El cuerpo inerte del sujeto se desplomó en el suelo, escurriendo sangre caliente por su visible hemorragia en el pecho.
La loza del piso fue tiñéndose poco a poco carmesí, tornando el ambiente sombrío y pavoroso...
Una chispa se encendió en la bestia, una euforia excitante que despertaba cada extensión de su cuerpo...
Aún sostenía el órgano entre sus garras, palpitante, con un suculento aroma que le tentaba a dar un mordisco...
La figura moribunda vocalizó un último gemido, sus ojos, vacíos, permanecieron escrutando al cielo. Su lánguida mirada, fue cegada por los intensos rayos que acariciaban su pálido rostro.
Su ser fue consumido totalmente por las tinieblas...
Zyran admiró con satisfacción la escena... tan hostil y retorcida...casi inexplicable.
Las comisuras de sus labios se estiraron hasta el punto de sangrar.
Su genocidio recién perpetrado le provocaba un fervor ardiente que no lograba controlar.
La bestia de ojos rojos le dió la espalda al cadáver maloliente que descansaba sobre el lujoso suelo.
Su vista se perdió en el paisaje gris y fúnebre que se apreciaba por la ventana. Sonrió psicóticamente por segunda vez; su lengua rozó sus labios ensangrentados, buscando saciar la sed en su totalidad.
Un leve alarido se escapó de los labios de Zyran, la ácida saliva le quemaba dolorosamente las comisuras. Escupió al suelo, superficie que una vez fue pulcra y majestuosa antes de sostener el peso del indicio de un crimen atroz .
La figura varonil comenzó su andanza, atravesando la puerta de la habitación que se encontraba entreabierta.
No tenía rumbo alguno, sólo se limitó a atravesar los pasillos de aquella mansión, que albergaba en sus paredes los recuerdos de los actos más salvajes y tétricos que han ocurrido en este inmundo planeta:
El único pensamiento de imaginar los látigos azotando espaldas, tripas escurriéndose fuera de sus cuerpos de origen, y ese sonido...el sonido de los gritos moldeaban en Zyran un sentimiento tan...primitivo...
La salida de ese lugar laberíntico hizo su aparición ante los ojos del demonio.
Él no dudó un segundo en derribarla.
El viento gélido golpeó su torso descubierto, sin causarle ni el más mínimo escalofrío sobre la cadavérica piel.
Su cabello azabache bailaba junto la brisa en una danza macabra...
Las alas prominentes no tardaron en extenderse, como en posición de ataque.
Zyran fue separando poco a poco sus pies del húmedo césped, creando más y más altura en ese espacio infinito lleno de penumbra.
Lo que hizo esa noche lo insitó a seguir...Arrebatarles la existencia a los mortales y manchar sus garras con la sangre de los inocentes, lo hacía sentir imperturbable y poderoso. Deseaba sobrepasar los límites y romper las reglas impuestas...
