Coraline - Måneskin.
Dejé el bolígrafo sobre mi escritorio y procedí a pegarme repetidas veces la cabeza contra esta, frustrada. Me era imposible realizar los deberes del instituto cuando mis propios pensamientos me atormentaban. Me eché hacia atrás en la silla cubriéndome el rostro con ambas manos con un gruñido de frustración. Odiaba que cada que pasara por un momento bueno mi mente me hacía creer que no me lo merecía.
«¿Enserio crees que de verdad alguien tan rota como tú se merece algo bueno?»
«La sociedad no necesita personas rotas, y tú lo estuviste desde ese día en el que tenías nueve años».
De forma incontrolable una pequeña lágrima recorrió mi mejilla al revivir aquel recuerdo de mi infancia, donde terminó mi infancia.
Pasé rápidamente la manga de mi suéter por debajo de mis ojos haciendo desaparecer cualquier rastro de lágrimas, pero seguía con los ojos humedecidos. Me prometí no volver a torturarme a mí misma con aquel recuerdo que me provocaba repulsión hacia mí misma.
Tomé una gran bocanada de aire y al cabo de un rato me calmé. Me eché en mi cama y cubrí mis ojos con un brazo buscando de no pensar en nada. Sentí un ligero peso abordar y acercarse precavidamente hacia mí, retiré lentamente el brazo de mi rostro y sonreí al ver a mi fiel compañero gatuno enfrente mío observándome con sus pupilas dilatadas y moviendo su colita de forma contenta acomodándose a mi lado.
―¿Qué haces aquí manchitas? ―pregunté incorporandome y acostandolo en mi regazo― ¿ya no soportas a los idiotas de abajo?
Miau... Miau.
Sonreí al escuchar su maullido en un tono traumado. Era como si de verdad pudiera entenderme.
Tras lavarme el rostro para no dejar rastro alguno de lágrimas bajé para ver qué hacían mis parásitos. Los hallé en la cocina teniendo de nuevo una pequeña discusión. Me estaba acostumbrando a sus constantes peleas, que por cierto no duraban ni un solo día porque al rato ya volvían a hablarse como si nada, esas cosas eran inseparables.
―Te dije que solo era una taza de agua ¡¿POR QUÉ CARAJOS PUSISTE CUATRO?! ―oí reclamar a Alastor cuando estuve lo suficientemente cerca.
―¡Tal vez me hubiera acordado si no me hubieras dado DIEZ MIL órdenes más señor todo lo quiero mandar! ¡¡Y SI AXER HUBIERA SERVIDO DE ALGO Y ME HUBIERA RECORDADO QUE ERA SOLO UNA MALDITA TAZA!!
―¿¡Y por qué putas me reclamas a mí!? ―protestó el acusado― ¡Tal vez Drake se hubiera dignado a ayudar en algo en vez de simplemente mirarnos todo el rato de manera tenebrosa desde un rincón!
―Ooh miren, ahora resulta que soy yo el culpable de que sean inútiles ―bufó Drake.
En menos de un segundo todos se encontraban discutiendo como salvajes en mi cocina. Me quedé en las escaleras observándolos anonadada sin saber qué hacer. Sentí a manchitas sobarse por mi pierna sacándome de mis pensamientos, hasta que por fin reaccione:
―¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?!
Todos callaron de golpe al verme parada allí. Se reacomodaron en sus lugares como si no hubieran discutido casi a muerte hace un segundo.
―Buenos días... Hazel. ―saluda Alastor nervioso.
―Ni ningún how are you, ni ningún hello ―advertí―, ahora quiero una buena explicación de por qué discutían en mi cocina como salvajes.
―Es que algunas PERSONITAS no saben seguir una simple orden. ―declaró mirando disimuladamente a Lautaro.
―¡¿Y qué necesidad había de gritarme?! ―bramó el acusado.
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Una Historia Encantadora
Random¿Y si te ofrecieran un tentador pacto con cuatro demonios insoportables? ¡★! Hazel, una adolecente atormentada por todo la mayor parte de su vida, decide recurrir a un ritual de Youtube con la esperanza de encontrar la felicidad que tanto anheló d...