47. Anna

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Despierto con la sensación de una mano deslizandose sobre mi pecho y rápidamente soy envuelta por el calor familiar de los brazos de Marcus,  su respiración en mi cuello y su cuerpo firme.

Mis ojos se llenarian de lágrimas si no hubiera llorado todo el camino a casa y me hubiera quedado dormida a causa del dolor en mi corazón.

— ¿Lo hiciste? — Es lo único que pregunto.  

No importaba la respuesta,  o eso me decía a mi misma, porque mi decisión estaba tomada, lo había estado en el momento en que admitió que Aurora era suya. Y lo seguía estaba ahora.

Pero una parte de mi sabe que incluso si lo hizo. No será suficiente.

— Está hecho — Susurra él aferrandose a mi, y lo permito, lo permito porque sé que es la ultima vez que estaré en sus brazos, la única vez que me permitiré a mi misma disfrutar de su cercanía. Puedo oler su jabón y sentir la piel caliente de su brazos a mi alrededor, pero incluso así mi corazón duele con cada latido — Nunca más va a atormentarnos.

— Sabes que eso no es verdad — Digo tomando sus manos entre las mías, acaricio el anillo en su dedo, el anillo de su abuelo me recuerdo, el unico recuerdo que tenía de su madre biológica — Nos atormentará cada día de nuestras vidas, con su recuerdo.

Él no responde, en cambio se incorpora lígeramente,  obligandome a girarme en su dirección y tomando mi rostro entre sus manos, su cabello negro está ligeramente humedo y  su expresión es seria, solemne.

— Eres tu a quien quiero — Asegura, inclinandose en busca de un beso. Lo recibo, incluso cuando sé que no debería, me aferro a una ultima muestra de cariño, a una ultima vez.

Marcus me besa gentilmente al principio, es un beso suave y húmedo, completamente lleno de deseo, sus manos se deslizan por mi costado, sin embargo, no va más allá y lo agradezco, no estando segura de poder resistirme por más tiempo.

— ¿Conseguiste la información? Sobre Max — Pregunto en cambio, permitiendole abrir mis piernas y descansar su cuerpo sobre mi, muerdo mi labio inferior al sentir la erección dura contra mi.

— La suficiente — Asegura, antes de susurrar en mi oído — Tocame, necesito sentirte...por favor — Su plegaria envía un escalofrío por mi cuerpo, es la primera vez que me pide directamente contacto físico,  incluso si ya no se sobresalta cuando lo intento, siempre tardaba un momento en responder, pero ahora, mientras tentativamente presiono mis manos contra su pecho, acariciando el músculo firme bajo la piel tersa, Marcus deja escapar un ligero suspiro de satisfacción.

Decido entonces que si esta será nuestta ultima noche juntos, si Allison realmente nos separaría con su muerte, entonces le daría al menos algo por lo que recordarme a mi.

Aunque sea una vez.

Marcus jadea lígeramente cuando clavo lígeramente mis uñas sobre sus hombros, acariciando su cuerpo,  intentando memorizar cada musculo, cada cicatriz en el camino, tirando con cuidado del vello grueso en su pecho. Lo obligo a recostarse en la cama, usando mis manos y mi boca para complacerlo.

Marcus gruñe lígeramente,  usando sus manos para sostener mi cabello, sus dedos masajeando mi nuca con cuidado mientras hago mi camino hasta su entrepierna.  Cuando levanto la mirada, a duras penas consigo ver su rostro, pero no me detengo, deposito un camino de besos hasta llegar al borde sus boxers, sintiendome lígeramente aliviada de encontrar una erección firme esperando por mi.

Al menos ella no tomó eso de el esta vez.

¿O si?

Él nota mi  indecisión,  así que se incorpora lígeramente,  acariciando mi mejilla.

Maldita Obsesión - A Hoffman StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora