ℙ𝕣𝕠𝕝𝕠𝕘𝕠 - 𝕄𝕖𝕝𝕠𝕕í𝕒 𝕕𝕖 𝔻𝕖𝕤𝕚𝕝𝕦𝕤𝕚𝕠𝕟

113 10 3
                                    



Practicar.

Ejercitarse.

Perfeccionarse.

Prepararse.

Con más intensidad.

Con mayor esfuerzo.

Mucho más intensamente.

¡Hasta que el cuerpo colapse!

Hasta que el cuerpo se congele de frío o hasta que el cuerpo sea consumido por las llamas. Ser más fuerte es más importante que nunca, el ser más fuerte es la única razón ahora en su cabeza. El sonido de gotas de sudor caer al suelo junto a las respiraciones agitadas resonaba en el lugar. El ambiente frío combinado con el olor a quemado, de carne quemada, desde que lo vio, desde que supo que estaba vivo, desde que todo eso ocurrió, Todoroki Shoto se ha mantenido con un objetivo fijo en su mente durante todo este tiempo. Su mente, su cuerpo, su ser, solo piensan en una sola cosa: en él.

Desde que supo la verdad, no ha parado de someterse al más duro entrenamiento que pueda. Al principio fue para aliviar su frustración, para olvidar el dolor, pero con el tiempo se volvió una meta, una meta el ser más fuerte, para cuando llegue ese momento, cuando vuelva a verlo.

"¡Agh!" se quejó con intensidad al intentar activar su lado de fuego. Había llegado al límite y solo se estaba lastimando.

"No, puedo soportarlo, debo hacerlo" murmuró entre dientes mientras las llamas comenzaban a invadir todo su brazo y a consumirlo poco a poco. Dolía, pero el dolor valía la pena. Solo quería más, poder seguir y aguantar más. No podía mostrar debilidad, no ahora.

Pero un golpe seco resonó por todo el lugar cuando su cuerpo cayó como un saco de papas sin piedad contra el duro y frío suelo. Sus pupilas temblaban y sus ojos comenzaban a cerrarse poco a poco. No sentía su cuerpo, no podía mover sus brazos, sus piernas, nada respondía. Por más que quisiera, no podía moverse y nadie estaba ahí para ayudarlo.

En ese estado de semiinconsciencia, su mente viajaba a través de los recuerdos, a las imágenes borrosas de su infancia, al rostro de su madre, al fuego y al hielo que lo habían marcado para siempre. Los gritos de su padre resonaban en su cabeza como un eco eterno, exigiéndole más, siempre más. Era un ciclo interminable de expectativas y decepciones, de dolor y perseverancia.

La razón por la cual seguía adelante no era solo por su padre, ni siquiera por sí mismo. Había algo más profundo, un deseo de demostrar que podía ser diferente, que podía superar las cicatrices del pasado. Cada quemadura, cada congelación, cada caída era un paso más hacia esa meta que se había impuesto. Un paso más para convertirse en alguien que pudiera enfrentar cualquier adversidad, cualquier enemigo, sin importar lo fuerte que fuera.

El frío del suelo contra su piel quemada lo despertaba ligeramente, haciéndolo consciente de su propia fragilidad. La soledad del entrenamiento, la oscuridad que lo rodeaba, se sentían como viejos amigos.

Sintió como el dolor de su cuerpo poco a poco dejaba de sentirse. ¿Por qué no dolía? El dolor era tan extremo que era inevitable no sentirlo, pero ahora no duele. Es más, está comenzando a dejar de oír. Solo oye un pitido en sus oídos, nada más, y un poco de su respiración y también un poco de los latidos de su corazón, latidos que siente que poco a poco están dejando de sonar, latidos que poco a poco están dejando de latir. Su corazón está parando.

"¿Qué haces aquí?" trató de murmurar sin éxito alguno mientras veía una figura borrosa dejar caer una bolsa al suelo y correr hasta él.

No podía oír lo que decía a pesar de que aquella persona estaba enfrente de él agitando su cuerpo. No oía sus palabras, tampoco sentía sus toques, ni siquiera podía verla claramente, todo estaba tan borroso, tan oscuro. Se sentía calmado, en paz...

Armonía Disonante (Todoroki x Jirou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora