Después de volver de las profundidades del Tartaro, Shun descubre que aun hay cosas horribles capaces de asustarlo, como pensar que su hija pueda salir herida por su propia mano
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Divino, eso era lo que era ahora. Un ser divino, un dios. El dios del inframundo.Pero ese no era que lo hecho calmara, para nada. Menos cuando este ser divino con quien había fundido su alma deseaba destruir a la humanidad.
Muchos desearían este inmenso poder, ansioso de complacer los deseos que conllevaba. Pero Shun no lo quería. No quería destruir, ni matar, ni lastimar. Él deseaba proteger.
Entonces retrocedió. Pese a que su cuerpo, sus instintos y una parte de su corazón gritaban por acercarse a la ya no tan pequeña niña que lo miraba con ojos anhelantes. No, no podía.
-Mama. -Natasha, sin embargo, no parecía asustada en absoluto. Aún a pesar de sentir el poderoso cosmo maligno que habitaba en él Tampoco parecía importarle su nueva apariencia, con túnicas negras, cabello rojizo y ojos apagados, ella dio un paso adelante, con las manos extendidas.
Habían estado separados muchos años. Luego de que los dioses destruyeran el cosmo de los caballeros a través de las constelaciones e incendiaran la tierra dejando solo habitable la infernal isla de la Reina Muerte. Shun, rompiendo su propio tabú había usó el poder de Hades que habitaba dentro de él y al que tanto temía para proteger a Seiya, a costa de que su cuerpo mortal fuera destruido. Sin embargo, a su vez se hizo uno con el dios Hades y, como dios, un dios pecador, fue condenado y atado en el Tartaro donde vagaban los peores infiernos existentes. Aun viviendo en el constante e interminable martirio Shun no hizo ningún intento por escapar ni separarse de Hades, pues, si lo hacía, el poder de la espada de Hades, que mantenía atado a Seiya como pilar humano y última esperanza de la humanidad desaparecería. Asi que no, aun si tenían que vivir en sufrimiento eterno el y Seiya estaban más que dispuestos a pagar ese precio por la esperanza de la humanidad. Aunque esta divinidad era un castigo para él, siempre que fuera una bendición para la tierra, lo aceptaría.
Le dio esta explicación a Shura cuando fue al Tartaro para tratar de sacarlo de ahí. El caballero de Capricornio tenía el tiempo limitado para permanecer en esa dimensiom, pero antes de irse prometió hallar la forma de rescatarlo, a él y Seiya sin comprometer a la humanidad
Shun no tuvo mucha fe de sus palabras ya se habia resignado a su destino. Pero Shura de alguna forma había logrado cumplir su promesa y traerlo de vuelta. A el, a Seiya, Hyoga y Shiryu. Junto a Ikki, quien permaneció cuidando la Isla de la Reina Muerta y esperando ansioso su llegada. Los cinco juntos a vez mas dieron una última pelea contra los dioses que había querido destruir su amado hogar y ganaron. Pese a todo pronóstico y aun a costa de sus vidas. El cosmo de una pequeña pero fuerte y nueva Sao los protegió y les dio la fuerza necesaria para alcanzar la victoria.
Pero momentos después la satisfacción y alivio de haber podido salvar la tierra fue suspendido al ver a una joven de pelo turquesa correr hacia él.
Sin importar cuantos años pasaran reconocería esos ojos celestes en cualquier parte. Era Natasha, su pequeña, la niña que crio con a Hyoga y amaba con todo su corazón. La niña por la cual aprendió a hacer coletas, que jugaba con muñecas y poseía un alma imperativa. El paso de los años no fue en vano. Su pequeña ya no era tan pequeña, sus largas coletas habían sido reemplazadas por un cabello corto rizado. La piel clara no parecía haber sufrido los estragos de vivir en un lugar rodeado de lava. Los vestidos extravagantes y costosos que Hyoga le compraba se habían reducido a una sudadera holgada, pero aun usaba unas medias de rayas similares a las que le regalo en su primer cumpleaños. Se notaba que había crecido, no solo en estatura sino también en experiencia. Su mirada transmitía la madurez y solemnidad dignos de alguien que había soportado múltiples dificultades, pero sin perder la fe. Ahora debia tener la edad que ellos tenían cuando empezaron a pelear en el torneo galáctico. Se veia tan grande, pero cuando sonrio descubrió que seguia siendo la pequeña Natasha que adoraba.
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El mes del cosmos (Saintober)
FanfictionHistorias de Saint Seiya inspiradas en los promps del Saintober (del 2022) ¡pero mejor tarde que nunca!