Capítulo 04

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¿Qué estaba pasando? Cuando ella se dio cuenta de que Freen estaba a muy poca distancia de ella, inmediatamente se sentía desolada y fría.

¿Ella no lo hace con vírgenes? Caray.

Las lágrimas brotaron de sus ojos. Ella no se había dado cuenta que la inexperiencia podría alejar a alguien. Debía ser como tener un trabajo. Había que tener experiencia para conseguir uno, pero nadie quiere darte la oportunidad para obtener la experiencia. Tal vez si fuera más bonita. Becky realmente no sabía manejar su atractivo sexual.

No tenía ni idea de si había algo en ella que atrajera a un alguien. Al principio, Freen parecía deslumbrada, pero eso pudo haber sido fingido. Tal vez, ella era el tipo de personas que le gustaba hacer bromas.

Bien, la broma era ella. Estaba apenada y vacía, con los pechos hinchados y doloridos al igual que sus sentimientos; sentía como si alguien los hubiera tomado y pisoteados, pero bien pisoteados.

Mecánicamente, sin interés alguno, hizo todo para las comidas del día siguiente. Nicha se había ocupado de que los congeladores y la despensa estuvieran totalmente equipadas para Becky. Ella había decidido cocinar ahora comida tailandesa para recordarle sus orígenes a los Chankimha.

Con el corazón oprimido, también llevó a cabo las directrices de Nicha concerniente a Freen. Mezcló una gran cantidad de masa de pan dulce para que Freen pudiera tener rollos de canela con el café. Verificó toda una vez más, antes de irse a dormir. Podía oír a los hermanos Chankimha, que estaban viendo la televisión; sonaban como si estuvieran teniendo el gran momento de su vida.

Al apagar las luces, ella evadía las voces procedentes del estudio; rápidamente caminó por las escaleras hasta la habitación de Nicha.

Tirándose en la cama, dejó que las lágrimas fluyeran.

¡Mierda!

¿Cómo se supone que le haría frente a Freen ahora? Se habían despertado cada célula de su cuerpo a los placeres indecibles, y entonces ella se apartó.

Mirando a su alrededor, ella sentía como si la habitación estuviera tratando de acercarse a ella. ¡Dios, ella necesitaba salir a la calle! Ella no podía soportar estar en la casa un minuto más. ¿A dónde podría ir? Ella necesitaba tranquilizarse y no podía pensar en una sola solución, el depósito de agua que ella había descubierto muy temprano era justo lo que le necesitaba.

Si Freen no la quería, ella entonces lavaría su roce inmediatamente de su cuerpo. No había nada malo en ella. ¿O sí? No tenía traje de baño, pero nadie la seguía. Mucho menos Freen, que no quería tener nada con ella.

Freen era una miserable. Temblando de deseo, ella trató de eliminarse la erección que todavía estaba a punto de deformar su cremallera. Había hecho lo correcto. No lo sentía así, pero había hecho lo correcto. Quería sentir a Becky en sus brazos más de lo que deseaba, pero no había manera de que ella pudiera estar involucrada con alguien que esperara algo de ella, algo que ella no estaba dispuesta a dar.

Ella huyó de la casa, tratando de encontrar algún lugar donde no pudiera verle la cara de Becky o de sentir su piel. La había dañado. Innecesariamente. Demonios, ¿por qué tuvo que ser tan dura? Había actuado como una descarada impúdica. ¿Quién hubiera pensado que ella sería virgen?

Demonios, si se acostaba con Becky ella iba a empezar a escoger la porcelana china y las muestras de papel tapiz. No, era mejor cortar por lo sano, antes que la relación se le fuera de las manos. Freen se retiró a su estudio. Este era su santuario. Después de que ella se había graduado en la universidad y se retiró del circuito de rodeo, había estado deseosa por hacer algo, además de sólo trabajar el rancho.

A través de una serie de extrañas coincidencias, la idea de esculpir la estaba inquietando. Para su sorpresa, descubrió que tenía un don para ello. Ahora, varias galerías compraban todas las esculturas que ella hacía. Todavía recordaba la primera que había hecho, un caballo de pie sobre un afloramiento rocoso. Los músculos del animal se delinearon y se podían ver cada pelo en su melena. Ella lo había llamado, Libertad.

Lo que lo hizo aún más importante era que ella lo había hecho por su madre. Ella estaba eufórica; pero falleció. La primera presentación en la que había participado se celebró junto con el rodeo de la Feria Estatal en Dallas. Había sido un simple accidente, pero alguien había comprado esa escultura enfrente de sus narices.

El director de la exposición no había distinguido a Libertad como una única escultura para la exposición, y la vendedora se la había vendido por error. El precio estaba correcto, pero Freen daría su brazo derecho para recuperarlo. Al principio, ella se había enojado. Pero el error no fue adrede. Desde entonces, ella había estado en su búsqueda.

La gente del Rodeo era un grupo muy unido, muy cercano, y un día se cruzaron con la persona que lo había comprado, pero ella no tenía intención de venderla. La persona había pagado en efectivo, así que era como buscar una aguja en un pajar.

Ahora, ella estaba sentada en la oscuridad de su estudio, y no en el paraíso, sentía una maldita soledad. La cama extragrande en una esquina le hizo señas. Cómo le gustaría ver a Becky extendida a través de ella, desnuda como el día en que nació ¡Mierda! Todo lo que quería hacer era caminar de regreso a la casa principal, encontrar a Becky, y tener su blando, y pequeño cuerpo apretado en sus brazos. Ella la besaría una y otra vez, luego, permitiría que su pene duro como el acero se hundiera en el terciopelo de su feminidad.

Pero eso no iba a pasar, Becky estaba destinada a tener un marido que la amara y niños que la adoraban. Ella no podía ofrecerle ninguna de esas cosas, así que era lo mejor, ya que Sarocha no estaba a su altura.

Un chapoteo de agua se escuchó a través de la ventana de su estudio, en el segundo piso, advirtiéndole que alguien estaba jugando en el depósito de agua. Freen no podía imaginar quién era. ¿Quién demonios...?

Ella se acercó al depósito de agua, arrastrando su mano en el agua fresca y clara. El brillo de la luz de seguridad era lo suficientemente brillante, por lo que Freen podía ver claramente. La noche estaba tan silenciosa que se podía oír su suspiro. Ella sostenía la toalla sobre sus pechos; tenía piernas hermosas y bien formadas. La luz de la luna le acariciaba la piel de sus brazos y piernas dándole un aspecto tornasolado. Ella podría pasar como una ninfa del bosque que salió a jugar.

Freen estaba encantada totalmente. Cómo pudo haberse alejado de esa cosa tan dulce, era uno de los grandes misterios de la vida. Su cabello castaño le llegaba hasta la mitad de su espalda. Durante unos tensos minutos, Freen se olvidó de respirar. La toalla se le cayó.

Vaquera ardiente「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora