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Nayeon's pov

Durante meses intenté reprimir cualquier tipo de emoción, tratando desesperadamente de anular mis sentimientos, para sentirme vacía. Ese fue mi intento de seguir adelante, sin embargo no pude hacerlo.

Estaba desesperada. Con la muerte de Yeri, tuve que lidiar con numerosos problemas, que todavía me estaban asfixiando. Había intentado fortalecerme, resolver todos estos problemas con la cabeza fría, pero solo ahora me daba cuenta de que no era posible.

Ya no sabía qué hacer, sentía que no podía hacer nada bueno, sobre todo para mi hijo.

Key seguía teniendo ataques de pánico, y yo no podía manejar mis problemas, porque no salía de uno, y ya estaba en otro. No tenía tiempo para respirar, ni siquiera tenía tiempo para coger fuerzas para continuar.

Estaba cansada. Sentía que yo era la que tenía que escuchar, la que tenía que secar lagrimas y abrazar. Pero, ¿y a mí? A mí no me escuchaba nadie, ni siquiera mi mejor amiga, quién me juzgaba todo el tiempo sin entender todo lo que tenía que lidiar.

Sentía que hiciera lo que hiciera, iba a estar mal si venía de mí. Ni quiera podía cuidar de mi hijo, y sentía que lo había abandonado. Sentía que no estaba haciendo lo suficiente para apoyarlo.

Me sentía sola, aunque la gente me decía que no.

Y ahora, estaba cansada de fingir estar bien.

Quería dejarme caer, quería llorar hasta sentir que mi lágrimas se habían secado por completo. Anoche, quería experimentar la derrota de manera completa, quería sentirme pequeña y frágil. Quería que el peso de todas mis preocupaciones se apoderase de mí, al menos por un momento.

Hoy, no quería forzarme a ser fuerte, no quería aparentar que todo estaba bien cuando en
realidad sentía que todo estaba cayendo en pedazos. Permitirme sentirme derrotada es una forma de liberación, un recordatorio de que soy humana y que está bien tener días en los que todo parece desmoronarse.
En este estado de vulnerabilidad, encontraba la oportunidad de sanar, de dejar salir todas las emociones que había estado reprimiendo.

Hacía una semana que luchaba contra esta tentación, pero ahora ya no podía oponerme. Y es precisamente por esta razón que me encontraba sentada en el mostrador del mismo lugar donde había conocido a esa maldita periodista, que había trastornado todos mis pensamientos.

"Dame el trago más fuerte que tengas"

La camarera, una joven que probablemente tenía unos veinte años, me miraba como si yo fuera una presa suculenta, pero a mí no me importaba. Todo lo que quería era ahogarme en la sensación de derrota que estaba experimentando.

"Aquí tienes, preciosa"

No tenía ni idea de lo que había en el vaso, pero no tenía la menor importancia. Agarré el vaso y tragué todo el líquido en un solo sorbo.

Mi garganta ardía porque el líquido era realmente fuerte, pero esto era exactamente lo que estaba buscando.

Así que, sin dudarlo, pedí a la camarera de llenarlo por segunda vez.

Y luego por tercera, cuarta, quinta y sexta vez; hasta que sentí mi garganta en llamas por todo el alcohol que había ingerido. Ya empezaba a sentir los primeros efectos del alcohol después del tercer vaso, y cuanto más bebía, más me sentía aturdida y desorientada.

Todo estaba en movimiento y mi cabeza giraba terriblemente, mientras que la camarera no me quitaba los ojos de encima. De hecho, me miraba con una sonrisa complacida y divertida, mientras seguía devorándome con los ojos.

El latido de tu corazón -  Adaptación (Minayeon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora