**Título: "Entre Lunas y Estrellas"**
**Capítulo 1: Encuentro Bajo la Luna**
En una noche serena, en la academia U.A., Himiko Toga caminaba por los jardines, sus pensamientos oscuros y solitarios como de costumbre. Sin embargo, esa noche, algo diferente flotaba en el aire. Una fragancia dulce y embriagadora, una mezcla que la atrajo irremediablemente. Era la temporada de apareamiento para los omegas, y ella, una alfa, podía sentir la atracción.
Mientras seguía el aroma, llegó a un claro iluminado por la luz de la luna. Allí, de pie bajo el árbol más grande, estaba Ochaco Uraraka. Su presencia irradiaba una calidez reconfortante, sus ojos reflejaban la luz de la luna, y su cabello ondeaba suavemente con la brisa nocturna. Junto a ella, en un charco poco profundo, estaba Tsuyu Asui, su postura relajada pero alerta.
Las dos omegas parecían estar en una conversación tranquila, pero su cercanía y el aura que emitían revelaban la profundidad de su conexión. Toga, atraída por sus instintos alfa, sintió una oleada de deseo, no solo de poseer, sino de proteger y cuidar a las dos chicas frente a ella.
Sin embargo, Toga sabía que acercarse precipitadamente podría asustarlas. En lugar de eso, se escondió entre las sombras, observándolas, estudiando cada movimiento. Los sentimientos conflictivos la abrumaban: su naturaleza alfa deseaba dominarlas, pero su lado más humano ansiaba conocerlas y entenderlas.
Ochaco, sensible a su entorno, levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Toga. Hubo un momento de tensión, pero Ochaco no mostró miedo. En cambio, una curiosidad profunda apareció en su rostro. Tsuyu también notó la presencia de Toga y, aunque sus ojos se estrecharon con cautela, no mostró signos de huir.
“¿Qué haces aquí, Toga?” preguntó Ochaco con una voz suave pero firme.
Toga, aún en las sombras, dudó antes de responder. “Sentí... algo. No quería asustarlas, solo...”
“Te sentimos,” interrumpió Tsuyu, con su habitual franqueza. “Sabemos lo que eres, y sabemos por qué estás aquí.”
Toga dio un paso adelante, dejando que la luz de la luna revelara su rostro. “No quiero hacerles daño. Solo... quiero estar cerca.”
Ochaco y Tsuyu intercambiaron miradas, una conversación silenciosa pasando entre ellas. Finalmente, Ochaco extendió una mano hacia Toga. “Ven. Hablemos.”
Toga, sorprendida pero aliviada, aceptó la invitación y se acercó. Sentándose en el suelo junto a ellas, se permitió relajarse un poco. La fragancia de las omegas llenó sus sentidos, pero se esforzó por mantenerse calmada.
“Queremos entenderte,” dijo Tsuyu, su tono suave pero decidido. “Y queremos que nos entiendas también. Este vínculo... no es solo sobre instintos.”
Ochaco asintió. “Queremos que sea algo más profundo, algo que podamos compartir y cuidar juntas.”
Mientras la noche avanzaba, las tres chicas hablaron de sus vidas, sus miedos y deseos. Toga descubrió que había más en Ochaco y Tsuyu que sus roles como omegas. Eran fuertes, compasivas y llenas de esperanza. Y, poco a poco, Toga sintió que su propio corazón, endurecido por años de soledad y oscuridad, comenzaba a abrirse.
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