Yang Jeongin, alías, cupido. Es un aprendiz harto de que la única pareja que está destinada desde hace años, por el amor tan fuerte, puro y sincero que se tuvieron, ¡No estén juntos! Es más, ¡Bang Chan odia a su destinado! No lo entiende, así que en...
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Cuando llegó junto a Felix al gran comedor, por primera vez sintió hambre. Al ser Cupido, un ser poderoso, no es capaz de sentir hambre, sueño o sed, esas cosas humanas y capaces de hacerlo bajar la guardia. No eran necesarias, pero ahora que tenía el cuerpo de un humano, esas necesidades básicas llegaron de golpe.
Junto a Felix se sirvió en su charola, claramente lo mismo que el rubio, quien rió encantado.
— No puedo creer que tengamos los mismos gustos, será el destino o algo así.
Sonrojado, Jeongin bajó su vista. Estaba avergonzado. Caminó junto a Felix y sentándose en una mesa vacía, miró detenidamente los palillos.
¿Cómo mierda se usan?
— Uh, Felix, yo no sé usar estos.
Alzó los palillos, haciendo que el mayor abriera sus ojos completamente sorprendido y avergonzado.
— ¿Eres extranjero? Dios mío, y yo aquí obligándote a comer algo que quizá ni te guste. Dios, iré por un tenedor, enseguida regreso.
Quería negárselo, pero el rubio ya se había ido. Suspirando, miró la comida, quería probarla; se veía apetitoso.
— Bien, dime. ¿Qué mierda quieres con Lee?
Una voz increíblemente gruesa lo hizo saltar de su lugar. Frente a él estaba Bang Chan, quien traía una charola con más comida que él, completamente diferente a la suya. Frunció el ceño al no entender a lo que se refería.
— ¿Disculpa?
— No creas que no conozco a los de tu tipo. Intentan ser amables y humildes, pero cuando la confianza es mucha, lo dejarás en bancarrota. Déjame decirte que te vayas perdiendo ahora mismo y dejes a Lee, es demasiado idiota para no notar tus dobles intenciones.
¿Cómo rayos Felix se pudo enamorar de éste hombre? Empujando su mejilla con su lengua, se sintió enfurecido.
— Creo que eres el último que merece llamar a Felix así. ¿Algún problema con que sea su amigo? ¿Está mal que intente llevarme bien con alguien tan dulce como Felix? ¿En qué te afecta, de todos modos?
Chan gruñó en protesta, golpeó la mesa y se acercó a Jeongin, tomándolo de la camisa, intentando intimidarlo. Cosa que no logró, ambos gruñía como animales.
— ¡Chan, suéltalo! ¿Qué mierda te pasa?
Llegó Felix, separando a ambos. Chan abrió sus ojos sorprendido, viendo cómo el rubio prestaba atención al castaño, revisando sí no le pasó nada; estaba desconcertado. Felix siempre estaba pendiente de él, siempre se preocupaba de él. ¿Por qué estaba fijo con aquel desconocido? Gruñendo se fue del comedor, con un extraño dolor en su pecho.
Ignorando por completo la mirada triunfadora de Jeongin, quien fue capaz de leer sus pensamientos.
« ¡Felix solo debe prestarme atención a mí! ¿Por qué mierda le preocupa ese Jeongin? ¿Y yo qué? Jodida mierda. »
Parece que alguien también estaba enamorado.
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