Parte 8

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Aemond estuvo los últimos meses usando vestidos y peinados refinados, pero esa tarde tenía puesto pantalones y su habitual jubon negro, además de su cabello suelto y sólo un mechón de atrás estaba trenzado, recogiendo lo que le pudiera estorbar en la vista del frente . Las armas en su cintura y su caminar lo hacían parecer más otro alfa parte de la guardia que un príncipe omega, Helaena no se iba de su lado, inquieta por la distancia de su alfa.

Su ojo se paseó entre los lores, iracundo ante la perspectiva su padre se tomara la molestia de llamar a los mismos que juraron lealtad a Rhaenyra o a los herederos que ya eran señores de sus casas en lugar de sus padres fallecidos, uno que otro omega o beta viudas en representación de su pequeño hijo. La intención era obvia: el rey no sólo quería que Aegon se disculpara frente a sus nietos y Rhaenyra, también deseaba con eso renovar los votos y reafirmar el derecho de su primogénita haciendo que Aegon se viera débil y sumiso ante la presión del juicio bajo amenaza de perder la lengua.

"Padre no conoce a Aegon", afirmó mentalmente con indignación.

Su alfa podía ser un vago, entregado al hedonismo, con nula ambición, no lo negaba. Conocía a su prometido literalmente desde que tenía memoria, sus debilidades y fortalezas las conocía. Aegon era todo eso pero también audaz si era necesario, decidido si estaba involucrada su familia, no iba a retractarse de sus palabras luego que Jacaerys lo ofendiera. Aemond fué insultado nuevamente y sabía que eso Aegon no lo perdonaría.

A pesar de la complicada situación y su deseo para que todo termine a favor de su alfa, un lado suyo no podía evitar sentir una fría dicha, recordando lo rápido que se movió Aegon para abofetear a Jacaerys, con la intención de defender el honor de su omega. Fué completamente instintivo y honesto. En el pasado, Aegon perdió la cabeza ante las promesas de Jacaerys, pero ahora Aemond era quien estaba en su corazón. Eligió a Aemond, su ira era por él.

Se mordió el labio inferior e intercambió una mirada con Criston, quien asintió al pie del trono junto a las otras capas blancas. Calmó un poco su ansía, necesitando ver a Aegon más que nunca. Su único consuelo era saber que Aegon pasó noches enteras a la interperie, confiaba que mantuviera el suficiente raciocinio luego de todo un día encerrado. En ese momento necesitaba que tuviera la mayor fortaleza posible, tenía que librarse.

Su madre estaba de pie cerca del rey, fué a su lado creyendo que sería el mejor lugar para ver entrar a Aegon. Daeron rodeó los hombros de Helaena, en tanto Aemond usó sus feromonas para calmar la angustia de su hermana.

Cregan en lugar de estar junto a su esposa, se mantenía entre los otros lores, al parecer quería mantener neutralidad. La princesa Rhaenys representaba a su esposo allí. Rhaenyra cerca de su esposo e hijos estaban al lado contrario de donde se encontraba Aemond con sus hermanos y madre cerca del trono, en ningún momento intercambiaron miradas pero alguien si se atrevió a acercarse.

—Tío– Lucerys dió unos pasos hacía él con sus ojos brillando, Aemond frunció el ceño, aunque se alivió de que mantuviera un metro de distancia entre ellos. Quiso mofarse de la vez que el menor le dijo que nadie más aparte de él lo querría como omega, pero se contuvo, simplemente satisfecho de tener al alfa que quería, contra las expectativas. Después el castaño se dirigió a la consorte con una reverencia– Majestad, al igual que usted espero resultados justos.

—El Padre siempre es justo– Respondió Alicent serena. No había mirado todo el día a nadie más que a sus hijos mientras hablaba, pero a Lucerys sí le dignó con su rostro enfocado a él, asintiendo discretamente.

Aemond recordaba que en la cena Lucerys tuvo una breve conversación con su madre, pero no tuvo cabeza para preguntarle sobre eso. Sentía que lo que sea que se dijeron tuvo que haber sido más profundo de lo que podría imaginar.

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⏰ Última actualización: Jul 22 ⏰

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