Casa

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Will se despertó sobresaltado, levantándose bruscamente del duro asiento del auto y golpeándose la cabeza con el techo del vehículo. Harley le ladró en la cara, moviendo la cola con entusiasmo, mientras Winston rascaba la puerta del auto, ansioso por salir. La claridad del amanecer se filtraba a través de las ventanas del vehículo, iluminando el rostro de Will con una luz pálida y refrescante.

Se pasó una mano por el rostro, tratando de quitarse el sueño y la confusión que aún lo envolvían. Había pasado la noche en un estacionamiento cerca de una gasolinera, después de improvisar una cama en los asientos traseros de la camioneta para él y los perros. 

Abrió la puerta del coche y los perros se apresuraron a salir, estirándose y olfateando el aire fresco de la mañana. Aunque estaba lejos de ser una situación ideal, al menos sus perros parecían felices

Will se estiró, sintiendo el crujido de sus músculos adoloridos por haber pasado la noche en la camioneta. Se levantó del asiento con cierta dificultad, y se pasó una mano por la nuca, intentando aliviar la rigidez. Todavía le quedaba un trecho considerable hasta su destino final en Luisiana, y sabía que tendría que seguir adelante sin descanso.

El viaje había sido mejor de lo que Will esperaba. Había conducido durante horas, haciendo paradas esporádicas para que los perros pudieran estirar las patas y disfrutar de un poco de aire fresco. A pesar del largo trayecto, los perros no parecían molestos; de hecho, parecían disfrutar del viaje.

Durante las paradas para comer, todos parecieron encantados. Will compró hamburguesas sencillas con solo pan y carne para cada uno de ellos y luego jugaron un rato. Fue más relajante de lo que Will había previsto, y se sintió un poco feliz al ver a los perros correr y jugar juntos.

Le dio de desayunar a los perros y él mismo comió una barra de cereal y un café envasado que había comprado la noche anterior en la gasolinera. El café estaba frío y amargo, pero le dio la energía necesaria para empezar el día. 

Al terminar, Will encendió el motor de la camioneta y volvió a la carretera.

Mientras conducía, sus pensamientos se dirigieron inevitablemente a Hannibal. La distancia entre ellos le daba un respiro, pero no aliviaba la constante sensación de peligro que lo perseguía. A pesar de su resolución de empezar de nuevo, las cicatrices dejadas por Hannibal seguían frescas en su mente. 

Llegó a Luisiana por la tarde. El sol se estaba poniendo, y los tonos anaranjados y rojizos del atardecer le quemaban los ojos.

Decidió detenerse en una pequeña área de descanso para tomar aire fresco y darle de beber agua a los perros. Se sentía culpable por el largo trayecto, pero sabía que pronto llegarían a un lugar donde podrían descansar adecuadamente.

Después de una breve pausa, volvieron a la camioneta y continuaron su camino. Will condujo hasta un pueblecito alejado. No estaba desolado; había varias casas de aspecto acogedor e incluso un restaurante local que emanaba un agradable olor a comida casera. Las luces cálidas de las casas y las farolas del pueblo comenzaban a encenderse, creando una atmósfera acogedora 

Continuó manejando un poco más, internándose en un camino bastante irregular, rodeado de bosque. A medida que avanzaba, observó varios carteles de advertencia en los árboles, indicando que estaba entrando en una propiedad privada. La persona que vivía allí claramente no quería a nadie cerca, una actitud con la que Will podía identificarse, aunque él nunca hizo algo parecido en Wolf Trap.

Después de recorrer un sinuoso sendero de tierra, la vegetación se abrió revelando una pequeña casa en un claro del bosque. La estructura parecía vieja y un tanto descuidada, del tamaño aproximado de su casa en Wolf Trap, pero con un aire más rústico y desolado. 

Efecto mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora