Capítulo 10

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—¿Qué? —Freen bramó tan fuerte, que casi la tiraba de la cama. Había estado a punto de proclamar su amor eterno y ella estaba pensando en posibles maneras de suicidarse.

—Él me asegura que va a ser perfectamente seguro. —Ella se mordía el labio inferior con esos pequeños dientes blancos nacarados y miraba como si estuviera comiendo un cono de helado.

—Becky. . .

—Y, yo sé que rechazaste la idea al principio, pero esta noche a mí realmente me gustaría ir al salón de billar con Sam en su moto. Él me va a enseñar a jugar al billar. —Ella estaba tendida en la cabecera, con la barbilla apoyada en sus manos, y los ojos bien abiertos parpadeaban. Si ella le hubiera pedido las escrituras de Lotus en ese mismo momento, Freen las habría firmado. Dios, qué no haría por ella.

—¿Por qué estás tan decidida a vivir la vida como si no hubiera un mañana?

Su inocente pregunta rasgó un agujero en el corazón de Becky.

—A ninguno de nosotros se les promete un mañana, Freen. Quiero vivir el hoy, sólo en caso de que no haya un mañana. Pero, puedes estar tranquila. Todas las otras cosas son superficiales. Quiero que lo hagas, no me malinterpretes. Tengo una batalla que luchar y un enemigo enfrente, así que quiero disfrutar de mi vida ahora, hoy. —Tomando su rostro entre sus manos, ella la mantuvo inmóvil, así que no había ninguna posibilidad de que pudiera perderse de lo que tenía que decir. —Pero, lo que me has dado tu regalo, pone lo demás en vergüenza. —Con un sonoro beso, ella saltó y se apresuró a remediar.

Freen acostada allí, estaba entre asombrada y paralizada. ¿Qué había sucedido? Había estado a punto de declararle su infinita devoción y ahora el amor de su vida estaba fuera de sí por querer ir a bares y arrojarse desde un avión.

—Bec, casi tuve un ataque de apoplejía cuando te resbalaste de un cabal luchó de catorce años.

Ella no lo hacía a menudo, así que no lo hizo bien, aunque ¡qué diablos! Becky procedió a hacer pucheros. Su labio inferior sobresalía de su labio superior, en una pequeña fracción, y puso sus ojos redondos y tristes. No tardó mucho, Freen no podía soportarlo.

—Ven aquí. —Ella extendió sus brazos. El hecho que Freen continuara estando extraordinariamente desnuda, añadía atractivo al abrazo. Becky saltó a través de la habitación hacia ella.

Agarrándola, ella la abrazó.

—Tendré cuidado, lo prometo.

—Tengo condiciones. —Freen frotó su espalda, deseando poder atarla a la cama y mantenerla allí. Ese destello de fantasía casi le hizo olvidar lo que estaba a punto de decir. Becky... atada a una cama....

—¿Qué condiciones? —Becky no parecía agraviada en absoluto.

De hecho, Becky parecía agradecida que ella no la cuidara lo suficiente como para exigir. Ella habló desde la comodidad de su regazo, con la cabeza apoyada en su hombro.

—Saltarás junto a Nutt. —La vaquera hablaba en serio sobre esa parte. —Y te espero en el lugar de aterrizaje con un camión lleno de colchones.

Freen sintió que su cuerpo vibraba con risitas contra su pecho.

—¿Qué más?

—Tú puedes montar la motocicleta de Sam si usas un casco, y si él no conduce más rápido de treinta y cinco millas por hora. —Su pequeño puño le dio unos golpecitos en el pecho. —Está bien, cuarenta y cinco. —Oye, ella estaba siendo generosa.

—¿No más?

—Sí, él puede enseñarte a jugar al billar. Pero no habrá tragos de tequila y yo lo comprobaré en algún momento de la noche.

Vaquera ardiente「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora