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Minji estaba en shock, no entendía por qué el rostro de Hanni lucía así, marcas de cachetadas y moretones en sus ojos no pasaban desapercibidos, era innegable que la menor tenía unos hermosos y tiernos ojitos, pero sin duda lucirían aún mejor si esas marcas de agresión que tenía.

-Minji suéltame. - Pidió la menor intentando cubrirse la cara.

Pero Minji inmovilizó sus manos con una de las suyas y con la otra la tomó del mentón para analizar aquellas heridas.

-Minji unnie! ¡Basta, te dije que me sueltes! - Intentó safarse la menor.

-Hanni, ¿Quién te hizo eso?-Minji preguntó totalmente seria aún sin soltarla.

-No te importa, solo déjame- Pidió la menor al borde del llanto.

-Fue él? – Un sollozo fue la única respuesta que recibió. - Hanni, ¿Tu esposo te hizo esto?

-¡¿Por qué lo acusas de algo así?! Eso no te incumbe. - Hanni gritó llorando aún con las manos aprisionadas.

-Lo acuso porque no convives con nadie más que él aparte de mí, lo sé porque estuviste disponible para mí cada maldita mañana de lunes a viernes, y por las tardes y el fin de semana él fue el único que estuvo contigo, además yo no te lastimé, jamás lo haría, entonces nadie más que él pudo haberlo hecho! - Minji levantó la voz.

Y Hanni dejó de hacer cualquier tipo de esfuerzo por soltarse, simplemente apoyó su cabeza contra el pecho de Minji y comenzó a llorar.

Entonces Minji la soltó y la abrazó.

Acarició suavemente su cabello y espalda aún sin poder sacarse de la mente las imágenes de las heridas de Hanni.

Estuvieron un rato así hasta que la menor dejó de llorar y justo cuando Minji creyó que la contraria se había dormido la escuchó hablar.

-Solo no te metas en mi matrimonio, por
favor. - Pidió con un susurro.

Minji no quería hacer eso, ella si que quería meterse en su matrimonio, quería ir a la casa de Hanni a buscar a ese infeliz y partirle la cara, quería lastimarlo diez veces más de lo que había lastimado a Hanni, quería herirlo, mandarlo al hospital, quería...

-No lo haré, tranquila. – Quería demasiadas cosas, pero solamente se limitó a asentir y seguir la petición de Hanni. - Solo no me pidas que me aleje.

Y Hanni asintió, parecía un buen trato seguir las cosas normales, solamente que ahora tenía miedo de que Minji no la tratara igual, lo último que quería era dar pena, después de todo Minji era su amiga por decisión propia, no quería que Minji se quedara a su lado solo por lastima, si tan solo pudiera regresar unos minutos en el tiempo para no revelar sus heridas, si tan solo no fuera tan tonta, se odiaba ahora mismo por eso, no quería complicar las cosas y menos cuando todo parecía ir tan bien.

Entonces la menor se levantó, necesitaba tiempo a solas para pensar, ahora una persona más aparte de ella y su esposo sabía sobre el maltrato que recibía en casa.

Creyó que se iría fácil, pero no se esperó que Minji la tomara de la mano y no la dejara seguir caminando.

-No te vayas. - Minji pidió mirandola a los ojos -Por favor.

-Minji...

-Al menos déjame curar tus heridas antes y si después quieres irte lo acepataré. - La mayor habló sosteniendo con ambas manos la mano de Hanni.

Entonces a la menor no le quedó otra opción más que asentir sintiendo como Minji tiraba de su mano para llevarla hasta su habitación.

Una vez llegaron a la habitación, Minji entró al baño en busca de un botiquín de primeros auxilios mientras que Hanni se sentó en la cama, si bien las heridas en Hanni no eran recientes, al menos podría aplicarle una crema que ayudara a desvanecer las marcas de violencia en la menor.

Al regresar encontró a la chica mirando a su alrededor aún sentada en la cama, Hanni recordaba que Minji solamente llevaba 4 semanas en Corea y sin embargo toda su casa realmente Lucía muy bien amueblada ¿Cuánto dinero tenía esa mujer para vivir así?

Minji por su parte se acercó hasta donde la contraria estaba para agacharse un poco y comenzar a frotar algo de crema en sus hematomas.

Estaban en silencio mientras Minji acariciaba, con sus dedos llenos de crema, los hematomas de la menor, estaba concentrada, frotando con delicadeza cuando Hanni rompió el silencio.

-¿Por qué compraste un piano que jamás tocaras? Digo, los pianos no son nada baratos. - Ella fue directa, realmente tenía dudas acerca de eso.

Minji rió.

-La sala era demasiado grande, hacía falta una decoración. - Hanni continuó mirándola  -Además lo conseguí a un buen precio, la escuela en donde trabajo quería deshacerse de él.

-Eres maestra?- La menor preguntó interesada.

-Algo así, soy mas bien una coreografa.

-¿Y por qué viniste a trabajar hasta Corea?

-¿A donde tan preguntona?- Minji bromeó bajando su mano a la próxima herida en el pómulo de Hanni.

-Lo siento. - Se disculpó la menor bajando la cabeza.

-Solo bromeo. - Le aclaró levantando el mentón de Hanni con su otra mano para poder seguir esparciendo crema. - cuando estaba en Canadá gané algunos premios en competencias de baile, entonces recibí una propuesta de trabajo de la escuela de artes múltiples
SOPA, ¿Haz oido hablar de ella?

-¡¿La escuela de idols?! - Hanni estaba realmente sorprendida.

Minji soltó una leve risita.

- Si, algunos idols suelen estudiar ahí.

-Oh por Dios, debes ser una muy buena
bailarina entonces.

-Solo lo intento. - Minji respondió con modestia para bajar su mano hasta la siguiente herida de Hanni.

La ruptura en su labio.

La menor no podía hablar, Minji necesitaba curar su boca y además, ella no encontraba nada que decir al estar tan concentrada en la caricias que Minji le otorgaba en los labios.

Desafortunadamente ambas dieron un sobresalto al escuchar la alarma de Hanni informar que era hora de separarse.

-Gracias por todo, pero ahora debo irme. - Hanni informó levantándose de la cama.

-¿Volverías mañana?- Minji preguntó con ojitos de cachorro. - Yo... quiero escucharte tocar el piano.

Hanni lo pensó un poco, ella realmente quería volver... Entonces asintió, necesitaba sentir de nuevo esa cálida sensación de la cercanía de Minji. Quería que la semana transcurrir así, tal como lo había sido la semana anterior, porque gracias a Minji, el infierno que vivía con su marido ya no era tan espantoso, a pesar de esas tardes de dolor ella tenía la esperanza de poder refugiarse en Minji al siguiente día. Eso la mantenía un poco tranquila.

Y aunque Minji no quería dejarla regresar a casa con ese monstruo que vivía con ella, no tuvo más remedio que verla partir.

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