¡¿Juntos!?

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Ambos chicos se miraron con incredulidad; la simple idea de trabajar juntos les parecía no solo absurda sino imposible. No solo era el hecho de que sus fraternidades y ellos mismos eran enemigos jurados, sino que también sus personalidades eran completamente incompatibles.

Bradley trató de mantener la compostura, respiró profundo y fijó su mirada en el profesor. Quisiera o no, su escape era esa clase y le encantaba estar ahí, por lo que no podía darse el lujo de imponer su voluntad. Carraspeó antes de hablar, tratando de sonar firme.

Profesor, ¿está seguro de esto?

—Sí, señor Cremanata, considero que es una gran oportunidad para usted y el señor Goof. Veo gran potencial en ambos; podrían sacar un gran trabajo en conjunto —respondió tranquilamente el profesor—. A menos que no quieran participar en el festival de invierno.

Max apretó los dientes, tratando de controlar su frustración. Sabía que discutir con el profesor no serviría de nada. Se giró hacia Bradley y, con una expresión resignada, extendió su mano.

—Está bien, Cremanata. Supongo que tendremos que hacer que esto funcione —dijo Max, intentando sonar lo más amable posible.

Bradley, con un claro desagrado y algo dudoso, estrechó la mano de Max.

—Ugh, supongo que sí.

La clase prosiguió con regularidad. Max, que en un principio se encontraba sumamente emocionado, ahora estaba profundamente consternado, lo cual ni siquiera le permitió disfrutar completamente la clase. Al terminar, Max recogió sus cosas rápidamente, deseando salir del aula lo antes posible. Bradley hizo lo mismo, pero antes de que pudiera salir, Max lo detuvo.

-Necesitamos planear cómo vamos a hacer esto. ¿Puedes reunirte conmigo el fin de semana en la sala de música? —preguntó Max, tratando de sonar tranquilo.

Bradley asintió, aunque no con mucho entusiasmo.

—Está bien, entre más rápido acabemos con esto, mejor. Nos vemos allí a las cuatro.

Max asintió de regreso, pero antes de poder irse, Bradley lo tomó por la muñeca.

—Ni se te ocurra decir una palabra de que me viste aquí. ¿Entiendes? —susurró el castaño con cierta brusquedad, jalando a Max cerca de él.

—¿Por qué debería hacerlo? —respondió Max, quitándose fuertemente su agarre y a la defensiva.

Antes de que Max pudiera decir algo más, el joven Cremanata se plantó frente a él y, con una expresión que Max nunca había visto antes, dijo algo que nunca pensó oír:

—Por favor, Max.

Por un momento, Max titubeó, algo sorprendido por la petición. Podría ser su enemigo, pero no era un imbécil.

—Como si fuera algo importante —resopló y se dio media vuelta para dirigirse a la salida—. No te preocupes, "galán", no le diré a nadie tu pequeño secreto —finalizó, usando ese apodo que Bradley usaba tanto a modo de burla, y se fue rápidamente.

Bradley lo observó irse con una mezcla de frustración y curiosidad. Le resultaba irónico que las cosas resultaran así. De todas las personas, tenía que confiar en que su enemigo jurado no diría nada acerca de su pequeño secreto, de una u otra forma se las arreglo para que el club mantuviera en anonimato su identidad y ahora tenia que asegurarse que Max no dijera nada. Sí que iba a ser un semestre largo.

—Max, ¿estás bien? —preguntó PJ, tocando suavemente la puerta de su habitación

Al llegar a la fraternidad, el trío de amigos se separó dado que las habitaciones solo eran de dos, por lo que PJ y Max eran compañeros de cuarto, mientras que Bobby estaba justo al lado suyo con un chico que iba a su mismo club. Lo cual agradecieron Max y PJ ya que se llevaban muy bien, aunque esto no tuvo mucha relevancia ya que Bobby casi siempre dormía en las hamacas que se encontraban en la sala de descanso del edificio.

Bajo luces neónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora