Mi cuerpo comenzó a pesarme, hacía años que no me sucedía. Quería correr pero simplemente me dejé envolver por las sabanas de mi cama. Lloré por un rato más, no sabía que hora marcaban las manecillas del reloj, no sabía que día era, no sabía si era de mañana o si la noche ya había llegado; lo único que me importaba era poder dormir un poco más, con el gran deseo de ya no despertar jamás.
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Ecos de una mente incomprendida
Poesía¿Qué sucede cuando un pensamiento intrusivo que es mayormente triste invade tus pensamientos y tu cabeza?, a veces simplemente los dejamos estar ahí, dando vueltas como una tortura constante, dolorosa e hiriente. Es libro es un pequeño pensadero de...