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"¿Viniste en taxi?" preguntó rápidamente su hermano, sin perder el tiempo.
"Sí, nos está esperando afuera," respondió Akari, manteniendo una actitud despreocupada. "Así que, caballeros, nos vamos. Lamento si causo alguna molestia," agregó mientras tomaba suavemente a Atsumu del brazo.
Atsumu, consciente de que su estatura y corpulencia eran considerablemente mayores que las de Akari, hizo un esfuerzo visible por actuar lo más sobrio posible. Aun así, su andar tambaleante traicionaba sus intentos.
"Amor," la llamó con un tono entre dulce y avergonzado, "¿No estás enojada, verdad?"
"Claro que no," respondió Akari con una suave sonrisa, aunque su tono indicaba que no estaba del todo complacida. "Son cosas que pasan, pero para la próxima, solo llámame. Hajime parecía estar de mal humor," agregó, lanzando una mirada significativa a su hermano.
"Es que Iwaizumi es un señor, siempre está ahí regañándonos," se quejó Atsumu, haciendo un puchero infantil que, a pesar de su estado, logró sacarle una risa a Akari.
Mientras salían del bar, Akari no pudo evitar notar la mirada inquisitiva de Oikawa, quien aún no podía creer lo que estaba viendo. La situación era tan surrealista como incómoda, y aunque Akari trataba de ignorarlo, el peso del pasado que compartían estaba allí, innegable.
"Vamos," dijo con firmeza mientras guiaba a Atsumu hacia la salida, consciente de que cada paso los alejaba de una conversación que no estaba lista para tener. Oikawa observó cómo se iban, una mezcla de sorpresa y añoranza reflejada en sus ojos.
"Así que por eso no me hablabas sobre ella," dijo Oikawa, enfrentando a su amigo con una mezcla de resentimiento y frustración. "Hubiera preferido que me lo dijeras en lugar de enterarme de esta manera," agregó, su tono teñido de sarcasmo.
Iwaizumi lo observó, notando cómo su amigo tomaba un largo trago de su cerveza, la mirada perdida en algún punto del bar. "¿Y qué importa si tiene novio? Han pasado años, Oikawa. No creo que hayas vuelto con alguna intención oculta," dijo Iwaizumi, intentando mantener la conversación en un terreno neutral.
"Claro que no," respondió Oikawa, aunque la incomodidad en su voz era evidente. "Solo... es un poco raro verla así, como si todo lo que pasó entre nosotros nunca hubiera existido," admitió con un suspiro, "Parece que se llevan bien."
"Se van a casar," soltó Iwaizumi, con una franqueza que hizo que Oikawa casi se atragantara con su cerveza. "Todavía no tienen la fecha, pero ya sabes cómo es todo ese lío," añadió, observando cómo la sorpresa y el descontento se apoderaban del rostro de su amigo.
"¿Matrimonio?" repitió Oikawa, la incredulidad y el desagrado mezclándose en su expresión. "¿Cómo es posible eso?" preguntó, aunque sabía que la respuesta no cambiaría lo que sentía.
Iwaizumi lo miró fijamente, con una seriedad que pocas veces mostraba. "Ella no es la misma chica que tú conocías, Oikawa. Tú solo fuiste un amor adolescente, una parte de su pasado," explicó, su tono firme pero no carente de compasión. "Con Miya, las cosas han sido completamente diferentes. Muy diferentes," enfatizó, bajando la voz al final, como si cada palabra cargara un peso que Oikawa apenas comenzaba a comprender.
