Capítulo 6

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Gojo Satoru, alfa dominante y miembro de una familia distinguida por su inmaculada riqueza y reputación, no tenía dificultad alguna para hacer que cualquier omega o beta cayeran a sus pies. Es extraordinariamente guapo, poseedor de unos hipnotizantes ojos azules, pestañas largas que armonizan con su cabello, además de tener un cuerpo impresionantemente tonificado. Eso le confería aires de superioridad, siendo el mejor en todo, literalmente. Sin embargo, existía un único problema: Suguru Getou, un omega y padre de sus hijas gemelas. El hombre de cabello negro representaba su punto débil; cuando lo conoció durante la secundaria, el omega se mostraba retraído y notoriamente tímido. Como cualquier adolescente idiota y dominado por sus hormonas, quiso acercarse para molestarlo. Jamás esperó que este reaccionara propinándole un golpe sobre el ojo, justo al momento de proferirle un comentario impropio. No se lo esperaba, él era Gojo Satoru, un alfa dominante a quien nadie se atrevía a tocar. Posteriormente, fueron enviados a la dirección. El omega tenía los ojos de un violeta cautivador, pude percibirlo en el momento en que entró por la puerta, desprendiendo unas feromonas irresistibles. Sin mencionar que mi mente, embriagada de deseo, lo escaneó de pies a cabeza; observé cómo esa falda era sospechosamente corta, dejando ver sus piernas, adornadas por algo de grasa y un moretón sobre su rodilla. La vista subía poco a poco, y el tejido de su camisa se amontonaba de forma pulcra y decente sobre su pecho, pero sospechaba que no llevaba sostén, ya que se marcaban unos pezones erectos y duros a través de su camisa. Además, el omega era de estatura alta y contextura algo robusta. De repente, nuestros ojos se encontraron finalmente; él me miraba con unos ojos intensamente bellos y furiosos. Maldición... Era un completo pervertido.


Después, los azares del destino hicieron que se involucrara más con el omega. Poco tiempo después, iniciaron una relación sentimental. Fue entonces cuando pudo clavarle su polla dentro de su coño. Suguru, que siempre se había mostrado tímido, pulcro y de buenas costumbres, mostraba su felicidad mientras rebotaba sobre ella. Con sus labios repletos y brillantes, emitía varios sonidos sin ningún tipo de pudor. Sus pechos amplios, adornados con piercings en los pezones, oscilaban al ritmo de los movimientos de cadera de Suguru. Era evidente que Satoru no había sido el primero en estar con él de esa manera. Qué recuerdos tan intensos. Tras graduarse de la secundaria, Suguru le informó que estaba esperando un hijo. Satoru, siendo honesto consigo mismo, se sintió muy asustado; no estaba preparado para ser parte de una familia. Su reacción inicial fue distante, sin mencionar que su familia lo despreciaba, particularmente su madre que rechazaba abiertamente a su omega. Más tarde, intentó reconfigurar su vida para asumir su rol como padre. La reticencia de Suguru era palpable, y era entendible su resentimiento hacia él. "Te daré dinero, pero aléjate de mi vista con eso en tu vientre." Al ver a ese alfa de cabello oscuro tan protector con su omega, Satoru sintió una presión insoportable, como si estuviera a punto de explotar. En ese instante, deseó tener a Suguru exclusivamente para él. Así llegamos al presente, con Suguru de vacaciones con él. Las tensiones y molestias fueron evidentes. Su competidor en los negocios, Sukuna, lo provocó físicamente y después dio un paso más allá con un beso, lo que hizo que Satoru viera rojo de ira. "Maldito desgraciado." Posteriormente, le comió el coño y después... Su madre le había recomendado que mantuviera a su 'perra' bajo control con una correa.



Rememorando el pasado, ansiaba fervientemente reintegrar a Suguru en su vida. Soñaba con envolverlo en un cálido abrazo, anhelaba la sensación de llegar a casa después de un extenuante día de trabajo y ser recibido por el bullicioso correr de dos niñas hacia él, su risa llenando el aire, seguido por un tierno y reconfortante beso de su esposa. No obstante, era plenamente consciente de la sombra que oscurecía su relación. Resuelto a disipar aquella nube de discordia, tomó la decisión al alba de adquirir un ramo de flores, en compañía de su socio, Nanami, un alfa de cabello dorado cuyo semblante usualmente serio.

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