara subterránea, reflejando el torbellino de pensamientos en mi mente. Alastor no había regresado, y mi preocupación crecía con cada momento que pasaba.

Finalmente, no pude soportarlo más. Me levanté, decidido a seguir su rastro. No podía quedarme allí, inactivo, mientras él se enfrentaba a quién sabe qué peligros. Reuní a un pequeño grupo de nuestros más leales seguidores y partimos hacia el lugar que nuestro espía había indicado.

El viaje fue largo y arduo, atravesando terrenos hostiles y enfrentándonos a criaturas que parecían surgir de las mismas entrañas del infierno. Pero nada nos detenía. La determinación de encontrar a Alastor y reclamar la reliquia era más fuerte que cualquier obstáculo que encontráramos en nuestro camino.

Llegamos a aquel lugar donde supuestamente se encontraba lo que tanto deseábamos ambos. No encontramos nada, ni a nadie, te habías ido, me habías traicionado.

El aire olía a ceniza y traición. No podía creerlo. La reliquia que habíamos buscado con tanto ahínco no estaba allí, y lo peor de todo, tú, mi compañero de intrigas y conspiraciones, habías desaparecido con ella sin dejar rastro.

La furia comenzó a hervir en mis venas. ¿Cómo podía haber sido tan ciego? Los demonios más leales que me habían acompañado murmuraban inquietos a mi alrededor, sus ojos reflejando tanto confusión como temor. Ellos también habían confiado en ti. ¿Qué significaba esto para nosotros?

Decidido a descubrir la verdad, volví sobre nuestros pasos, interrogando a todos los que habían estado cerca de ti en los últimos días. Cada respuesta era una pieza más en el rompecabezas de tu traición. Las pistas me llevaron a un antiguo templo, escondido en lo más profundo del inframundo, un lugar que ni siquiera sabíamos que existía.

Allí, en medio de una vasta sala de piedra iluminada por antorchas de fuego verde, te encontré. Sostenías la reliquia en tus manos, un artefacto que irradiaba un poder que jamás había sentido antes. No estabas solo. A tu lado, una figura envuelta en sombras idéntica a ti observaba con una sonrisa maliciosa.

—Sabía que vendrías —dijiste sin mirarme, tus ojos fijos en la reliquia.

La ira y la decepción me ahogaban, pero intenté mantener la calma. —¿Por qué, Alastor? ¿Por qué traicionar nuestra alianza?

Alastor se volvió hacia mí, su rostro endurecido por la determinación. —Porque el poder absoluto no se comparte, amigo mío.

—No, Alastor, no hagas esto—Me acerqué estirando la mano—Vuelve conmigo, únete una vez más a mi... Junto a los otros dos chicos haremos un gran clan.

Alastor rió, un sonido que resonó en las paredes del antiguo templo, mezclándose con el crepitar de las antorchas de fuego verde. La figura en sombras a su lado también dejó escapar una sonrisa , pero esta era más profunda, como si proviniera de las profundidades mismas del infierno.

—¿Un clan? —repitió Alastor con desdén—. ¿Acaso no entiendes? Ya no somos iguales. La reliquia me ha concedido un poder que nunca imaginaste. Ya no tengo que compartir nada contigo.

La traición ardía en mi pecho como un hierro candente, pero también sentía algo más: una determinación inquebrantable. No podía dejar que Alastor se quedara con todo el poder, no después de todo lo que habíamos pasado juntos.

—Sabes que Alastor! Por mi puedes irte a la mierda!

Me miraste con una sonrisa que parecía jo arrepentirse de nada. Pero yo si, salí de ahí,te dí la espalda y mi mente iba preguntándome porque dije eso. Jamás quise mal decirte, jamás quise decir esas cosas pero por el enojo salieron.

Me lastimaste Alastor. Pensé que teníamos una conexión y un alianza, te dí todo de mi, te ofrecí mi ayuda y cuando conseguiste lo que querías me dejaste, me abandonaste, me traicionaste.

Las palabras de Alastor resonaban en mi mente mientras me alejaba del antiguo templo. Cada paso que daba, cada respiración, era un recordatorio de la traición. Sentía un vacío en el pecho, una herida que no sabía si algún día sanaría.

Mis seguidores, aquellos leales que me habían acompañado en esta travesía, me rodearon en silencio, esperando mis órdenes. Sus ojos reflejaban la misma desilusión y rabia que sentía, pero también había en ellos una chispa de esperanza, una fe inquebrantable en nuestra misión.

Me detuve y miré a cada uno de ellos. Sabía que no podía rendirme. No después de todo lo que habíamos sacrificado. Alastor podía haberme traicionado, pero yo aún tenía una responsabilidad con aquellos que confiaban en mí.

—No podemos quedarnos aquí —dije, mi voz firme aunque el dolor amenazara con quebrarla—. Alastor ha elegido su camino, pero nosotros aún tenemos el nuestro. Regresaremos y prepararemos nuestra siguiente movida. No dejaré que su traición sea el fin de nuestra lucha.

Los demonios asintieron, sus expresiones endurecidas por la determinación. Comenzamos el viaje de regreso, cada uno perdido en sus pensamientos, pero unidos por un objetivo común: reclamar lo que era nuestro por derecho.

Al llegar a nuestra base, la actividad se reanudó de inmediato. Había mucho que hacer, planes que reformular, alianzas que reforzar. Me encerré en mi cámara, revisando cada detalle de nuestras estrategias, buscando cualquier señal que pudiera haberse pasado por alto.

Una noche, mientras estudiaba un mapa del inframundo, una idea comenzó a tomar forma en mi mente. Habíamos centrado toda nuestra atención en la reliquia y en Alastor, pero quizás había otros caminos hacia el poder, otros artefactos que podían equilibrar la balanza.

★¿Sólo El?★/Radiosilence/Appleradio/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora