CAPITULO III: Y me dejó con mi soledad

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El corte final del quinto semestre era igual que los anteriores, convertí en un hábito festejarlo en Valkiria, rodeada de compañeras y "amigas", un gran título a un grupo de mujeres que solo les importaba lo que pasaba durante la fiesta y claro, el pago de la cuenta de toda la noche, aunque esto solo era el resultado de mis decisiones, curiosamente los caminos que eliges te llevan a lugares que debes conocer, así no vuelvas nunca a ellos.

Noche de viernes, los jeans que me encantaban, una camisa leñadora de cuadros rojos con negro, un chaleco café y mis botas largas, me alise el cabello, todo listo para la disco, tome la billetera y las llaves, nunca llevaba el móvil, al llegar me recibió Lauren, la barman con la primer cerveza de la noche, de fondo sonaba una salsa, mi ritmo favorito, debo ser clara mi excelente gusto musical se debía a la influencia de Isabela, en mi mesa estaban las habituales chicas pero llamo mi atención una mujer de cabello rubio rizado, ojos color miel y de manos delicadas en perfecta armonía con su postura, ella se quedó mirándome hasta que se acercó para sentarse a mi lado.

-Verónica, supongo

- ¿Supones?

-Disculpa, me llamo Bárbara, acabo de llegar a la ciudad y conozco a un par de tus amigas, me invitaron a pasar la noche y conocer a alguien interesante, tú.

-Entonces tiene sentido qué sea la primera vez que te veo, mucho gusto y bienvenida a la ciudad.

- ¿Qué quieres tomar? Te invito lo que quieras

-Estoy bien por ahora - Respondí alzando la cerveza que acababa de empezar.

-Eres bastante seria pero bueno, podemos hablar, ¿no?

-Hoy no hablo mucho, pero si quieres bailamos – Extendí mi mano y ella acepto

Bailamos toda la noche, Bárbara tenía tanto interés en mí que no dudaba en expresarlo, yo como pocas veces logré hablar de mi vida sin renombrar mi pasado, tampoco esperé que ella me contará del suyo, era solo una noche.

Desde que Isabela se fue de mi vida, no había podido conectar ni siquiera para un beso con alguien en el bar, compartía mi tiempo con las extrañas con las que nos reíamos de cosas sin sentido, más allá de sus nombres y sus edades no sabía nada, por lo que conocer a Barbara era igual, superficial y casual.

Antes de salir del bar la besé, un impulso bastante atrevido a mi manera de ver pero ella respondió con una gran calidez, así que la tome por la cintura y por un largo rato no deje pasar la oportunidad de sentir sus labios en los míos, puso sus manos en mi cara y al oído me propuso ir a un motel a pasar el resto de la madrugada, me sonroje y asintiendo acepte su propuesta, aunque no sabía si sería fácil conseguir un sitio dónde no tuvieran tabús teniendo en cuenta que éramos dos mujeres, ella parecía segura de tener el lugar adecuado así que pedimos el taxi, durante todo el camino Bárbara puso su cabeza en mi hombro y me daba besos suaves en el cuello, en mí dos nuevas emociones por un lado el éxtasis de querer continuar los besos en un espacio privado y por el otro nervios de entrar a un motel que no conocía pero desde Isabela, estaba abierta a que las posibilidades eran infinitas.

La entrada del sitio tenía el nombre "Motel Luna Azul" en letras de rojo neón llamativas, el taxi entro en un parqueadero, me sentía haciendo algo prohibido, así que me baje rápido esperando encontrar pronto una entrada y me encontré de frente una pequeña recepción con vidrios polarizados de piso a techo, me quede a un lado esperando qué Barbara pagará y le entregaron la llave de la habitación ubicada en el tercer piso, era obligatorio esperar el ascensor, mi pena creció más cuando las puertas se abrieron y otra pareja salió, intenté desviar la mirada pero Barbara de nuevo me beso, al llegar a la habitación ella entro primero buscando el baño, un ambiente algo grotesco, yo no estaba acostumbrada, una cama doble con tendidos sencillos, dos mesitas de noche con un solo cajón que al abrirlo encontré un par de condones así que lo cerré, un televisor qué al prender sintonizo el canal XXX, llena de asombro lo apague, preferí sentarme en el sofá de una forma poco usual, al poco tiempo ella salió, se notaba más cómoda y yo un atado de nervios.

Amar Sin AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora