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"Ya llegué", anunció Akari mientras entraba a su casa, dejando sus zapatos en la entrada. Miró alrededor, pensando que había pasado desapercibida, pero apenas comenzó a subir las escaleras, una voz la detuvo.
"Dime dónde estuviste", exigió Iwaizumi, recostado en el sofá. "No me digas que con Yoshi porque vino a buscarte, y a mí me dijiste que ibas a salir con él". El tono de su voz revelaba una clara molestia.
La castaña se giró, asustada al ver la expresión severa de su hermano. Él la miraba con una ceja alzada, esperando una respuesta. Akari se acercó a él y lo abrazó con fuerza.
"Hermanito, te quiero tanto", dijo, tirando de sus mejillas. "Cada día estás más guapo, creo que conquistarás muchas chicas en la universidad".
"No me trates de engañar, niña tonta", replicó el chico, alejándola suavemente. "Además, invité a Oikawa y debe estar por llegar, así que dime la verdad o tendremos un tercero en esta conversación", amenazó.
"Salí con...", Akari hizo una pausa, buscando una excusa. "Con Kunimi", gritó finalmente. "Es que, tú sabes, los chicos no saben declararse y yo lo estuve ayudando", añadió nerviosa.
"Hmm", Iwaizumi la observó con suspicacia antes de finalmente alejarla, haciendo que cayera al suelo. "Eres una persona muy rara", dijo, levantándose del sofá. "Estaré en mi cuarto. Cuando llegue Oikawa, dile que vaya a verme. Y gracias por los halagos", añadió, marchándose rápidamente.
"Hajime", protestó la chica mientras se levantaba del suelo con una mueca de disgusto. Se acercó a la televisión para encenderla, pero su celular vibró. Era Yoshi, así que contestó.
"¡Maldita!", gritó Yoshi al otro lado de la línea. "Hoy teníamos que estudiar matemáticas, ¿o ya no te acuerdas?", añadió dramáticamente, haciendo que Akari se asustara.
"Me olvidé por completo", dijo riendo nerviosa.
"Eso es evidente, tonta", el chico sonaba molesto. "Fui a tu casa y tampoco estabas".
"Salí", respondió sin más.
"¿Con quién?", preguntó Yoshi con intriga.
"Tú sabes con quién".
"¡Saliste con Oikawa!", exclamó. "Me cambiaste por un hombre, un hombre guapo, pero me cambiaste".
"Nadie te cambió, imbécil".
"Sí lo hiciste", el chico lloriqueaba en broma. "Aún recuerdo a la pequeña Akari odiando a Oikawa".
"Cállate".
"No, aún me acuerdo que decías: 'Jamás me fijaría en él'", continuó Yoshi, fanfarroneando, pero la puerta sonó.
"Yoshi, te llamo después, mi abuela llegó", dijo la chica rápidamente, cortando la llamada sin esperar respuesta.
