Capítulo 11: Sueño de una noche de primavera

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Samsara... Samsara... Samsara...

Apuesto a que, ahora mismo, en el mundo real la noche es fría y oscura. Ya debe ser tan tarde que la gran mayoría de Dôrobrethil estará durmiendo, igual que yo.

Una vez más, me encuentro en un inmenso vacío totalmente negro, bajando los oníricos escalones de luz azul que llevan hacia las Tierras del Sueño, mientras yo me he convertido en un fantasma evanescente con forma apenas discernible. 

A lo lejos, puedo ver a otros nebulosos soñadores bajando sus propias escaleras. Sé que eventualmente llegaremos al mismo lugar, a ese extraño sueño colectivo donde nuestros cuerpos físicos no importan. Usualmente me parecería un prospecto emocionante, pero siendo honesto, hoy me siento algo desanimado. Ya tuve suficientes emociones por un día, sobre todo después de ese fiasco de expedición al arroyo, y lo último que quiero hacer ahora mismo es explorar una tierra desconocida.

Está decidido, hoy no iré a las Tierras del Sueño.

Me detengo en donde estoy y observo a mi alrededor. Todo está muy callado, ni siquiera puedo escuchar el sonido de mi respiración o los latidos de mi corazón (esto es un sueño, después de todo).

Sin embargo, conforme mis oídos se van acostumbrando a esta quietud, empiezo a notar algo extraño: es como una nota musical de muy baja frecuencia, muy por debajo de lo que el oído humano puede escuchar en el mundo real. Es la nota más grave que he escuchado en mi vida... o en cualquiera de mis dos vidas. 

Un momento, no es una sola nota, si no dos, tocando en una siniestra armonía. El sonido me hace pensar en una flauta doble, tal vez parecida a un aulós (un instrumento utilizado en la antigua Grecia). En todo caso, a juzgar por el tono y timbre, sería un aulós gigante, tal vez de proporciones cósmicas... y me estremece el imaginar qué clase de criatura podría tocar semejante instrumento.

Es un sonido constante, impasible, que no varía en lo más mínimo y parece provenir de todos lados. Es soportable al inicio, pero se va volviendo incómodo con el paso del tiempo.

Esto no me está gustando. Parece que quedarse aquí tampoco será una opción.

Resignado, me doy la vuelta, y comienzo a subir los escalones de regreso a mi propio sueño. No voy corriendo, pero sí ando a prisa, pues estar aquí me resulta ligeramente inquietante. Eventualmente, llego a un arco de piedra en la cima de las escaleras, el cual funge como entrada a mi mente. A través del umbral no se ve más que oscuridad, al menos al principio. Sin embargo, mis ojos empiezan a acostumbrarse a la penumbra poco a poco... y de pronto puedo ver el sueño que me espera al otro lado de ese arco pétreo.

Es un maremoto.

Se trata del sueño sobre el tsunami y el momento de mi muerte. También el momento de la muerte de la persona más cercana a mi. Es esa odiosa pesadilla que siempre regresa a mi, sin importar cuanto deseo olvidarla.

YO: Nop...

Me doy la media vuelta otra vez, y empiezo a bajar los escalones de luz azul.

YO: Nop, nop, nop...

Llego al fondo de las escaleras, a la entrada a la Tierra de los Sueños. ¡Ugh! Realmente no tengo ánimos para esto, pero supongo que es mejor que cualquiera de las alternativas.

Atravieso este segundo arco de piedra, y de inmediato puedo sentir mi membranosa cola extendiéndose más allá de mi cuerpo, así como mis branquias y mis pequeñas patas.

La curiosidad me invade y me dirijo hacia un charco, donde admiro mi reflejo: me he transformado en un ajolote amarillo, de nuevo.

YO (triste): Poyo, poyo. Soy un tierno ajolote... otra vez.

Reencarnados en un mundo de magia (Sakraverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora