II. El giro traicionero

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LIAM

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LIAM

Me desperté con un suspiro, notando la timidez del sol al filtrarse por las cortinas entreabiertas de mi habitación mientras luchaba contra el impulso de quedarme un poco más en la cama. Sin embargo, el eco de la voz del Anunciador en mi mente me recordó que otro día en la rutina caracterizada por no tener sorpresas ni altibajos.

Después de un desayuno rápido, me encontré en la cocina junto a mis padres, quienes estaban ocupados preparándose para su día de trabajo. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, mezclándose con el murmullo de la radio en segundo plano.

—¿Cómo te sientes hoy, Liam? —preguntó mi madre con una sonrisa, mientras colocaba una taza de café frente a mí.

Odiaba el café, realmente me parecía desagradable, pero era un alimento básico para el desayuno, según algún tipo de dieta que realmente no logro recordar. Mi familia se especializaba en la parte alimenticia de una pequeña empresa de la ciudad, así que mis padres traían sus rarezas a casa.

—Bien, supongo —respondí encogiéndome de hombros—. Solo un poco cansado.

Mi padre, levantando la mirada de su periódico. —¿Te estás asegurando de descansar lo suficiente? El descanso es importante para mantener la mente despejada.

Asentí, restándole importancia a su preocupación. —Sí, lo sé. Intento dormir lo necesario, pero a veces es difícil.

Mi madre puso una mano sobre mi hombro. —Bueno, si necesitas hablar de algo, estamos aquí para ti, ¿de acuerdo?

—Lo sé, mamá. Gracias.

Después de un breve intercambio de palabras, me despedí de mis padres y salí de casa rumbo al instituto. Mientras caminaba por las tranquilas calles de la ciudad, dejé que mis pensamientos divagaran, agradeciendo la normalidad de mi vida. Sin embargo, durante las clases, luché por mantenerme concentrado mientras mi mente exploraba los recovecos de las emociones que se agitaban dentro de mí. La curiosidad y la intriga competían con el deseo de mantenerme fiel a la realidad que conocía.

Al terminar las clases, me encontré con Grace en el patio, pero ella parecía un poco desconectada de nuestro entorno desde hace algunas horas.

—¿Pasa algo, Grace?—la miré, buscando alguna respuesta en su rostro.

—Es Eva. No puedo dejar de pensar en ella. ¿No te parece extraña?

"Otra vez esa chica. Liam, debes hacer algo para librarte de ese asunto" murmuró mi voz interior. Pero tuve la curiosa necesidad de darle la razón a Grace.

Mi ceño se frunció mientras pensaba. — Sí, es como si... no encajara del todo aquí.

Sinceramente, no sé qué pasaba por la mente de Grace, pero su inquietud podía más que cualquier cosa, así que se fue con rapidez, perdiéndose de mi vista por completo. Consideré en sí buscarla de inmediato o no, pero decidí restarle importancia, al menos por unos minutos, porque quizá la pelinegra necesitaba su espacio; además, tenía que hablar con el entrenador para decirle que faltaría a clases.

Emocódice (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora