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-¿Te gusta? - Minji susurró a su oido.

-Mhg si, se siente genial. - Hanni respondió cerrando los ojos.

-¿Quieres que vaya más lento?

-No, lo estás haciendo bien.

-Si te lastimo dímelo y me detendré.

-Solo continúa. - La menor pidió tirando la cabeza para atrás dejándose consentir.

Pues Minji se encontraba haciéndole un pequeño masaje en los hombros con el único propósito de consentirla y hacerla sentir mejor, puesto que esa misma mañana Hanni había amanecido con fuertes cólicos a causa de su periodo que recién comenzaba, solía ponerse delicada en aquellas ocasiones y el dolor que sentía lo empeoraba todo.

Obviamente a Minji no le gustaba verla así, solo quería devolverle su sonrisa, por lo cual esa mañana ella misma se había encargado del desayuno y de hacerle un té calientito que pudiera calmar un poco los dolores de cólicos, le trajo una mantita y estuvo a su lado en todo momento por si a la menor se le ofrecía algo más, para así poder cumplírselo al momento.

Cuando Minji terminó esta volvió a acurrucarse al lado de la menor para mantenerla abrazada mientras acariciaba su cabeza, era como su pequeña gatita y debía cuidarla bien.

-Gracias por todo. - Hanni agradeció acurrucándose contra ella para abrazarse de su brazo derecho.

-No es nada, Nini, solo quiero que estés bien. - Minji respondió acercando un poquito más a Hanni.

-Eres tan buena conmigo, aún no entiendo como alguien como tú decidió
quedarse para lidiar con todo mi desastre.

-Yah Hanni, he dicho que te quiero, eso es suficiente para quedarme a tu lado, ¿No es así?

-Pero... No quiero que pierdas tu tiempo en mí, además por las tardes debes ir
a dar clases, estás desperdiciando tus mañanas.

-Oye, oye. - Minji la llamó tomando Su rostro entre sus manos para hacerla mirarla y notó como algunas lágrimas amenzaban con salir de los ojos de la
menor. -No debo ir todas las tardes, y aunque así lo fuese, estar contigo es agradable, ¿Sabes lo aburridas que eran mis mañanas antes de conocerte?

Hanni formó un puchero.

-No quiero dar pena. - La menor murmuró casi inaudible.

Sin embargo Minji si logró escucharla.

-No me das pena. - "Me gustas" qué dificil era decir aquellas palabras. -  Escucha, es normal que algunas veces tengamos inseguridades, pero no deberías dejar que eso sea tu prioridad, tú vales demasiado Pham Hanni.

-Es fácil decirlo cuando no tienes una
inseguridad así de grande. - La menor insistió.

-Por supuesto que la tengo. - Minji afirmó.

-Pero pareces una mujer perfecta. -Los ojitos de Hanni seguían llorosos.

-Pues no lo soy.

-Entonces... ¿Cuál es tu mayor inseguridad?- Hanni se separó un poco para mirarla de frente.

Minji fue tomada por sorpresa, ¿Debería decirlo? Porque ella temía ser juzgada, después de todo había conocido a Hanni hace apenas tres semanas, aunque inexplicablemente sentía como si la conociera desde toda la vida pues la confianza que tenía con ella era demasiada.

-Yo...- Minji tomó un respiro. - Soy
intersexual.

Lo había soltado, ella había dejado ir
aquella carga.

-¿Y por qué te avergonzarías de eso? - Hanni preguntó mirando a Minji, la cual yacía con los ojos cerrados esperando a ser juzgada.

Pero eso nunca llegó, Hanni no la juzgó.

-Para empezar, ¿Sabes lo que eso significa? - Minji preguntó sin creerlo todavía.

-He escuchado un poco, ¿Qué hay de malo con eso? Todos los cuerpos son perfectos. - "Y el tuyo mucho más" Hanni penso, que ganas tenía de lucir como ella.

-No era una inseguridad hasta que mi ex novio se enteró de mi condición y me dejó por eso, él era coreano, se fue de intercambio a Canadá, al principio creí que me amaba, pero cuando supo que yo era intersexual decidió dejarme y poco tiempo después regresó a Corea luego de su graduación, a decir verdad él era demasiado inmaduro a pesar de ser mucho mayor a mí. - Minji contó con algo de nostalgia.

-Oh! Yo... Lo siento mucho. - Hanni acarició su brazo en señal de apoyo.

-Está bien, en su mmento me afectó un poco, pero he tratado de ir superando esa inseguridad poco a poco, después de todo debo amarme a mí misma para poder amar a alguien más.

Minji sonrió y automáicamente Hanni también lo hizo.

- Tienes un poder para hacerme sentir mejor siempre. - La menor soltó con total sinceridad volviendo a acurrucarse contra Minji al mismo tiempo que sentía Como esta acariciaba su cabello.

Era agradable pasar tiempo con ella, Minji siempre sabía como hacerla sentir mejor.

Y sin darse cuenta Hanni cayó dormida, no supo cuándo ni cómo Minji se había ido, al parecer la alarma le había avisado que era hora de volver a casa.

Entonces cuando Hanni despertó se dió cuenta de que ahora estaba en la cama de su habitación, Minji la había llevado hasta ahí para que pudiera terminar de descansar; Ella estaba algo triste ya que no había podido despedirse de su amiga y tendría que pasar por un largo fin de semana para poder volver a verla.

Fue grande el susto que se levó al mirar la hora y notar que su esposo estaba por regresar cuando ella aún no había hecho el almuerzo, iba a ir apresurada a la cocina para hacerle algo de comer cuando escuchó la puerta ser abierta.

No había más por hacer, él iba notar que no había preparado nada y la violencia comenzaría nuevamernte.

Así que solamente cerró los ojos y esperó a ser llamada.

- Hanni! - Su esposo gritó.

Y ella fue hasta la cocina con la cabeza gacha esperando los golpes.

Pero estos nunca llegaron.

- Por fin aprendes a cortar los fideos antes de servirmelos. - Beomgyu felicitó exageradamente y Hanni no pudo estar más confundida.

Entonces levantó la cabeza y lo entendió todo. Casi dejó salir una lágrima de alivio al notar que Minji había comprado fideos y los había servido para Beomgyu antes de irse, instintivamente volteó la mirada hacia la sala y notó como todo estaba organizado tal como en la mañana se encontraba antes de su llegada, parecía un sueño que Minji hubiese estado ahí hace apenas un par de horas.

Minji parecía un sueño, un sueño tan perfecto del que no quería despertar
jamás.

No sabía lo que había hecho para merecer a alguien como ella en su vida, pero estaba agradecida, Minji la había salvado, no solamente del maltrato qué estaba por recibir, también le había dado esperanza para seguir adelante a pesar de lo mala que era la vida al lado de su esposo.

Minji era su heroína.

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