Soberbio rendido

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No hay advertencias, sorprendanse solitos.

El sonido del chocar de los cubiertos de plata contra un plato de marmol es lo único que se escuchaba en ese gran salón

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El sonido del chocar de los cubiertos de plata contra un plato de marmol es lo único que se escuchaba en ese gran salón.

En el comedor una cena se llevaba a cabo, la oscuridad reinaba y solo la luz de la luna iluminaba aquella sala, bueno ni habia luz de luna pues esta era tapada por las nubes.

Los cubiertos trozaban en pequeños trozos la costosa carne que un hombre pelinegro de traje se llevaba a su boca, la copa de un fino vino servida y la pasta con costosos ingredientes en otros platos mas pequeños.

Tomo con su derecha la copa y la alzo para beberla, al terminar la dejo de nuevo en la mesa de cristal para mirar en frente.

Solo. Asi se encontraba.

Pues enfrente de él no se encontraba nadie cenando con él, acompañándolo.

La silla vacia, esa vajilla estaba guardada y limpia, y la porción que se tenía que servir estaba guardada.

Con el tenedor pinchaba la carne a un 3/4 de cocida, sus ojos bicolores observaban indiferente el plato para con enojo aventar el plato junto con la comida al suelo.

Su respiración errática para simplemente calmarse y empezar a sollozar. No debe, pero por desgracia quiere.

Su niño no esta. Esa es la razón. Estaba tan solo.

Le faltaba su compañia, sus risas, la alegria que irradiaba en cualquier parte de la casa.

Pero no todo fue asi.

Hace aproximadamente mucho tiempo, él no era nadie.

Su padre y él eran de una clase baja, eran pobres pero eso si, felices. Era tan solo un niño de 5 años cuando lo conoció.

Era tan bonito, su lindo y nuevo vecino lo habia cautivado. Sus preciosos ojos azules eran tan hermosos.

-¡Hola soy Giyuu!- El adorable niño, un pequeño doncel le hablaba con una sonrisa y simplemente quedó muy tonto.

Su papá habia ido a darle la bienvenida a los nuevos vecinos, eran una pareja peculiar ya que eran gigantes y tenían a un pequeño niño adoptado.

Se notaban que eran de clase media, ni tan ricos pero tampoco pobres. Solo tenian mejor estabilidad que ellos, su casa era mas grande.

Su padre estaba conversando con esos gigantes hombres y el pequeño niño estaba ahi con él.

-Ho-hola, soy Obanai Iguro...- Tímidamente saludo y el niño sonrio para sentarse junto a él.

Quien diría que era el inicio de una bonita amistad, el inició de una historia de amor y tragedia.

•OneShots• Sanegiyuu, Obagiyuu y tal vez SaneobagiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora