"Regreso"

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Han pasado cuatro meses desde que llegué a Nueva York

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Han pasado cuatro meses desde que llegué a Nueva York. Durante este tiempo, Emily ha insistido en que vaya a Chicago a visitarla. Finalmente, decido hacerle caso y voy por unos días. Nos encontramos en una cafetería, charlando y poniéndonos al día sobre nuestras vidas.

De repente, unos chicos entran en la cafetería y mis ojos se cruzan con los de Lucas. Siento una oleada de sorpresa y algo más que no puedo identificar del todo. Lucas mira a su alrededor, se puede ver la batalla emocionar que tiene, decide venir a saludar, se acerca a nuestra mesa y nos saluda con una sonrisa.

-Hola, chicas -dice, mirando especialmente hacia mí-. ¿Cómo has estado, Liliana?

-Bien, gracias -respondo, tratando de sonar casual.

-Me alegra volver a verte Liliana, pero debo irme.

Lucas se despide después de una breve charla se nota que estaba nervioso y se aleja.  Estoy tan agradecida de que se fuera, Emily me mira con una sonrisa traviesa.

-Creo que todavía le gustas a Lucas -comenta, observándome atentamente.

No digo nada y dejo pasar su comentario. Siento que no estoy preparada para andar con ningún chico todavía y mucho menos con todo lo que le paso a Lucas por mi culpa . Mis sentimientos son un laberinto complejo estoy rota, Dimitri causó tanto daño en mi, que no crea que vuelva a estar con nadie más. No dejo pensar en él y duele cada día más.

Después de un momento, Emily cambia de tema y seguimos charlando, disfrutando del tiempo juntas.

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Empieza como cualquier otro sueño erótico. Unas manos fuertes y duras me recorren el cuerpo desnudo; sus palmas encallecidas me aprietan los pechos, con los pulgares me roza los pezones, erectos y sensibles. Arqueo la espalda y noto la calidez de su piel, el peso de su cuerpo inmovilizándome contra el colchón. Con sus fuertes piernas me obliga a separar los muslos y su erección me roza el sexo; su prepucio se introduce entre mis pliegues y ejerce una ligera presión en el clítoris. Gimo y me froto contra él; se me tensan los músculos internos de las ganas que tengo de que me penetre. Jadeo, estoy completamente mojada y con las manos me aferro a su trasero fuerte , trato de obligarlo: hacer que me folle.

Pero algo en mi interior se inquieta, una sensación incómoda que crece con cada roce, cada caricia. La excitación se transforma en confusión y al abrir los ojos, la realidad se cuela sin piedad en mi mente. Es Dimitri, desnudo y excitado, encima de mí, sujetándome en la cama.

-¿Me has echado de menos, mi niña? -murmura al oído con su cálido aliento.

«¿Mi niña?». Dimitri nunca habla en mis sueños...

La sorpresa me golpea como un puñetazo en el estómago. No estoy soñando, es real. Dimitri está vivo,"mi Dimitri está vivo" y el peso de sus mentiras y su traición me aplasta.

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