23. Sueños

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Reunidos, solo ellos dos para una mision  Shura no sabe que hacer frente a la persona que le recuerda un tormento constante, pero parece no ser el unico ¿existira alguna forma de transformar las pesadillas en dulces sueños?

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El cielo estrellado era una buena compañía. La luna brillaba con fulgor en lo alto, casi haciendo innecesaria la luz de la fogata de no ser por el calor que proveía. Pero aun sin este podría ver perfectamente bien lo que escribía.

En sus manos tenía un pequeño diario de bolsillo. Su letra cursiva muy de lado era apenas legible para él. Lo que resultaba conveniente cuando se guardaban palabras tan personales.

Dia 1762

Aioria está a mi lado, literalmente, dormido. El patriarca nos ha enviado a una misión solo a nosotros dos. Jamás he estado a solas tanto tiempo con él. Es la primera noche y ya no se como podre pasar todo este tiempo mirándolo a la cara. El ambiente se pone tenso aun cuando lo intentemos evitar ¿y como no? Es imposible ocultar las emociones por completo. Sé que me odia, en todo caso el más afectado es el al tener que convivir tan de cerca con el asesino de su hermano. Solo espero que podamos acabar esto lo más rápido posible para volver al santuario donde es libre de evitarme. Cosas como esta me hacen pensar ¿que se le pasó por la cabeza al patriarca para mandarnos justo a nosotros dos a la misión sabiendo nuestro historial? Pero no soy quien para cuestionar. Si el patriarca eligió la participación de ambos en esta misión debe ser por una buena razón.

Suspiro y cerró el diario. Escribir fue un hábito que comenzó desde la muerte de Aioros. Aun fuera una simple frase o varios párrafos escribía cada día sin falta, ayudaba como una especie de terapia para soltar lo que tenía retenido durante el día.

Guardó el diario de forrado de cuero y la pluma en su mochila de viaje. Piso la fogata hasta apagarla y regresó a su cama de mantas improvisada en el suelo. Tan solo a unos pasos separada de la de Aioria, lo que dejaba a ambos cerca del fuego.

No podía dormir. Un peso profundo aplastaba su pecho, muchos sentimientos eran renovados con esa presencia a su lado, lo que hacía difícil sentirse tranquilo para atraer el sueño aun después de haber escrito. Había recuerdos que deseaban regresar y sin importar cuantas veces cambiara de posicion estos no parecian querer detenerse.

Se recostó de lado. Cerró los ojos y trató de concentrarse en el sonido de la madre naturaleza. Estaban en una cueva no muy lejos del bosque. Los sentidos de un caballero eran ligeramente más agudos que los de una persona normal. Podía oír el crujir de una rama pisadas por los animales, el viento agitando las hojas de los árboles. A algunas criaturas nocturnas les dio por hacer ruido, pero solo reconocía a los búhos.

Sin embargo, lo que más captaron sus oídos fue... la respiración de Aioria.

Abrió los ojos. Sin poder evitarlo su cerebro captó el sonido más cercano y fácil de reconocer. Incluso comenzó a contar sus respiraciones.

Uno. Dos. Tres. Cuatro.

Era inesperadamente un sonido pacifico, y que le traía tanta calma como la que sentía Aiora al dormir. Tal vez podía intentarlo. Pensó mientras cerraba los ojos, concentrándose en escuchar y contar.

Sin embargo, cuando llegó al veinte se dio cuenta que la respiración de Aioria se volvía pesada. Como si algo apretara su pecho. El poco sueño que logró reunir se evaporó.

Abrió los ojos y se dio la vuelta. El caballero de Leo estaba recostado boca arriba. Sus cejas juntas, sus párpados apretados. Las mantas se enredaban entre sus piernas, apenas cubriendo su cuerpo. Las nubes de vapor salían con cada aliento de su boca y nariz, una tras otra.. A pesar de las bajas temperaturas una capa de sudor cubría su frente.

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⏰ Última actualización: Oct 24, 2023 ⏰

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