|Capíulo 2|

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"Nunca supe lo que querías... Pero si estaba segura de lo que yo quería. Te quería a ti, conmigo, solo eso"—Frida Kahlo.🥀

Valery.

De algo si estaba segura,  y era que Benjamín Sant estaba tan incómodo sentado en esta mesa como yo, lo que no sabía si era por lo envidente del por qué de está cena.

Sus ojos no me miraron ni una sola vez, intentaba mira hacia otro lado, y no era que yo quisiera que lo hiciera, tampoco me interesaba; pero aquello me daba a entender de que su intención no era ni parecida a la de mi padre, ni a la de Bruno y Mageret, sus padres.

Intentan fingir que es una simple cena, ¡Jam! Nosotros cenando con los Sant no era lo más común, ni por negocios, ni por amistad. Quería acercarnos. Papá quería acercarse a la familia Sant y no estaba pensando ni con la mente ni con el corazón de un buen padre, estaba pesando con el bolsillo.

Mamá por su parte no podía hacer nada, simplemente fingir, fingir y fingir. Y si que nos parecíamos en muchas cosas, pero yo no sabía como fingir en un momento así, no cuando el hombre sentado frente a mí no era el que yo deseaba. 

Benjamín es tan rubio como sus padres. Es tan  menso, tan dócil, tan callado —algo de lo que Margaret y Bruno no podrían decir de ellos mismos porque es evidente lo risueños y parlanchines que son.

El chico frente a mí tiene 21 años, dos años mayor que yo y, solamente hasta ahora, tenemos algo en común, amamos la medicina. Él ya está cruzando sus primeros años de medicina en una universidad  fuera de la ciudad.

—Nuestra hija no ha podido venir porque ha tenido que quedarse practicando, pero estoy segurísima de que se hubieran llevado muy bien, Valery —habló Margaret con voz chillante—. Aunque de seguro ya se han visto alguna que otra vez, Cindy va al mismo instituto y es la capitana de las porristas.

Como olvidarnos de Cindy Sant, la típica rubia indeseable, creyente de que cuando caga, caga bombones aroma a rosas.

—Cindy, claro que sí. Ella es... Ella es muy alegre —dije, sin saber que decir, al menos no algo insultante.

—Oh, su hija es encantadora, he escuchado maravillas de ella. Recuerdo que el otro año ganó como Reina de belleza, en el concurso que hicieron como recaudación para la donación de niños huérfanos. Tienen una hija excepcional. —habló papá.

¡Dios mío! Solo falta que diga que Benjamín es el chico más activo de todo el condado.

Bruno río con orgullo, parecía que le encantaba lo que oía salir de la boca de mi padre.

Si, Cindy es muy talentosa, pero no es conocida exactamente por ser buena ni la mejor hija, no sabiendo ciertas cositas. Yo no soy quien para hablar, hago mis diabluras, es verdad, pero Cindy es el diablo.

—Sería bueno que Valery fuera a la casa, ya saben, a pasar un día de chicas con mi Cindy —habló Bruno, llevando a su boca el quinto pedazo de pastel.

¡Cállese, viejo! No sabe lo que dice.

Tosí varias veces,  ahogándome con mi propia saliva.

—Pero por supuesto que sí. ¿Verdad, Valery?  —preguntó papá.

—Eh bueno, tal vez luego, ya saben que la graduación es la semana entrante, y hay muchas cosas por hacer, me imagino que Cindy está igual que Valery...

Mamá se interpuso, aunque una muy emocionada Margaret la interrumpió, pero al menos sirvió de que yo no tuviese que aceptar aquella invitación.

—¡Cierto!  Estamos planeando una gran fiesta, será la mejor de todas...

Oscuros Deseos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora