Las calles pasaban rápidamente ante mis ojos mientras las miraba desde la ventana del autobús. Ya faltaba poco para que llegase a mi parada, tenía puestos los audífonos y no había mucha gente dentro. No estaba muy soleado ni hacía frío, y lo más importante, nadie parecía notar el leve sonido de mi pañal con cada movimiento que hacía. Durante todo el camino estuve con los nervios en punta porqué alguien se diera cuenta de mi inusual ropa interior y se mofara por eso, aunque el pañal no se notaba por mis jeans holgados no podía evitar sentir que era caricaturescamente grueso y cualquiera podría verlo a kilómetros. Pero nunca sucedió, me di cuenta que todos tienen vidas lo suficientemente ocupadas como para interesarse por un adolescente con incontinencia. Parecía que después de todo yo mismo hacía que las nubes ocultaran los rayos del sol.
Al dar los primeros pasos fuera del bus me detuve ante la inquietante imagen frente a mí; el centro comercial estaba cruzando la calle, la cual estaba repleta de gente caminando muy cerca entre sí. Todos los posibles escenarios donde yo era ridiculizado de la manera más cruel pasaron por mi cabeza en milisegundos, aunque me esforzaba por que mi rostro no mostrara sentimiento alguno. Maldije mi nombre por haber dejado que la emoción me llevase aquí, pero no podía dar media vuelta y huir cobardemente, no iba a dejar que mi imaginación fatalista pinte el cielo de gris otra vez. ¡Ya sabía que a nadie le importaba! ¿Por qué no podía entender eso?.
Tomé un largo suspiro y me cubrí con una armadura de valentía hecha de porcelana; me sentía ridículo mientras caminaba rápidamente a la entrada, avergonzado viendo que andaba como un pato por lo grueso del pañal.
Finalmente llegué hasta las grandes puertas de cristal, al cruzar por estas bajé mi velocidad y sonreí con victoria, ¡Lo había logrado!, tanto drama por nada.
Me sentía alentado, ningún fatídico escenario había ocurrido, el día sólo podía mejorar mientras controlara mi ansiedad.Mis pies iban mucho más despacio, mi cuerpo había dejado de temblar y podía respirar sin problema alguno, se sentía tan bien no estar al borde de un colapso.
Seguí todo el camino hasta el área del cinema, donde me repetía a mí mismo una y otra vez que no tenía que pensar que la desgracia no iba a parar de seguirme hasta que me asesinase. Nada malo iba a pasar por llevar puesto un pañal, nada tenía qué; eventualmente creí mis propias palabras.El destino fue gentil y no había mucha fila para comprar los boletos en ese momento.
Di algunos pasos hasta llegar detrás de las pocas personas que esperaban su turno, reprendiendo a mi mente para evitar pensar catastróficamente, aunque era difícil cada vez que una persona se formaba atrás mio o simplemente me miraba, tenía que tranquilizarme y no dejar que los pensamientos intrusivos me dominaran, seguí esforzándome por mantener la calma que sin darme cuenta ya estaba al frente de la fila.A pesar de que no me gustaban por ser un miedoso, me decidí por una de terror. Tenía la espectativa de llevar el pañal a su límite, sin mencionar que me daba muchísimo morbo imaginar la sensación de la calidez húmeda creciendo lentamente abrazando mi entrepierna, además que no tenía que perderme de nada por tener ganas de ir al baño.
Faltaba media hora para la función, y rápidamente llegó una idea intrusiva a mi cabeza... ¿Y si compro un chupón?. No era mala idea, hace tiempo que quería uno, pero nunca había tenido la oportunidad perfecta para hacerlo. Había una tienda cerca y no tenía excusa para ser un cobarde. Si me quedaba quieto para siempre jamás iba a ser feliz.Atravesé el corto camino hasta la pequeña tienda de artículos para bebés, ya no pensaba en dar la vuelta ni en ninguna desgracia persiguiendome, sólo me centré en lo mucho que disfrutaría con mi nueva compra, me moría de curiosidad por saber cómo se sentiría. Sin darme cuenta ya estaba rodeado de las paredes de colores suaves de la tienda. Antes hubiera estado aquí sólo para acompañar a mi madre a comprar algún regalo rodando los ojos, y ahora yo era quién iba a comprar un regalo para el bebé más hermoso de todos, yo.
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Principito (ABDL)
SpiritualAlonso, el chico que cualquiera querría ser, con los amigos perfectos, la novia perfecta y el rostro perfecto. ¿Por qué tendría algo por lo que llorar?