𓂃⊹ ִֶָCapitulo 1. .ᐟ.ᐟ

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Era común escuchar que los Omegas debían mantener un cuerpo saludable, con curvas perfectas y una figura delgada para satisfacer a los Alfas. Sin embargo, Giyuu nunca se sintió particularmente interesado en esas expectativas. Era indudablemente hermoso, pero no se preocupaba demasiado por su apariencia física. Su novio, Sanemi, siempre le había dicho que era perfecto tal y como era, y eso le hacía sentir amado y aceptado.

Giyuu confiaba en que Sanemi lo amaba sin importar sus características físicas, ya fuera gordo, flaco, bajo, alto, o cualquier otra cosa. Esta seguridad le brindaba una felicidad profunda, convencido de haber encontrado a alguien que lo apreciaba por quien realmente era. Se sentía afortunado de tener un novio que, según él, veía más allá de las apariencias y valoraba su esencia y personalidad por encima de todo.

Vivía con la certeza de que su relación estaba basada en un amor incondicional y auténtico, lo que le permitía vivir con tranquilidad, sin preocuparse por las presiones externas sobre su cuerpo. Esta convicción le daba una paz interior que fortalecía su autoestima y la confianza en su relación con Sanemi.

Gracias a esta confianza, Giyuu fue vulnerable a las perturbadoras mentiras de su novio, cayendo en ellas sin siquiera darse cuenta. Poco a poco, se encontró atrapado en un mundo de engaños, donde su percepción de la realidad se distorsionaba cada vez más. Sanemi, en quien tanto confiaba, se convirtió en la fuente de su confusión y dolor, mientras Giyuu se sumergía más en las mentiras, sin que nadie lo sostuviera en su caída.

Pero, según Giyuu, Sanemi no actuaba con mala intención. Creía firmemente que su novio nunca lo lastimaría a propósito; simplemente pensaba que Sanemi quería cuidarlo. Giyuu se convencía a sí mismo de que las palabras y acciones de Sanemi eran muestras de preocupación y amor, no de control o manipulación. Esta creencia lo mantenía en la relación, aferrándose a la idea de que Sanemi siempre buscaba lo mejor para él, a pesar de las señales contradictorias y el creciente malestar que sentía.

Sin embargo, todo cambió un día tras una conversación reveladora con Sanemi. Algo en sus palabras hizo que Giyuu empezara a ver las cosas de manera diferente, y una perturbadora obsesión se apoderó de su mente. Desde ese momento, Giyuu comenzó a obsesionarse con su peso y apariencia, convencido de que debía cambiar para mantener el amor de Sanemi. La idea de no ser suficiente tal como era lo consumía, distorsionando su percepción de sí mismo y llevándolo a adoptar comportamientos extremos para alcanzar un ideal imposible.

Además, Sanemi comenzó a ponerle apodos que no le gustaban mucho a Giyuu. Sin embargo, Giyuu se convencía de que Sanemi lo hacía con cariño, creyendo que su protector nunca actuaría con malas intenciones. A pesar de las dudas y el creciente malestar que los apodos le causaban, Giyuu seguía aferrado a la idea de que Sanemi solo quería lo mejor para él, manteniéndose atrapado en un ciclo de confusión y dependencia emocional.

"Cerdito."

"Gordito."

O simplemente... Lo mismo pero peor.

"Cerdo."

"Gordo."

Giyuu nunca creyó que Sanemi tuviera malas intenciones al ponerle apodos, ya que Sanemi era plenamente consciente de los problemas que Giyuu tenía con la comida. Desde que era solo un niño, Giyuu utilizaba la comida como un mecanismo de desahogo para lidiar con la ansiedad que lo había atormentado desde temprana edad. Además, recientemente le habían recetado unas pastillas para la ansiedad que, lamentablemente, habían contribuido al aumento de peso de Giyuu. A pesar de estas circunstancias, Giyuu seguía confiando en Sanemi y en su amor, sin sospechar que estas acciones podrían tener consecuencias más profundas en su relación y en su bienestar emocional.

El aumento de peso de Giyuu, pasando de 42 kilos a 56 kilos, resultó ser un tema delicado para Shinazugawa, quien mostró su molestia de manera evidente. Tanto fue así que decidió ignorar a Giyuu durante tres largas semanas. Sin embargo, en su interior, Shinazugawa se debatía entre la tristeza y el deseo de estar solo para procesar sus emociones. Esta reacción, aunque pareciera dirigida hacia Giyuu, también reflejaba el propio conflicto interno de Shinazugawa y su dificultad para manejar la situación de manera más compasiva y constructiva.

La percepción de Sanemi sobre el peso y la salud refleja una visión sesgada y poco realista. Considerar que pesar 56 kilos siendo una persona de 1.67 metros de altura es estar "gordo" revela una influencia negativa de los estándares de belleza poco saludables y una falta de comprensión sobre la diversidad de cuerpos y metabolismo.

Además, la negación de Sanemi a aceptar que pesar 44 kilos tampoco es saludable sugiere una desconexión con los riesgos para la salud asociados con un peso insuficiente. Esta actitud puede estar arraigada en una idealización delgada como sinónimo de belleza y éxito, ignorando las necesidades nutricionales y el bienestar general.

Sería beneficioso para Sanemi explorar y cuestionar sus creencias sobre el peso y la salud, y considerar la posibilidad de buscar información y apoyo de profesionales de la salud para obtener una perspectiva más equilibrada y compasiva hacia su propio cuerpo y el de los demás. Adoptar una actitud de aceptación y cuidado hacia todas las formas y tamaños corporales es esencial para promover la salud física y mental en la sociedad.

Obviamente no iria con un profesional para ayudar a su novio.

Tras los apodos y comentarios sarcásticos de su novio, Giyuu comenzó a cuestionarse a sí mismo:

"¿Realmente soy bonito?"

Dudaba de si Sanemi solo estaba bromeando o si realmente le estaba afectando de manera consciente. Se aferraba a la esperanza de que Sanemi no sería capaz de herirlo de esa manera, de que todo era simplemente una forma de bromear y no una muestra de verdadero desdén. Sin embargo, las dudas seguían persistiendo, sembrando la semilla de la inseguridad en su mente y afectando su autoestima.

A pesar de las dudas que lo asaltaban, Giyuu se aferraba con fuerza a la convicción de que Sanemi solo estaba bromeando. Estaba seguro, muy seguro, de que su novio no tenía la intención de herirlo y que sus palabras ásperas eran simplemente parte de su estilo sarcástico. Esta certeza le proporcionaba un resquicio de tranquilidad en medio de la tormenta de incertidumbre que había comenzado a asolar su mente. Con esta creencia arraigada, Giyuu intentaba mantener viva la chispa de confianza en su relación, aferrándose a la esperanza de que, al final del día, el amor y el respeto de Sanemi prevalecerían sobre cualquier malentendido o comentario hiriente.

Adelgazar. | Sanegiyuu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora