Mi pasión siempre ha sido el vóley, y desde que entré al shiratorizawa, lo fue aún más. En el gimnasio resonaba el sonido de zapatillas chirriantes y el golpe metódico de la pelota contra el suelo.
A nuestro equipo lo habían dirigido hacia el gimnasio donde jugaban los representantes de vóley masculino, y yo Aiko, estaba con mi uniforme aún nuevo y mis zapatillas apenas desgastadas, me sumergía en mi entrenamiento, perfeccionando mi técnica, ajena a las miradas que atraía.
Era un día como cualquier otro, hasta que mi saque, potente y certero, tomó un rumbo inesperado. La pelota, como si tuviera voluntad propia, se desvió en un arco perfecto hacia la figura imponente de Wakatoshi Ushijima, el as de Shiratorizawa. Yo solo pudo observar, con una mezcla de horror y fascinación, cómo la pelota impactaba con un sonido sordo contra la cara del jugador estrella.
El tiempo pareció detenerse. La pelota cayó al suelo, seguida por el silencio atónito de los jugadores y espectadores. Ushijima, conocido por su compostura inquebrantable, tocó su rostro con sorpresa antes de dirigir su mirada hacia la culpable involuntaria.
Yo con el rostro encendido por la vergüenza y el corazón latiendo en mis oídos, me apresure a disculparme.
— Disculpame, ¿te he lastimado?
Pero fue la mirada tranquila y la leve sonrisa de Ushijima la que me dejó sin palabras. En ese momento, algo cambió. Un lazo invisible se formó entre nosotros, uno que ni la red más alta ni el bloqueo más fuerte podrían romper.
Y así comenzó mi historia al lado de Ushijima, una historia de amor y voleibol, de encuentros fortuitos y destinos entrelazados. Porque a veces, un simple error puede dar inicio a la jugada más hermosa de todas.
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DESTINO | USHIJIMA
RandomEn la danza del voleibol, donde cada salto es un verso y cada remate una rima, Aiko y Ushijima encontraron la melodía de sus corazones.