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- Victoria, ¿dónde demonios has estado? - dijo Simón, su voz llena de preocupación contenida.
Me sentí atrapada bajo las miradas acusadoras, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que había pasado. Pero antes de que pudiera responder, estalló una pelea, llena de acusaciones y gritos.
- ¡No puedes simplemente desaparecer toda la noche y luego aparecer así como si nada hubiera pasado! - gritó Enzo, su voz llena de frustración.
- Estás borracha, nena - dijo Juani, mirándome con preocupación.
La atmósfera en la habitación se volvía cada vez más tensa a medida que las emociones corrían desbocadas. Los rostros de los chicos reflejaban una mezcla de preocupación, frustración y enojo, creando una tormenta perfecta de emociones que amenazaba con desbordarse en cualquier momento.
- ¡No puedo creer que estés tan tranquila después de lo que has hecho! - exclamó Pipe, su voz llena de furia contenida mientras se enfrentaba a Victoria.
- No es como si hubiera planeado todo esto - respondió Victoria, su tono mezclado con un rastro de desesperación y arrepentimiento.
La tensión en la habitación era palpable, como si en cualquier momento pudiera estallar. Las miradas se cruzaban, las respiraciones se volvían más pesadas y el ambiente se cargaba con electricidad.
- Ya es suficiente, todos - intervino Esteban, su tono firme pero tranquilo. - Pelear no resolverá nada. Necesitamos calmarnos y hablar de esto como adultos. -
- ¿Hablar como adultos? - espetó Pipe, su voz cargada de sarcasmo. - Entonces, ¿qué hacemos aquí? Victoria, ¿por qué no te largas a tu cuarto? Esto es una conversación de adultos. -
El comentario de Pipe fue como una chispa en un barril de pólvora. Las miradas se volvieron hacia él, algunas llenas de sorpresa, otras de indignación. La habitación se llenó de murmullos y susurros mientras todos procesaban sus palabras.
Victoria se mordió el labio, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escaparse. Se sintió desgarrada por dentro, atrapada en medio de la tormenta emocional que se desataba a su alrededor. Sin decir una palabra, se levantó y se dirigió hacia su habitación.
Se dejó caer en la cama, las lágrimas finalmente escapando de sus ojos y deslizándose por sus mejillas. La noche pasó lentamente, las lágrimas se secaron en sus mejillas, pero el dolor persistió, como una herida abierta que se negaba a sanar.
Cuando finalmente el sueño la alcanzó, fue más como un escape que un alivio. Pero incluso en sus sueños, el tormento continuaba, persiguiéndola a cada paso y recordándole la realidad.
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Al despertar a la mañana siguiente, Victoria se encontró con los ojos hinchados y la cabeza embotada por el llanto. Se sentó en la cama, mirando fijamente al vacío mientras intentaba procesar lo que había sucedido. La habitación estaba llena de un silencio pesado, roto solo por el suave murmullo de la vida cotidiana que continuaba fuera de sus paredes.
Cuando finalmente salió de su habitación, se encontró con una casa llena de un aire pesado y tenso. Los chicos estaban reunidos en la sala, pero sus miradas se desviaron cuando ella apareció. Nadie dijo una palabra mientras ella pasaba, y el silencio se cerró a su alrededor como una manta fría.
Se dirigió a la cocina, buscando algo de agua para despejar su mente, pero la incomodidad era abrumadora. Se sentó en la mesa, sintiendo la presión de todas las miradas, aunque ninguno de los chicos se atrevía a decir nada. Finalmente, Pipe rompió el silencio.
- Bueno, ¿y ahora qué? - dijo, su tono todavía cargado de frustración. - ¿Seguimos ignorando lo que pasó anoche o vamos a hablar de esto? -
Matías se pasó una mano por el pelo, visiblemente agitado. - Vico, tenemos que saber qué te pasó. Nos preocupaste un montón. -
Sentí un nudo en la garganta y bajé la mirada. - Lo siento. No quería preocuparlos. Solo... necesitaba distraerme un poco. No pensé que las cosas se saldrían de control. -
Enzo, con su habitual seriedad, se inclinó hacia adelante. - ¿Pero no te das cuenta de que desaparecer así nos pone a todos en una situación difícil? No somos tus guardianes, pero sí nos importa que estés bien. -
Fran asintió, intentando suavizar el tono de la conversación. - Nadie te está atacando, Vico. Solo queremos entender qué pasó. ¿Por qué no dijiste nada? -
Suspiré, sintiendo la presión de sus expectativas. - Pensé que podría manejarlo sola. Quería demostrarme que podía ser independiente, pero claramente no salió como esperaba. -
Andy, siempre el más conciliador, tomó la palabra. - Mirá, todos cometemos errores. Lo importante es que aprendas de esto y sepas que podés confiar en nosotros. Nadie te va a juzgar por equivocarte. -
La atmósfera pareció calmarse un poco, pero aún se sentía la tensión. Pipe, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarlo pasar tan fácilmente.
- Está bien, pero esto no puede quedar así. No podemos seguir con este drama cada vez que salís. Si vamos a ser adultos, tenemos que hablar como tales. Y Victoria, si no podés manejar las salidas, entonces no salgas sola hasta que sepamos que estás bien. -
Me quedé en silencio, sintiendo la dureza de sus palabras, pero también comprendiendo la preocupación detrás de ellas. - Entiendo, Pipe. Prometo que no volverá a pasar. Hablaré con ustedes la próxima vez que salga. -
El silencio volvió a instalarse, esta vez más reflexivo que tenso. Los chicos intercambiaron miradas, asintiendo lentamente.
Finalmente, Blas se levantó y se acercó a mí. - Vamos a tomarlo con calma. Lo importante es que estás bien. Solo queremos lo mejor para vos. -
Asentí, sintiéndome agradecida por su comprensión, aunque aún abrumada por el peso de mis acciones. - Gracias, chicos. En serio, lo siento mucho. -
La conversación quedó ahí, con un entendimiento silencioso de que aunque la confianza se había tambaleado, todavía había un vínculo que nos unía. Decidí quedarme en la sala un rato, esperaba que con el tiempo las heridas se cerraran y la confianza se restaurara.
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