| Capítulo 4 |

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"Por supuesto que te haré daño. Por supuesto que me harás daño. Por supuesto que nos haremos daño. Pero esa es la condición mínima de la existencia. Para llegar a la primera, significa aceptar el riesgo del invierno. Para llegar a ser presencia, significa aceptar el riesgo de la ausencia"—Antoine de Saint-Exupéry.🥀

10  años después...

Nickolas.

Puse el cigarrillo entre mis labios y lo encendí tan fácil como haberlo sacado de la caja. Esto era apacible, siempre y cuando debía calmar mi extremado enojo.

El cargamento que se suponía que debía estar aquí simplemente no había llegado, ¡Simplemente! Sí esas fueron las palabras de Park, el hombre  encargado de los cargamentos del almacén en Cheliábinsk. Eso podría traer muchos problemas, y en estos momentos  yo no estaba  para resolver la mierda que cometía este inútil.

Lo miré a los ojos. Tengo ganas de agarrar mi pistola y dispararle, pero no, yo no me llevaba de mi sentimientos... No en este mundo. Debía pensar tan rápido y sin cometer errores algunos, no debo darme ese lujo pero tampoco  puedo confiar.

—Sasha.  —Llamé a mi hermano menor, quien en pocos segundos estuvo a mi lado.

—¿Sí?

—Llama a Fabiano, siempre se encarga de estos asuntos —dije, sin apartar mi mirada de Park, quien al parecer ya comenzaba a temer—. Josh, llévatelo. 

—¡No he hecho nada! ¡Señor, lo juro! ¡No he hecho nada!  —gritó, cuando Josh lo tomó y lo condujo hacia la entrada del almacén.

Son pocos los hombres confiables, no cualquiera puede  ser leal, más cuando el dinero es el verdadero jefe.

Ese cargamento es de armas ilegales que luego iban a pasar a los Buskowski, la mafia Cosa nostra aliados a la mafia roja. Nos habían pagado millones por ese cargamento, quien se lo ha llevado sabe perfectamente lo que eso puede desatar.

La mafia roja está vinculada con muchas otras mafias poderosas, habíamos crecido rápidamente. Nuestra tácticas son precisas, con riesgo, siempre con riesgos porque esto era ganar o morir, pero sabíamos... Sabía manejarme en el bajo mundo.

Papá ya había trabajado en una base que nos dio fuerzas; gracias a él tenemos empresas operando, lavando dinero,  reportando ganancia y pérdidas cada año, la autoridad fiscal sabe todo esto, pero tenemos mucha influencia política.

Controlamos varios territorios de la patria Rusa, y lo que no, se encuentra dirigidos por las mafias aliadas. Tenemos un país entero, somos casi intocables.

Dejé escapar el humo una vez más, Sasha viene caminando hacia mí, sonriendo, siempre sonreía con ese toque de burla.

—Fabiano se encargará, hermano —habló—.   Park sin duda tiene que ver en esto, el único que sabe la ruta por dónde iba a pasar el cargamento es él, claro a parte de nosotros.

Asentí.

—Que le ruegue a Dios que no, porque si descubro que ha sido él no tendré piedad —gruñí—. Sube al carro, ya tenemos que irnos.

Negó con su cabeza.

—No iré contigo. Le haré una visita a Gerardo, se ha estado portando muy mal —Le hizo una seña a unos  de los guardaespaldas—Y ya sabes como me gusta castigar.

Se dió la vuelta.

—No cometas estupideces, Sasha. —le advertí.

Este simplemente alzó su dedo pulgar y siguió caminando.

Oscuros Deseos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora