Un mes había pasado desde que los rebeldes habían provocado un escándalo en el Consejo de Ancianos, pero parecía que en la pequeña tribu de los Lupanis todo seguía igual, los habitantes transitando como nada, algunos en sus chozas o cabañas sin salir, resignados por el destino que les había tocado, otros intentando verle el lado positivo y avanzar. Era un mundo tan incierto.
Un chico de rubios cabellos paseaba por el mercado central, tenía la suficiente hambre como para robar algo, pero la comida se veía tan deplorable como él. Varios pensamientos lo asaltaban, todavía recordaba a aquella pequeña chica de cabello castaño que salvó de los rebeldes "¿Habrá muerto?" se preguntaba con cierta preocupación, pero luego los sonidos de sus tripas le hacían olvidar todo lo acontecido. Caminó a su choza, la que compartía con una amiga cercana, quizás era una buena idea salir a cazar.
-Oye, Fenris -Niva salió a su encuentro con una cara de pocos amigos- deja de holgazanear, iremos por comida ¿Vienes?
-¿Irás tras Cazadores o Recolectores? -ella asintió- entonces no, perdí el apetito.
-Como quieras.
Ella salió sin más preocupaciones dejándolo solo, la verdad es que se moría por algo de comer, pero cazar a los Ulrains no era su deporte favorito, a pesar de que no sean bienvenidos en su tribu, él no les tenía ningún rencor, tampoco a aquella maldición que ni siquiera sabía existía. Fenris había sido desterrado al momento de nacer, sus ojos de un característico color amarillo lo habían condenado en primera instancia, por lo que creció como un Lupanis desde pequeño.
Mientras más vueltas daba en su choza, más hambre le daba, por lo que decidió salir a dar unas vueltas por la tribu a ver si alguien necesitaba ayuda o algo por el estilo, mientras se mantuviese ocupado, el hambre desaparecería. Solía pensar de vez en cuando en los rebeldes, y los aborrecía porque cazaban humanos sin razón aparente, podría entender si era por defensa, pero no había justificación en sus actos y el Consejo de Ancianos de la tribu no imponía un castigo adecuado, provocando así una división de los habitantes. Los rebeldes y los sobrevivientes. A pesar de que eran grupos distintos, todos habían pasado por la "Revelación de Instinto" y eso los hacía en el fondo iguales.
-¡Hey, Thorne!
En medio de su caminata, pudo encontrarse al líder de la tribu, Thorne era como un hermano mayor para Fenris, por lo que tenía cierta confianza con él.
-Fenris, que gusto verte tan activo -este le sonrió- creí que ibas con Niva por algo de comer.
-Su menú no me convenció -dijo alzando sus hombros- preferí dar una vuelta por la tribu.
-Eso es bueno, creo que vi a la pequeña Kaela pasar por aquí, sabes que tarda muy poco en querer ir a buscarte.
-Esta vez me adelantaré para que vayamos por algo de comer, me apetece más su compañía.
Sonrió divertido y se despidió del jefe para seguir su camino, ir con esa pequeña revoltosa a comer algo era mucho más entretenido que cazar humanos.
Dio un par de vueltas buscándola, la tribu no era tan grande como para buscar por tantas partes pero la pequeña no aparecía, entre tanto andar, a Fenris le había empezado a dar sueño, dejó salir un bostezo que más bien parecía un gruñido feroz, algunos de los Lupanis que estaban cerca lo miraron con enojo.
-Que delicados -susurró mientras seguía su camino- ¿Dónde estará?
-¿Quién, Fen?
La voz de la pequeña se hizo presente de un momento a otro asustando a Fenris, era una niña bastante sigilosa, demasiado para sus 6 años. Él acarició su blanco cabello con una sonrisa.
-Pues tú, ¿Quién más? Vengo a hacerte una invitación.
-¿Una invitación? ¡Claro!
-¿Quieres venir a comer bayas al bosque conmigo?
-¡Sí, me encantaría! Pero Fen, ¿Pasó algo? ¿Por qué no llevas tu máscara?
