𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝐈𝐈𝐈

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𝐎𝐌𝐍𝐈𝐒𝐂𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 ;;

Edward se sentía inquieto en la habitación de Bella, la humana dormía plácidamente sobre su brazo pero la apartó suavemente procurando no despertarla. Necesitaba saber la razón de su inquietud.

Se acercó a la ventana e inhalo un poco de aire sin embargo, un olor que no sentía hace mucho tiempo se coló por sus fosas nasales y los recuerdos de cuando leyó la mente del nuevo estudiante y la visión de Alice, azotaron su mente. Él no podía estar allí, pensó.

Sin dudarlo saltó por la ventana y camino hasta la calle principal siguiendo el olor que le envolvían los sentidos mezclado con el olor de la sangre.

Abrió los ojos tanto como pudo al ver como el otro vampiro se cenaba a ese pobre vagabundo y por un momento deseó probar la sangre humana. Se acercó al vampiro y lo alejó del inerte humano, ignoró el hilo de sangre que caía por el cuello del hombre y se giró para mirar al otro inmortal que sonreía descaradamente como si no le importará lo que acababa de hacer.

— Ha pasado tanto tiempo. Hola, Ed.— saludo burlándose, aunque también estuviera sorprendido de ver al chico que quería convertir en su amante allí moviéndose con libertad haciéndose pasar por un adolescente. Edward, por el contrario, se encontraba paralizado, su primer amor estaba ahí, sonriéndole con los dientes manchados de sangre, como si no hubiera muerto hace ya tanto tiempo.

— ¿Por qué estás aquí?— fue lo único que pudieron formular sus labios, pestañando para disipar las lágrimas que se acumularon en sus ojos pero que no caerían por sus mejillas.

— La misma pregunta me la hago yo.— el ambiente se volvió tenso, los amigos que fueron en el pasado se miraban fijamente con emociones encontradas, emociones que pensaron que estaban extintas.— Deberías estar en una caja enterrado junto a tu madre en un cementerio.

— Y tu deberías estar cremado junto a miles de soldados.— por alguna razón, estaban enfadados con el otro y soltaban aquellas hirientes palabras inconscientemente.

— Ah, ya entiendo. ¿Fue el doctor rubio no? Dime, ¿Carlisle fue quien te convirtió?— volvió a sonreír pero su mirada detonaba de furia. Acorraló a Edward contra la pared de cemento acercándose peligrosamente a su cara.

— No es difícil deducirlo, somos el único aquelarre en Seattle.— respondió mirando hipnotizado las facciones del pelinegro.

— Bien.— Edward creyó por un segundo que Dominick besaría sus labios, pero en cambio se separó abruptamente y se acercó al muerto en el piso.

— ¿Que estás haciendo?— pregunta el cobrizo desconcertado.

— Está claro, Edward. Qué no somos los mismos de antes. Todo en nosotros cambio, además, no dejaré al pobre hombre aquí. Esperó que te hagas el ciego y no digas nada, de no ser así, tendremos problemas.— le dedicó una última mirada antes de desaparecer entre la oscuridad con el cuerpo en sus hombros como si fuera un saco de papas.

Edward lo miró irse sin atreverse a detenerlo y exigir respuestas, en eso algo dentro de su cabeza hizo click y recordó las palabras del inmortal —“¿Carlisle fue quien te convirtió?”, ¿cómo sabía él de la existencia de su creador?, ésto no se podía quedar así. Necesitaba hablar con Carlisle, urgentemente.

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Dominick miraba como el cuerpo muerto de su cena se lo llevaba la corriente del río perdido en sus pensamientos, recordando momentos de su vida humana con Edward.

Aún recordaba la primera vez que lo conoció, era 1914 y la clase de deportes se llevaba a cabo en la cancha del instituto. Edward memorizaba sus notas para la clase de piano después de que se haya inventado una excusa para no practicar.

Levantó la mirada al escuchar unas risas, escaneo al grupo de cuatro personas, específicamente a aquel azabache de ojos azules y sonrisa deslumbrante.

Evidentemente no eran de su clase, mucho menos de su grado. Edward escaneo al chico y pudo deducir tres cosas con solo la mirada que le devolvió el chico.

La primera; era uno de los chicos populares, la segunda; se dedicaba a desflorar damas por diversión sin involucrar los sentimientos, la tercera; era que no quería meterse con ellos para evitar problemas.

El cuarteto de amigos le pidió al profesor si podían utilizar la cancha de básquetbol, este accedió sin tomarle mucha importancia. Edward bajo la mirada cuando el pelinegro buscaba a alguien con su mirada.

Ignoró el partido que iniciaron los mayores e incluso recogió sus cosas para abandonar la clase o ese era su plan hasta que el balón de básquetbol estampó contra su cabeza.

Se giró molesto para encarar al idiota que lo había golpeado, topandose con el azabache que se había robado su atención mostrandole una sonrisa apenada, las mejillas sonrojadas y el resto de su cara sudada.

— ¿Acaso estás ciego?— suelta el de cabello cobrizo, mirándolo enojado.

— Yo... Lo siento mucho, no pensé que te fuera a dar en la cabeza.— añadió el más alto sintiendo el tono de regaño con el que el menor le hablo.

— Pues es obvio que no lo hiciste. Apartate de mi camino, ciego idiota.— Dominick lo hizo de inmediato no queriendo enfadar más al chico, Edward le dió una última mirada bufando mientras negaba con la cabeza.

Los días siguientes, Dominick insistió en querer formar una amistad con Edward, quien se hizo de rogar aún rencoroso por el golpe en su cabeza, pero finalmente cedió cuando comenzó a irritarle la actitud del chico con su persona.

El inmortal intentó no sonreír ante el recuerdo e quiso volver a enterrar esos recuerdos en el fondo de su mente pero le era imposible, no cuando eran tan buenos. Pero ahora, todo era tan diferente, Edward tenía una familia y una novia, él solo tenía a Isaac y eso no le molestaba para nada, era feliz con él y debía volver a creer que Edward yacía en una tumba junto a su madre, la dulce Elizabeth Masen.

Volvió a su casa y subió a su habitación donde su compañero sexual le esperaba dormido, él se cambió por una cómoda pijama y bajo de nuevo a la sala, encendió la televisión pero no prestaba atención a la película para adultos que estaban transmitiendo a esa hora.

Dominick intentaba controlar las viejas emociones que luchaban por salir a flote después de tanto tiempo reprimidas y abandonadas, pero no podía, no debía volver a sentirlas, no cuando todo en su vida estaba solucionado y no quería agregar un problema a la perfección de vida que llevaba.

Porque sí, con solo esa pequeña interacción, Dominick dedujo que Edward sería un problema, un problema que no quería enfrentar.

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Holaa, ha pasado tiempo desde mi última actualización.

Estoy convulsionando con la primera interacción de Edward con Dominick después de prácticamente 100 años.

Estoy emocionada por el camino que nos espera como lectores y escritora, se vienen tantas cosas que espero tenerlas en orden para que sea placentero para ustedes leerlas.

Ojalá que les haya gustado esté capítulo, nos vemos en una siguiente actualización.

NEUTRALTOX1C | 2024.

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⏰ Última actualización: Jun 09 ⏰

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𝗢𝗡𝗟𝗬 𝗬𝗢𝗨 || 𝐸𝑑𝑤𝑎𝑟𝑑 𝐶𝑢𝑙𝑙𝑒𝑛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora