CAPÍTULO 9

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—Jisung... —susurré, reprimiendo las ganas de ponerme en pie y salir corriendo en dirección

contraria—. Hay... Hay alguien ahí....

—¿Cómo?

Levanté la mano temblorosa de la forma más disimulada que pude y señalé un punto detrás de

él, donde se encontraba la figura.

—Ha-hay alguien ahí...

—Ah, bueno. —respondió él, y se encogió de hombros con despreocupación—. Será uno de mis compañeros de la secta.

Mi mano se quedó paralizada en el aire. Lo miré fijamente, pero él seguía con los ojos fijos en

el cielo.

—¿Se-se-secta...? —acerté a preguntar.

—Sí, claro —dijo con una sonrisa macabra—. La secta a la que pertenezco. ¿Te creías que te

había traído aquí solo para hablar o qué?

—¿Q-q-qué quieres de-decir? —pregunté mientras un pánico intenso y salvaje crecía en mi

interior.

—Es fácil de entender, Hyunjin. ¿Recuerdas que me preguntabas por qué el cementerio es tan

grande? —Asentí con la cabeza y tragué saliva, incapaz de apartar la mirada de él—. Bueno, pues antes no te dije la verdad. Hay una razón por la que hay tantas tumbas en el cementerio y tan poca gente en el pueblo. Es un pueblo pequeño... No hay recursos para todos. Nosotros nos encargamos de la gente que sobra —me explicó en voz baja. Estaba calmado, como si aquello fuera lo más lógico del mundo y no una verdadera locura—. Y tú acabas de llegar al pueblo, así que... también sobras. Es una pena, me habías parecido majo.

Estaba tan aterrorizado que no era capaz siquiera de gritar. Miré a Jisung sin saber qué hacer;

miré la figura que deambulaba a lo lejos, y en ese momento comprendí que había llegado el final.

Jamás tendría que haber mirado por la ventana; jamás tendría que haber salido de mi casa esa

primera noche. Jamás tendría que haber hecho caso a esa nota. Jamás tendría que haber ido hasta un cementerio alejado del pueblo con un chico al que no conocía de nada... Un chico que estaba a punto de matarme.

Se me retorció el estómago al darme cuenta de que la charla de antes podría haber sido una

estrategia, una forma de entretenerme mientras sus compañeros de secta nos rodeaban. Miré a mi alrededor, tratando de localizar a más gente, pero no lo conseguí. Si había más, estaban muy bien escondidos. Volví a mirar a Jisung, que sonreía de forma espeluznante. ¿Por qué no se movía?

Durante un instante me planteé la posibilidad de darle un golpe en la cabeza y salir corriendo,

pero sabía que no iba a ser capaz de trepar al muro fácilmente, y menos sin su ayuda. Estaba

atrapado allí.

—Po-por fa-fav... —traté de suplicar, pero mi voz se rompió antes de que pudiera terminar.

—Es inútil que supliques. —replicó él—. Ya he conseguido lo que quería.

—¿L-lo que querías?

Aquella sonrisa macabra se ensanchó en su rostro. Me di cuenta de que sus labios temblaban

ligeramente, como si estuviera emocionado por lo que estaba a punto de hacer. ¿Cómo había

¿Qué hay al otro lado? (HYUNSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora