15. Arrepentimiento

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Las olas eran suaves mientras se arremolinaban en la orilla, los pies de Saori e incluso el raso de su falda se empaparon pero no le prestó atención. El precioso sol del atardecer la iluminaba de frente. La brisa salada acaricio su rostro, dándole confort y calma a sus pensamientos.

La última vez que la arena tocó sus pies fue al salir de las profundidades del santuario de Poseidón. Los chicos habían recibido atención médica, fueron internados y dados de alta. El día de hoy ya estaban totalmente recuperados y Saori había sugerido dar una caminata en la playa a modo de festejo. Una forma de relajar sus mentes después de una gran batalla tanto física como mental.

Que poco podía hacer por ellos.

Hubo un dolor agudo en su corazón provocado por el aguijón de la culpa y arrepentimiento.

Cerró los ojos e intento no hacer ninguna expresión que pudiera delatar el dolor. Tras de ella, sentados en la arena estaban los chicos, Seiya, Hyoga, Shiryu, Shun e incluso Ikki. La acompañaban mirando en silencio el atardecer.

Podía sentir sus miradas en la espalda, ninguno nunca le había renegado lo que habían sacrificado, ni un rasguño, ni una palabra. Ellos solo le tenían amor y lealtad eternos a ella y la tierra, dispuestos a dar su corazón y alma sin rechistar.

Pero ¿cómo podía verlos a la cara sin sentir la culpa? A veces quería preguntarles ¿Se arrepienten de todo esto? Pero no sabría qué hacer si la respuesta fuera positiva.

Y a pesar de todo lo que había sufrido y pasado, la verdadera lucha apenas iniciaba. Sus sacrificios no bastaron para evitarlo.

Pero ella no...

- ¿Puedo estar aquí un momento? - Saori se sobresaltó y volteo, encontrando a un Seiya sonriente a su lado - Se me durmieron las piernas de tanto estar sentado. -argumento estirando las piernas con las manos en los bolsillos del pantalón.

-S-si, claro.

Sabían que era poco probable que a un caballero, con tantos años de entrenamiento se le durmieran las piernas solo por estar mucho tiempo sentado. Pero ninguno dijo nada.

Volvio su mirada hacia el atardecer, que ahora era mas naranja que amarillo y trato de concentrarse en el para ignorar los latidos acelerados de su corazón.

Seiya igualmente guardó silencio. Pero después de un rato de incomodidad se atrevió a decir:

-Estas muy pensativa - habló con suavidad, su expresión delató la preocupación. - ¿Quieres hablarlo?

De alguna forma, hablar con Seiya siempre le resultaba más fácil que con los demás. Saori trago y lo volteó a ver.

-¿Aún te duele el golpe en la cabeza? -finalmente se atrevió a preguntar.

Por lo que le contaron, Seiya tuvo que ser lanzado por Hyoga y Shiryu hacia el pilar principal con el objetivo de rescatarla. En consecuencia, uno de los golpes más graves que tuvieron que tratar al llegar al hospital fue una severa incisión en la coronilla que costó bastantes puntadas.

A veces, aun si lo negaba, Saori podía notar como se mareaba o perdía el equilibrio debido al golpe.

En respuesta, instintivamente Seiya llevó su mano al lugar del golpe, pero luego sonrió y se rasco la nuca.

-Ah ¿eso? No fue nada, ya cicatrizo y casi ni lo siento.

No fue nada

Recibir golpes de muerte y ser llevado a los extremos de todas formas posibles. "No es nada" era lo que todos le decían cuando preguntaba.

Se han vuelto sus palabras más odiadas.

-Déjame ver.

A pesar de que Seiya siguió insistiendo con que no tenía importancia Saori sostuvo su cabeza y la inclinó para ver mejor. Sus dedos se deslizaron por el pelo revuelto, masajeando el cuero cabelludo hasta dar con la cicatriz.

El mes del cosmos (Saintober)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora