9. Anna

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Estar en un hospital me trae malos recuerdos, recuerdos que me esfuerzo por mantener reprimidos mientras entrego el pequeño cuerpo de Aaron a los doctores, recuerdos que me persiguen como visiones mientras lo alejan de mi.

Una pequeña parte de mi piensa en alejarse, en dejarlo a cargo de estas personas y permitir que se hagan cargo de él. Pero entonces solo estaria abandonandolo de nuevo.

Y no puedo hacerle eso, no puedo hacernos eso. Así que me quedo, angustiada por lo que podría pasar ahora, sigo a la enfermera que pide mis datos, firmo como su madre porsupuesto, y al hacerlo, siento que estoy aceptando un compromiso completamente diferente. Porque no solo estoy aceptando lo que me he negado a mi misma, lo estoy convirtiendo en una realidad. Ahora Aaron es mi hijo, y mierda es una perspectiva completamente aterradora.

Me explican que haran todo lo posible para saber que está mal, le hacen un par de examenes y me permiten estar con él luego de que detectan que el problema son los niveles de azucar en su sangre. Eso levanta alarmas en mi mente,  no soy una completa tonta, sé que podría significar una de dos posibilidades.

Sin embargo,  intento no pensar en eso. Le ponen liquidos y le hacen más examenes, pero esta vez me permiten tenerlo en brazos por comfort mientras que se aseguran que esté estable.

Mantengo mi abrigo cerrado y bien ajustado, estoy medio desnuda debajo de esto y aunque tengo un cambio de ropa en la mochila, realmente no me atrevo a dejarlo solo. Aaron es un bebé adorable y dulce, sus ojos bicolor me hacen pensar en como el destino parecía haberlo dejado en mis manos, un ojo marrón claro, casi doradl y el otro azul intenso, como los mios.

Su cabello era tan negro y abundante que habia comenzado a disfrutar de peinarlo de formas divertidas, me pregunto vagamente si tal vez se parece a su padre, definitivamente no se parece a mi hermana, o a ninguno de mis hermanos mayores, acaricio la punta de su nariz, es pequeña y ligeramente redondeada, acaricio sus mejillas redondas y beso su frente.

— Eres mio ahora — Susurro — Nunca te voy a abandonar, lo prometo. Seré la mejor mamá que puedas tener.

Para cuando consigo ponerme algo de ropa, Aaron ha despertado dos veces en toda la noche y finalmente parece recuperar algo de color, pero continúa estando aletargado y  triste.

Estoy agotada, pero intento no dormirme, temiendo que pase algo mientras estoy fuera de juego,  sin embargo, cuando se lo llevan para realizarle un par de pruebas adicionales, tomo la oportunidad de ir a la cafetería,  tengo un par de llamadas de Jhon, pero me niego a responderlas mientras busco la maquina de café más cercana.

Me dejo caer frente a una de las sillas en una de las largas salas de espera, sintiendome al borde de las lagrimas, probablemente tenga un aspecto terrible, pero no me importa,  solo quiero que Aaron esté bien.

— Anastasia, deja a la señorita — Dice una mujer llegando tras una preciosa bebé pelirroja que gatea en mi dirección.  Sonrio al verla, porque es imposible no hacerlo

— Hola, preciosa — Digo con una sonrisa, su madre, una pelirroja despampanante toma a la pequeña, mientras que sosntiene a otra niña identica en sus brazos. Gemelas

— Lo siento, son escurridizas — Rie la mujer, mirando a sus hijas con adoración

— No hay problema — aseguro, mirando a las niñas, son una copia exacta la una de la otra, a excepción por sus ojos, una los tenía verdes al igual que su madre y la otra tenia ojos azules — Son adorables — añado, abrazandome a mi misma, la mujer es joven, probablemente solo un par de años mayor que yo, lonque me hace sentir algo intimidada al hacerme sentir consciente de mi propia apariencia, probablemente parezco destrosada y ella luce perfecta, cargando a gemelas con sus tacones de suela roja y  sus pantalones de vestir a juego con su camisa de manga ancha y sus joyas.

Maldita Obsesión - A Hoffman StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora