El Cuenta Cuentos

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Dicen que los finales son el fin absoluto, pero existen los finales abiertos… este está muy lejos de ser el Final de lo que acontecía en aquella pequeña ciudad Aragüeña pero irónica y paradigmáticamente este es un Final…Como alguna vez dijo mi padre “El mundo solo se acaba para aquel que muere”  ese sería el caso pues podría ser el fin de algunos, en cierta forma. Marcaban las doce del medio día cuando Isaac y Charles se hacían en el estacionamiento jugando 21 con el aro y tabla de baloncesto pegado a la pared contraria a la que limita con la canal. Cuando vieron entrar a una enorme camioneta blanca a la residencia, tenía toda la pinta de ser nueva y con un perolero encima…la reconocieron como de la policía cuando se giró al estacionar en los edificios de adelante, Isaac y Charles detienen el juego mirando hacia el lugar y ven bajar del auto a unas personas que usaban pantalones negros y unas camisetas grandes blancas mangas largas de botones.
Sospechaban que estaban allí por lo de sus vecinos perdidos, pero Isaac no haría algún tipo de comentario no sabía como explicar lo sucedido y si lo llegaba a contar… ¿Qué pasaría?¿será que tiene una boca maldita? (se preguntaba). Al poco rato se escucha el sollozo de una mujer, los niños sienten aquel sabor agridulce. Saben que son malas noticias, lo saben bien. Los adultos creen que los niños no saben nada… pero saben mucho, incluso saben de las personas malas que le hacen cosas indebidas a los niños pero ELLOS CREEN QUE NO. Hablan, gritan y maldicen, critican y chismosean delante de los niños como si fueran invisibles,  esa actitud ambivalente de los padres de esa época…   ven de pronto a la madre de Edgar andando con ayuda de su esposo, seguida de aquellas personas de regreso a la camioneta, luego esta arrancó y se fue. Isaac volvió la mirada a Charles y este lo miró por el rabito del ojo.
—deben estar muertos ¿verdad?— preguntó Charles con voz ronca.
Isaac dio un par de pasos sintiendo algo de culpa ¿ y si todo fue por aquel maldito cuento? (volvió a pensar).
Sí, Edgar y Andrés eran unos chamos muy malos y para su edad hacían cosas muy malas. Francy le había contado una vez a Isaac que Judy le confesó llorando una de sus maldades: en la escuela dónde estudiaban existía una … “cueva” hecha de la unión de dos arbustos, era allí dónde los niños se escondían en el recreo, jugando al escondite, la botellita, la oija, Sara Sarita o se daban besos escondidos.
Judy le contó que estaba allí escondida ese día, Edgar había estado fastidiándola todo el día en el salón de clases, lanzándole besos y burlándose con sus dos amigos…diciéndole “bésame peruana” y ha estado siguiéndola por toda la escuela entonces, se había creído estar a salvo allí. Deseaba que jamás la encontrara o al menos verlo venir, pero le llegó por sorpresa. Aquel pequeño bribón acosó a la pobre Judy a la pared y le tocó sus partes diciéndole que “eso estaba rico” Judy lo golpeó y salió corriendo de allí encerrándose en un cubículo en el baño de niñas hasta que la maestra la buscó. Aquello mantuvo a Judy muy traumada por días y Francy había servido de consuelo.
Charles por otra parte recordaba una vez: Él estaba jugando con unos carritos de construcción en las áreas verdes de la residencia…estaba más pequeño… y aquel fulano repentinamente había llegado acompañado por los dos de siempre y su primo mayor, quien también vive adelante. Llevaban unas máscaras plásticas de personajes pegadas al rostro, los reconoció a través de ellas cuando los oyó gritar—¡agárrenlo! ¡agárrenlo!— se preguntó cual era aquel motivo, miró a su alrededor preguntándose si era con él. Al volver a mirarlos, los ve sacar unas armas de fuego de sus pantalones y las apuntan hacia él, el corazón se la salió por la boca, casi se vomita… soltó los juguetes al suelo temblando, se puso de pie y los miró aproximándose lentamente desde la esquina de los edificios de adelante, de pronto da dos pasos atrás esperando entender, y los ve iniciar carrera, Charles sin necesitar más …corre de regreso al edificio escuchando unos extraños disparos, seguido de algunos tintineos, piensa que tal vez se va a desmayar… al llegar a la puerta del edificio la encontró cerrada, así que corrió a la salida al otro lado del edificio parar treparse al árbol de jobo sin que lo vean. Logró subirse al árbol y a medio camino lo pillaron y comenzaron a dispararle lo que resultaron ser balines que lo pellizcaban donde acertaban, cuando se quedaron si balines fue que se marcharon.
Y lo recordaban así, Malvado… pero aun así no daban crédito por justificado que muriera.
Más tarde se habían incorporado Eliel, Luis y Judy y se hacían todos sentados en el murito pequeño junto a la canal.
Una fuerte corriente de aire parecía recorrer la canal, Isaac miraba dentro preguntándose si ese puente que veía en la avenida canal abajo sería el mismo que ha “visto” cuando imaginó  que hablaba con El Diablo Rojo … siente algo aproximarse y vuelve la mirada encontrando a su madre regresando a casa con Francy. Él se acercó a  saludarla distinguiendo que traía una extraña y fea muñeca de bebé pelirroja y piel marrón. —¡Bendición mamá!— saludó Isaac mirando la muñeca desagradándolo algo en ella.
—¡Dios te bendiga, Papi!— le devolvió el saludo notando la mirada de su hijo.—¡mira lo me que conseguí!— lo acercó haciendo que el mecanismo de la muñeca la hiciera abrir sus ojos plásticos color ámbar.
—¡no me gusta!— infló los cachetes Isaac tratando de no imaginarse nada feo.
Su madre observó el objeto analizándolo.—¿no te gustó? ¿Por qué?— entonces Isaac se sacudió la cabeza y se asomó a su cartera esperando distraer a su madre, logra caer y tras sacudirse al niño sigue de camino a casa mientras su hija se incorpora al muro saludando a sus amigos.
Eliel se acerca a Isaac interrumpiendo su mirada hacia su madre entrando al edificio. —¿todo bien? — le preguntó.
—Sí— musitó con poca voz.
—Charles pregunta si podemos contarle cual fue el cuento en que murieron Edgar y Andrés…— soltó Eliel de repente haciendo que el cuenta cuentos sintiese un choque eléctrico en el ojo izquierdo.
—¿Para qué?— susurró Isaac con miedo a que si todavía están vivos… y llegue a aplicar la posibilidad de que tenga una boca maldita... Contándolo de nuevo termine por matarlos finalmente.
—Judy y Francy también quieren saber— musitó Eliel con algo de pena. — sé como te sientes.
Isaac lo mira preguntándose si también sentirá culpa por la “muerte” de aquellos niños…aunque aún no les habían confirmado nada.
Isaac se regresa con él al grupo en el muro junto a la canal, siente un sensación de que lo observan debajo de aquel puente y observando al lugar no distingue nada. Sus amigos murmuraban al respecto del chisme de los policías en la tarde, mientras que Isaac miraba y miraba al puente, sentía que lo llamaban allá. Recordó que algunas noches atrás Eliel y él habían visto a un niño corriendo por la canal, puente abajo.
—¡ELIEL!—Isaac bramó asustando a sus amigos.
—¡¿Qué?!— chilló en respuesta Eliel, con la mano en el pecho.
—¿no te acuerdas que vimos un niño entrando bajo el puente corriendo?— le dijo Isaac.
—¡Sí!— respondió Eliel aún en el aire.
—¿será que era uno de ellos?— preguntó Isaac, a ver si sus amigos llegaban a  coincidir en alguna teoría pero todos se miraban expectantes.
—¿y si quizás huía del hombre encapuchado?— soltó Eliel.
—¿Cuándo fue eso?— preguntó Luis intrigado.
— hace unas noches.— respondió rápidamente Isaac.—¿y si están ahí? ¿Secuestrados O algo?— sugirió de pronto.
Eliel y Luis se miraron esperando fuese eso cierto. —no lo creo probable— se escuchó decir a Charles fastidiado de esperar el cuento.— ¿nos vas a contar la historia o no?
Entonces hubo un minuto de silencio tajante, Incluso la luna sabía que sería una noche opaca y por eso tampoco se asomaría, la brisa soplaba fría y la culpa de aquel mal deseo de venganza los comía por dentro en la promesa de un mal augurio. El cuenta cuentos traga en seco y le pide a Dios que lo que está por contar no sea un “HECHO” y jamás lo sea… sus amigos lo ven aceptar resoplando y tomando lugar en el muro de la canal.
—¡bueno!— confirma Isaac mirándolos esperar la historia, Incluso Luis y Eliel que ya la habían escuchado. —…pero después me acompañan a asomarme bajo el puente en la canal.
Sus amigos y su hermana se quejaron y no vio oportunidad de convencerlos, de igual modo aclaró la garganta y miró un instante al cielo nocturno imaginando a aquellos dos niños sobre el firmamento.
—Todo empezó con ellos escondidos en el centro comercial…—  recapituló detallando nuevamente el camino hacia sus extrañas muertes, mientras trataba de recordar podía ver de manera borrosa en su mente, las siniestras escenas que él y sus dos amigos habían celebrado cruelmente aquella noche…esta vez mientras el cuentista relataba el asesinato de aquellos dos brabucones, sus amigos mostraban distintas expresiones… sus rostros parecían asustados y con un poco de repulsión. Al terminar de relatar aquel nefasto cuento de las noches de cuentos de terror… Eliel confesó apenado que estaba alentando a Isaac mientras lo contaban aquella noche, Luis confirmó y admitió que celebraba al momento de su muerte y se reían pero que estaban arrepentidos.
—¡qué pesado saber eso!— soltó Charles sintiendo un amargo sabor de boca ahora que sabía la historia y se alejó una par de pasos pensando al respecto.
Isaac repentinamente se baja hacia la canal deslizándose por la pared diagonal de concreto y sus amigos corren al muro a verlo, preguntándole si había perdido la cabeza.
—Quiero asomarme — respondió desde abajo Isaac y luego lanzó la mirada a la oscuridad bajo el túnel del puente en la avenida, dónde a penas se veía hacia el otro lado… era tan oscura aquella noche por alguna maligna razón... Que Isaac juraría ver algunas cosas moviéndose en la oscuridad sin poder identificarlas.
—¡ya vengo!— le anunció a sus amigos caminando por la canal abajo, pasaba un pequeño charquito de agua verde mohosa. En ese momento, Isaac rodeaba el lugar con la mirada, el monte estaba alto y había chatarra por todos lados, un caucho de auto grande en medio del camino… salta un tronco mirando de nuevo hacia su destino. Palpitando su corazón deseando conseguir buenas respuestas al llegar. Sopla el viento con una corriente fría escuchando un pequeño chisporroteo que le eriza la piel.
Vuelve la mirada atrás vislumbrando a sus amigos que lo vigilaban desde el muro con mucho temor por él. Escucha las hojas del monte moverse, Isaac reacciona ante el ruido y vuelve a buscar respirando fuerte. —¿Edgar?— intenta imaginarse al niño pálido de cabellos dorados. —¿eres tú?— preguntó al viento que parecía empujarlo hacia delante.
Se escucha algo como el eco de unas voces, proviniendo de abajo del puente de la avenida, mientras más se acercaba se daba cuenta que debía de agacharse para poder pasar por debajo, este puente parecía más pequeño, sigue caminando de igual manera para detallarlo un poco mejor y compararlo con aquel que imaginó.
Se acerca mirando adentro de la oscuridad y se detiene justo frente al puente con un pequeño mareo repentino. Alza la mirada detallando la estructura de este y no era igual al que estaba esperando. ¿lo habrá visto en algún otro lugar? (Se preguntó) de pronto siente un pequeño escalofrió preguntándose (¿de verdad los habrá matado el demonio del cuento?) Mientras se rasgaba las uñas de los dedos de las manos nervioso, notó que una mancha carmesí apareció en su mano, seguido de otra más pequeña. La frotó con un dedo descubriendo que era sangre y miró al cielo preguntándose si a caso estaba lloviendo sangre.
Fue cuando la brisa acarició su rostro que sintió húmedo su labio superior y se lo tocó descubriendo que le estaba sangrando la nariz. Alzó la mirada y se vio de frente a la canal, esta vez lejos de la vista al puente y con el agua casi hasta las rodillas.
Inmediatamente escucha el agua moverse y las voces de sus amigos tras él incorporándoseles. Él vuelve la mirada sintiendo temor de que todo sea mentira, pero los ve alcanzándolo preocupados, y asustado vuelve la mirada al frente y descubriendo a aquel demonio por todo lo alto de la canal… con dos largos y delgados brazos adicionales de cada lado de sus costados… y dos largas piernas sujetándose como un gran bicho en la canal. Isaac se quedó más impactado al ver que uno de sus largos brazos atravesaba el cuerpo colgante de un niño que sangraba a chorros… el demonio sacudía el cuerpo por el aire mientras gruñía, al tiempo que las aguas de la canal parecían ser afectadas poniéndose turbulentas. Ahogando un grito Isaac corre de regreso con sus amigos, vuelve la mirada atrás un segundo descubriendo que se aproxima una ola de agua negra… y ve como la cabeza de aquel macabro demonio se aparece en su mente… tropieza y se levanta enseguida y busca alrededor a sus amigos que habían desaparecido en la huida por la canal hacia arriba, con el agua comenzando a bajar, se siente mareado nuevamente con la sensación de piquetes eléctricos en el cuerpo… vuelve la mirada atrás y nuevamente distingue a pocos metros, el puente de la avenida fuera de su residencia, justo frente a él con aquella oscuridad debajo de este.
Se detiene confundido, y se pregunta si se habrá vuelto loco y alza sus manos encontrando los rastros de sangre de su nariz, siente una mano sobre su hombro y se voltea gritando.
Eliel le tapa la boca y lo mira con los ojos bien abiertos, solo ahí fue cuando Isaac se pudo calmar un poco, chorreando de sudor.
—¿Qué pasó?— le susurró, luego le soltó la boca y se pasó la mano por el pantalón secándosela.
—no viste—jadeó Isaac sintiéndose algo eléctrico.— ¿no viste eso?—le preguntó sin saber cuando había regresado hasta el árbol caído en la canal.
—¿Qué cosa?— le preguntó Eliel cambiando su expresión y a causa del silencio de Isaac comienza a buscar tras él con la mirada. Era mejor dejarlo así, no volver a poner a nadie en riesgo (pensó Isaac)  El Miedo parecía alimentar aquella cosa de alguna forma e Isaac ya no seria más El cuenta cuentos. — nada— dijo al fin Isaac.
—¿Estás Seguro?— preguntó de nuevo Eliel con aquel miedo protagonizado en su rostro.
Se escuchó el motor de un auto sonar muy fuerte y volvieron la mirada descubriendo la camioneta de la policía cruzando en el puente, adentrándose a la residencia. Isaac palmea el hombro de su amigo alentándolo a regresar con los demás, escucha esa voz ronca susurrar algo a lo lejos tras él. Pero no quiere hacer caso “es solo el viento” (se decía a sí mismo)
Ubicados en el estacionamiento. Isaac se tocaba los pantalones sintiéndolos totalmente secos y preguntándose lo que había sucedido…todo pasó muy rápido. No estaba seguro de lo que vio.
—¿todo bien?— le preguntó Luis posando la mano en el hombro de Isaac y él asintió mintiendo.
—¡llegaron los padres de Edgar!...¡y la abuela de Andrés!— anunció Charles desde su costado, mirando a la multitud que comenzaba a recibir a los vecinos.
Los parloteos de la muchedumbre ensordeció a los sapos que a penas cantaban por ahí, el grillo de por sí se había callado, solo el viento lograba mermar lo que sucedía a la distancia…se ve un poco de movimiento entre la gente y finalmente se empieza a ir la camioneta policial.
—¡MI HIJO!— Se escuchó finalmente un lamento espantoso de una mujer y la multitud cae cerca de la mujer a recogerla, se ve al padre del “mala conducta” abrirse camino a pasos pesados con la cara encharcada caminando alrededor del estacionamiento.
Isaac siente un nudo en la garganta y camina lentamente hacia el lugar, no quería creer que fuera cierto. A Eliel se le humedecen los ojos y comienza a seguir a su amigo, los demás niños lo siguen mientras se hacen a un lado a la distancia con un sentimiento muy triste por dentro… la culpa los invadía.
El padre de Edgar golpea la ventana de un carro que estaba allí gritando y asusta a los que rodeaban a su mujer, sacude su mano sangrante y maldice al tiempo que se empieza a alejar de la multitud, maldice de nuevo y se va corriendo fuera de la residencia dejando un alboroto. Su esposa es escoltada después por sus vecinos y los niños de la pandilla se quedaron parados allí, como si pagaran un minuto de silencio por aquellos dos niños, la señora Ana se acercó a ellos de pronto por sus espaldas, Isaac la rodeó con su brazo por la cintura buscando consuelo.—¿Qué pasó allí?— preguntó mirando a la multitud.
Isaac no pudo darle respuestas, su madre nota una mirada preocupante en los ojos de su hijo.—¿está todo bien?— le preguntó ella a su hijo, pero él respondió encogiéndose de hombros. —voy a ver que sucede…— anunció la madre dirigiéndose a la multitud y los niños fueron al sitio siguiéndole los pasos.
Al llegar, entre la gente que se secaba las lagrimas y se miraban las caras con un mal semblante… la señora Ana nota aquel ambiente pesado y algo preocupada se acerca a una vecina de las más antiguas en la Residencia— señora Flor…–llamó de manera disimulada acercándose al callejón entre las torres delanteras.—…¿Qué pasó?.— le preguntó en voz baja a la señora.
—¡Ana!— chilló la mujer mirando a los demás allí, los niños se acercaron para escuchar.—¡es horrible!— volvió a pegarse el pañuelo a la nariz.— encontraron a Edgar y a Andrés muertos en la canal por la salida de La Victoria…— le reveló dejándola impactada.
—¿QUÉ?— Soltó la mujer sosteniendo el aliento. —¿Qué pasó? ¡no puede ser!— dijo quebrándosele la voz imaginando el dolor de la madre, y la Abuela en el caso del otro muchacho.
—¡Sí!... los encontraron con 108 puñaladas a los dos…¡dicen que los picotearon todo!... ¡Que horrible, Ana! Esa mujer está destruida…— agregó la mujer quebrándose en llanto, tan solo imaginando tal atrocidad.
—¡Por Dios!— chilló la mujer  y los niños se quedaron mirándose las caras, mientras que Isaac no pudo evitar pensar en aquella cosa, los abrumó como una cubeta de agua helada… era más una zambullida en un océano glacial, los adultos comentaron todos los chismes al respecto de la muerte de aquellos dos niños, y aquellos seis niños se debatían si creer o no que, habían “provocado” de alguna forma las terribles muertes de Edgar y Andrés… algunos decían que sí, que las concordancias de las heridas, tanto en el arma causante, como la cantidades de veces, eran acorde a la que se contaba en aquel cuento. Pero no era mayor el miedo a admitir algún tipo de culpa de desearle mal, sino el miedo de admitir que un demonio había sido el asesino…Si bien el miedo alimentaba aquel “ Monstruo” ( real o no) también había alimentado la intención de aquellos niños… a la hora de contar aquel cuento como medio de venganza… ¿Fue el miedo lo que mató a esos dos horribles niños?... El miedo  no podía causar esos cortes en sus cuerpos y la pandilla no podía evitar preguntarse. ¿Si Edgar y Andrés habrán muerto como Isaac lo había contado en aquel Cuento?¿Habían estado presenciando cosas extrañas? O ¿habrá sido todo parte de una jugarreta de sus mentes impulsada por el miedo? Ahí quedará el misterio para la muerte de esos niños, dejándoles un nuevo temor: la  abrumadora presencia de la muerte.
Fin.

Sigue:
“ Presencias Oscuras”






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