Toda la vida había crecido con la frase “Tu nombre está ligado al honor y la reputación de nuestra casa, así que actúa con prudencia en todo momento”.
Siempre vigilada, cada paso que daba podía provocar más daño de lo que pensaba.
Me observaban con una lupa.
“Nunca puedes cometer errores”
“La conducta de una princesa debe ser siempre impecable”
Jamás debes olvidarlo…
Es como si pudieran ver a través de ti.
Dicen: “Ella está viviendo el mejor momento de su vida” … pero soy tan perfecta fingiendo que parece que eso también te enseñan a hacer desde pequeños.
Soy una mujer fuerte, puedo manejar lo que diga la sociedad de mí, siempre me dicen que tengo que disimular y lo hago.
Joyas deslumbrantes, corset ajustado, sonrisa amplia y mentón levantado.
Una vez fuera de las miradas, caigo al suelo y me hago pedazos, mientras con cada lagrima me quiebras más.
Tengo que contener mi respiración…
Digo que no quiero esto y es así, pero ¿Qué pasa si lo hago?
Mi infancia no fue como esperaba.
Todo parecía una obra de teatro, hasta que el telón bajaba y salía la verdad, una familia horrenda, pero te acostumbraste a ella desde pequeña, porque es tu familia después de todo.
Pronto lo único bueno, la única persona que fue fiel y creyó en ti decide irse.
No porque quiere, si no por cuestiones de la vida y así te quedas sola.
El rey, el siguiente sucesor y tú.
Intento ser fuerte, cada día es más difícil, crecer es difícil.
Tan solo tenía dieciséis años cuando mi padre ya estaba buscándome un pretendiente.
Un joven, Lord, me había enamorado, pero antes de decir el decisivo “Si”, mi gran amigo, George, me conto la verdad…
Nunca fue amor, pero así era la gente de la alta sociedad, solo querían riquezas y tener poder.
Al momento que él se enteró que no recibiría ni una sola libra de herencia cuando mi padre, el Rey muriera, se opuso respectivamente a algo conmigo, enfrento a mi hermano, que en ese entonces tenia veinte y por desgracia huyo antes de que él intentara matarlo en un duelo.
Fueron épocas oscuras para el hogar.
El Rey, mi padre, se compadeció de mí, por primera vez y aunque mi hermano y yo no tuviéramos la mejor relación, apreciaba el gesto hacia mí.
Pero entonces los años pasaron y después de estar seis años en sociedad, la gente ya se hacia suposiciones de porque Alina de Francia no había contraído matrimonio.
Sobre todo, ¿Por qué había esperado tanto tiempo?, Y ¿Por qué su padre lo había permitido?
Había una simple respuesta.
Papá enfermo y mientras mi hermano se empezaba a hacer cargo de cosas del reino, yo me dedique a conocer a mi padre, después de tanto tiempo.
No quería que se fuera como Madre, no así, aunque sea quería apreciarlo de alguna forma y que no se fuera con un mal recuerdo de mi corazón.
—Mi pequeña hija — menciona mientras acaricia mi mejilla — Sabes que ya no me queda tanto tiempo — su voz suena apagada.
La tos seca se hace presente por un par de segundos y toma aire tan pesadamente.
—Me cuidas y lograste perdonar a este tonto anciano que no supo cuidarte, pero estarás sola y Gaston contraerá matrimonio en poco tiempo con la princesa Lea de la India, y tu hermano te buscará un esposo.
—Padre, tú sabes que yo…
—Lo sé, lo he comprendido, mi pequeña — toma mi mano — Como último deseo, le pedí a Gaston que te enviara a Londres a Bath en la escuela de artes, después de eso yo ya me abre ido, le pedí a George que vaya contigo, después de todo es como si fuera un hermano para ti.
Sonrió cabizbaja.
—Gracias, padre — una pequeña lagrima recorre mi mejilla, pero la limpio rápidamente — Jamás pensé que harías eso por mí, mi último deseo antes de vivir encerrada con una vida que no deseo.
—Ay, mi pequeña, Dalina — me sonríe — Eres tan parecida a tu madre, incluso más de lo que crees.
Siempre decían eso…
—¿Te puedo contar un pequeño secreto? — cuestiona.
Asiento rápidamente.
—Muchos tienen la idea de que obligué a tu madre a casarse conmigo, pero la verdad es que ella estaba tan enamorada de mí cómo yo de ella, siempre fue amor y creo que el más puro que he visto en mi vida — suelta un suspiro — Ella murió y yo cambié completamente, yo convertí a tu hermano en lo que es ahora y me arrepiento tanto.
La puerta se abre y vemos a Gaston asomarse con cara seria.
—Dalina, George te está buscando, llegaron cartas para ti — informa mi hermano.
Miro a mi padre.
—Antes de que te vayas, le pedí a las criadas que hicieran tus maletas, mañana iras a Bath, será un viaje largo, así que será mejor que descanses.
Me levanto del filo de la cama y me acerco a dejar un beso en la cabeza de mi padre.
—Adiós, padre — hago una leve reverencia — Mañana vendré a verte antes de irte.
El mayor toma mi mano.
—Cuídate mucho, hija mía, siempre te tendré en mente, hasta mi último suspiro.
Le sonrío tristemente por sus palabras y me alejo de él, paso por un lado de mi hermano.
—Gaston — menciono entre dientes.
—Dalina — repite de la misma manera en forma de mascullo.
Paso de largo, sin mirar atrás.
¿Será este un nuevo comienzo?
[…]
Me despedí de padre, fue tan difícil.
Nunca creí sentir este duelo por él, sabía que cuando vuelva él ya no estaría ahí… esperándome.
—Tranquila, Lina, estarás bien.
Me volteo a ver a mi mejor amigo, George.
—Ahora solo te tengo a ti, Georgie — lo abrazo.
La gente nos mira y es normal, que esperarían que una joven dama y un casto hombre estén en medio de todo el mundo abrazados, eso sería todo un escándalo, pero en medio de un barco con gente desconocida, no importaba.
George había crecido conmigo en el castillo, solo que de diferente forma, él era como mi protector, no tuve mi propia doncella, en cambio, tuve a Georgie y no me arrepiento, ahora tengo a la mejor amistad que la vida pudo haberme dado.
—¿Cómo crees que sea Londres? — pregunto viendo el horizonte desaparecer.
—Ahora mismo lo que me preocupa es mi vocabulario, no soy tan elocuente como tú.
Río ante sus palabras.
—Para eso me tienes a mí, te ayudare a cortejar con las bellas chicas que encontremos.
Ambos reímos meticulosamente.
—Estamos lejos de casa, Lina.
—Sí, estamos lejos de casa — lo miro brevemente.
Eso era lo que quería… ¿Verdad?
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I hate it here || Colin Bridgerton
Fanfiction-¡Odio estar aquí! - exclamo a gritos. -No me importa, Dalina, ese es el precio que hay que vivir cuando vienes de una cuna de oro - su tono de voz ha cambiado, friolentamente susurra - Cuando crezcas lo entenderás. Veintitrés años y no... nunca ent...