Eso alertó a Fenris, cubrió su boca y salió corriendo con una velocidad impresionante a su choza, nunca salía sin esa máscara, por una extraña razón le daba tranquilidad, tenía un leve pensamiento de que si algún Recolector lo encontraba y no veía sus rasgos de Lupanis a simple vista, no le temerían.
Al entrar vio que Niva ya había llegado, tenía sus manos ensangrentadas y restos de aquel color yacía en su boca también. Pasó de ella y fue por su máscara, al tenerla en sus manos la colocó en su lugar, así estaba mejor.
-¡Fen!
La pequeña Kaela había entrado también a la choza, ya era costumbre que la pequeña pasara tiempo junto a Fenris y Niva, pero al rubio no le gustaba que viera la cacería de su compañera, odiaría que aprendiera desde tan pequeña a cazar a los humanos solo por diversión.
-Ve afuera un momento, ¿Si? -la pequeña asintió y salió- ¿Qué traes hoy? Parece una armadura bastante peculiar.
-Lo llevaba una chica Cazadora, los encontramos saliendo del bosque ¡Era muy linda! Debiste ver su expresión de miedo cuando ya no podía escapar.
Su voz emocionada además de esa mirada tan tenebrosa era lo que Fenris odiaba, sentía que poco a poco la perdía en sus instintos salvajes.
-Límpiate ¿Quieres? Detesto el aroma de la sangre humana, lo sabes.
-Eres un amargado, solo la odias porque no la has probado.
-Me comí un jabalí mientras no estabas -mintió- así que no tendré hambre por una semana, ahora Kaela y yo vamos a por el postre.
Dio media vuelta y salió de la choza para encontrarse con la pequeña, hoy sería día de comer bayas silvestres, además verían si podían recolectar algo más para hacer alguna tarta de fruta o algo similar.
A lo largo del día comieron y recolectaron una gran cantidad de bayas silvestres, Fenris se preocupó de no exponerlos a peligros innecesarios, vigilaba a la pequeña constantemente y trazaba una ruta que él sabía no era peligrosa. Llegaron a un río donde pescaron varios peces, las garras del rubio servían bastante para atrapar a los peces, y la pequeña intentaba imitarlo. Cuando empezó a anochecer y se disponían a volver, Fenris se percató de una presencia extraña, una que hace un rato los observaba.
-Kaela -dijo con voz calmada- adelántate y no mires atrás, si escuchas que viene más gente solo escóndete.
Ella le obedeció y empezó a correr con una parte de la comida que habían recolectado, Fenris escondió lo demás y se concentró en su entorno para distinguir aquellas presencias. En la noche sus sentidos se agudizaban por lo que le era mucho más fácil hacerse uno con el bosque. Pisadas se escuchaban por su derecha, otras por su izquierda y otras por detrás, eran tres Cazadores. Al momento preciso, saltó al árbol más cercano que tenía, cuando ellos se acercaron lo suficiente solo pudieron bufar por perder a su objetivo.
-¡Mierda! -soltó uno furioso- ¡No creas que te dejaremos ir! Tus odiosos compañeros asesinaron a una de los nuestros.
-No me confundas con ellos, Cazador -con cierta elegancia bajó de aquel árbol y se dejó ver antes ellos- no quiero pelear, es mejor que se vayan.
-¡No me des órdenes!
Aquel Cazador se abalanzó sobre él pero no obtuvo resultados, Fenris tenía una velocidad sobrehumana, por lo que esquivó todos sus ataques y cuando tuvo la oportunidad, lo golpeó en su estómago para dejarlo inconsciente.
-Váyanse -amenazó a los demás- ¡Váyanse del Bosque!
Los demás Cazadores reaccionaron y tomaron el cuerpo de su compañero para salir corriendo, a pesar de la oscuridad el rubio pudo grabarse sus facciones, no los olvidaría. Después de que se fueran, dejó salir un bostezo, esa pequeña interacción había consumido toda su energía, así que buscó su comida para poder volver a la tribu, había un festín que preparar.

ESTÁS LEYENDO
Suertes Diferentes
FantasiaLa tribu de los Ulrains tiene una compleja condición, sus habitantes suelen convertirse en Lupanis, híbridos con cualidades excepcionales, pero que los convierte en la peor desgracia de todo su clan. -La foto la tomé de internet. -Historia re-escri...