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La vida se conoce por ser impredecible, difícil, triste y varias cosas más.
Pero todos nos preguntamos ¿Por qué si solo queremos ser felices?
¿Por qué siempre tiene que haber tristeza en todo?
¿Cuesta ser feliz?
¿Por qué si somos jóvenes?
¿Por qué? Simplemente ¿por que?
(...)
Kamoyi y yo estábamos acomodando los futones para dormir, padre había salido a buscar a mamá que aún no regresaba.
"Oye oneesan, mamá se tardo mucho ¿no crees? Siento un malestar en el estomago."- Tú también lo presentias, así que ordenaste que todos fueran a dormir.
Estabas acostada, aún lado estaba el menor de todos, Neum de tan solo cuatro años de edad. A a tus dos costados estaban tus otros dos hermanos, Kamoyi de 12 años y Jatūru de 11 años. Eras la mayor con 13 años, tu madre te tuvo a los 15, y fue obligada a casarse con tú padre al el ser de buenos recursos. Tu madre nunca estuvo en casa, en pocas palabras tu eres la figura materna de casi todos.
La noche era fría, tú aún no dormías, ya hace mucho que tu padre salió y no volvía. Sabías que tu madre siempre salía a tomar sake hasta perder la conciencia, al igual que iba a burdeles, tú madre y padre nunca tuvieron buena relación, solamente tuvieron hijos pero sin embargo ella nunca se comportó como madre contigo, Jatūru o con Neum que era el más pequeño, solamente le demostraba 'ese amor maternal' a Kamoyi. Bueno, Kamoyi era la única que se parecía a tu madre, en personalidad y apariencia son iguales.
Y para tus hermanos hombres siempre mostraste mucho amor y cariño, sabias que no llenarias ese vacío que ellos tienen por la ausencia de su madre pero aunque sea les sacabas sonrisas y te veían de una forma protectora.
Tu padre trabaja en un restaurante muy conocido en la Asakusa, que por cierto ahí viven. Siempre iban a comprar, así que tenían buena economía, y su padre siempre estaba presente pero en las noches... De todas formas el estaba ahí para sus hijos siempre.
Aunque antes el era cazador o algo así recuerdas, siempre ibas a verlo y el te sentaba para que lo vieras manejar la espada. Sus movimientos firmes y elegantes te llamaba mucho la atención, aunque ahora ya no sé dedica a eso, y no sabías la razón. Tu padre siempre fue de mostrarte una sonrisa y ocultar todos sus sentimientos tristes y preocupaciones.
