||A través de tus ojos||

El reflejo de tus ojos

Estaba agotado.

Su mente era un mar infinito de pensamientos que lo atormentaban y el era un naufrago que poco a poco se hundía en el sentido de dolor, incertidumbre y peor aún, celos. Celos del hombre, quien ahora, tenía la atención de Penelope.

-¡Maldición!- dijo mientras una de sus botas se azotaba contra la pared de su habitación.

Había visto a penelope, a la mujer de sus deseos, sonriendo con ese caballero mientras que él se encontraba al otro lado de la habitación, sin quitarle la vista de encima. Colin era consciente que sus celos no estaban justificados, al fin y al cabo, eran mejores amigos.

Pero por amor de Dios, por unos pocos segundos sintió lo que el pecado, la necesidad y el deseo le hacían a un alma necesitada como él, lo que hizo que quedara atrapado entre las manos de penelope. Lo único que los había unido por un fugas instante, fue un beso. Un beso que hizo que él estuviera de rodillas ante ella.

Un beso que hizo que su mente lo torturara cada segundo del día. El recuerdo que descansaba en su memoria como el suave toque de su mano contra la suya. Un beso tan conmovedor que hizo que el suelo en el que estaba parado se desmoronara ante él.

Dolía verla sonreírle a otro caballero, y más aún, sabiendo que era un posible pretendiente para ella. "Eso es lo que quiere, no puedo intervenir en sus deseos" se había repetido infinidad de veces, pero simplemente no podía dejar de repetir la escena de ellos dos hablando alegremente en la exhibición de libros a la que los habían invitado. Dolía como la mierda.

Había ido a beber al bar de Mondrich's, luego de entablar una ridícula conversación con los caballeros, aquellos que no dejaban de indagar en sus historias de viaje. Beber calmaria sus pensamientos y el dolor punzante que en su corazón hacia presión desde hace semanas cada momento que recordaba la escena de Lord. Debling y Penelope bailando.

Dormir a su mente para que dejara de atormentarlo sería la mejor opción. Sin embargo, no resultó como deseaba. Su mente había jugado una treta, entre más alcohol bebía, más eran los recuerdo que llegaban a el, como una avalancha de nieve. Penelope inundaba todo su ser.

Colin había decidido retirarse del bar y regresar a Casa Bridgerton, Saliendo del lugar pudo divisar que había pasado mucho tiempo de su noche en el lugar. Al menos en su casa daría rieda suelta a sus recuerdos e imagenes y nadie se daría cuenta, mientras estuviera en su habitación. Entró sin hacer mucho ruido por la puerta principal y subio las escaleras delicadamente hasta la puerta de su habitación.

Al entrar a sus aposentos lo primero que pudo ver fue su diario, lo había dejado sobre su cama.  Esa mañana había intentado corregir algunos escritos de sus experiencias y vivencias a lo largo de los países que recorrió, sin embargo, su mente se lo nego, no podía dejar de ver a Penelope. Estaba embriagado de ella. Sacudiendo levemente su sabeza, se sentó y empezó una lucha infernal para quitarse los zapatos que lo tenían atrapado. Su mano derecha haciendo estragos para poder, tan siquiera tomar ambas botas en su punto de visión, en el momento en que enfoco un poco más sus ojos en su mano, vio la cicatriz que se había provocado el día en que penelope había ido a su casa para sus lecciones de seducción.

Recordó como sus hermosos ojos azules destellaban de pánico y miedo mientras la vendaba delicadamente con una servilleta, su suave mano rodeaba la suya mientras hacia suaves toques de presión para que la sangre dejara de fluir, mientras que sus labios, ¡oh Dios! Sus suaves, rosados y delicados labios se abrían lentamente mientras pasaba la lengua entre su labio inferior. Fue en ese momento que su mente volvió a la realidad. Había lanzado su bota con tanta fuerza que habia sido lanzada contra la pared de su habitación mientras soltaba una ofensa hacia su mente. ¿Porque lo castigaba de esta forma?.