Capítulo 6

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Fenris jugaba algo inquieto con una hoja sobre un árbol, había quedado de esperar a Elira pero se estaba tardando demasiado, más que otras veces, por lo que pudo suponer que no iría a su encuentro.

"Aburrido"

Volvió con desgano a la tribu y se dirigió a su choza, allí estaba Niva holgazaneando en su cama hecha de piel de animal.

-¿No tuviste suerte?

-¿Suerte con qué?

-Pensé que estabas cazando a algún Ulrians, dicen que la carne de los Recolectores es muy rica. Tenía fé de que trajeras la cena.

-Puedo cocinar carne en una fogata, Niva -dijo molesto- cazar animales es mejor que humanos.

-Lo siento, señor amargado.

De pronto, Niva empezó a olfatear el aire, su rostro mostraba un ligero asco, se acercó demás a Fenris provocando su incomodidad.

-¿Qué tienes? Eres molesta.

-Hueles raro -lo miró seria- ¿Te has encontrado con algún Recolector? Hace bastante que siento un desagradable aroma.

-Mi hermano fue lo suficientemente claro con lo de no acercarme a ellos, no tendría porqué desobedecer.

-Fen, sabes que no dejaré que te acerques a ellos, tu Revelación de Instinto todavía...-él la interrumpió.

-¡Ya lo sé! ¡No necesito que me lo recuerdes!

Con cierto enojo Niva empujó a Fenris haciendo que casi pierda el equilibrio y cayera, se acercó hasta él enseñando sus desarrollados colmillos y figura de autoridad, entre los Lupanis Niva era la más peligrosa, si algo no le parecía, no tenía problema en arreglarlo a golpes. Al no querer sentirse humillado, Fenris gruñó tomando una mejor postura, su máscara le impedía mostrar su ferocidad completamente, pero no se doblegaría tan fácil.

-Solo lo hago porque somos amigos y quiero protegerte -dijo ella molesta.

-Sé cuidarme, Niva, no necesito que seas mi cuidadora, entiéndelo de una vez.

En la tribu de los Lupanis las peleas eran lo más llamativo, todos allí podían sentir cuando alguien peleaba porque nadie podía controlarse, soltaba gruñidos bestiales reclamando poder e imponiendo autoridad, era bien sabido que al empezar una pelea, nadie podía intervenir, era un juego de ganar o morir, no había más.

-¡Ya basta! ¡Dejen de pelear!

La voz de la pequeña Kaela los alertó de su llegada, ambos reaccionaron de su trance para ver como esta lloraba con mucha pena.

-Navi, deja a Fen, por favor.

Ella le obedeció con un suspiro, ahora la culpa la invadía totalmente, no solía actuar así con él, eran amigos desde hace tanto tiempo que pelear solo sería arruinar todo su vínculo. Con algo de vergüenza se acercó a Fenris, él suspiró derrotado, ya sabía lo que venía y no tuvo más remedio que aceptar. Se acercaron lo suficiente para rozar sus narices como si de un beso esquimal se tratase, eso era señal de pedir y aceptar el perdón.

-Está todo bien, tonta, pero no vuelvas a perder la cabeza sólo porque piensas que me relaciono con los Ulrains -dijo el rubio.

-Es inevitable, no puedo permitirme perder a mi familia por culpa de ellos.

Ambos sonrieron de manera sincera, la pequeña Kaela se acercó a Fenris abrazando sus piernas, este la alzó en sus brazos para borrar todo rastro de lágrimas, luego repitió la acción con la pequeña, rozó su nariz con la de ella, sentía que le debía una disculpa.

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