El pasillo del hospital parecía interminable mientras Jungkook se desplazaba lentamente en su silla de ruedas hacia la sala de consultas, su corazón latiendo con una mezcla de ansiedad y resignación.
Desde los 9 años, había luchado contra el cáncer, una batalla que lo había llevado a recorrer un camino lleno de altibajos y desafíos inimaginables. A lo largo de los años, había experimentado períodos de remisión seguidos de dolorosas recaídas, cada una más devastadora que la anterior. Había pasado innumerables noches en hospitales, sometiéndose a tratamientos agresivos y experimentando la esperanza y la desesperación en igual medida.
Pero a pesar de los obstáculos que enfrentaba, nunca perdió la determinación de luchar por su vida. Aunque esta vez, algo en el aire le decía que las noticias no serían buenas.
El médico lo recibió con una expresión grave, sus ojos tristes reflejando la dura realidad que estaba a punto de revelar. Jungkook se sentó, conteniendo el aliento mientras esperaba escuchar el veredicto final.
—Jungkook, hemos revisado tus últimos estudios y lamentablemente los resultados no son alentadores —comenzó el médico, su voz cargada de pesar. —El cáncer se ha ramificado y se ha vuelto más agresivo. En este momento, solo te quedan tres meses de vida.
El impacto de esas palabras golpeó a Jungkook como un puñetazo en el estómago, robándole el aliento y dejándolo aturdido. Durante años, había luchado contra la enfermedad con valentía y determinación, aferrándose a la esperanza de un futuro mejor. Pero ahora, frente a la inminencia de su propia mortalidad, se sintió abrumado por una sensación de impotencia y desesperación.
—¿Tres meses? —murmuró Jungkook, su voz apenas un susurro. —¿Está seguro de eso?
El médico asintió con tristeza. —Lo siento, Jungkook. Hemos agotado todas las opciones de tratamiento y, en este punto, solo podemos ofrecerte cuidados paliativos para garantizar tu comodidad en los últimos meses.
Jungkook se aferró al borde de la silla, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Todo lo que había imaginado para su futuro, todos los sueños y esperanzas que había albergado en su corazón, se desvanecían ante sus ojos como burbujas de jabón estallando en el aire.
—Gracias, doctor —murmuró Jungkook, su voz temblorosa con la emoción contenida. —Lo aprecio.
El médico le ofreció una mirada compasiva antes de salir de la habitación, dejando a Jungkook sumido en un mar de pensamientos tumultuosos y emociones abrumadoras.
Después de un momento, Jungkook se obligó a salir de esa habitación, su mente girando con una mezcla de incredulidad y resignación. Se dirigió hacia la salida del ala médica en la que estaba, de manera inconsciente, su corazón pesado con el peso de la noticia que acababa de recibir.
Sin darse cuenta, los pasillos por los que se desplazaba empezaron a perder ese color blanco del que siempre estaban pintados y en su lugar brillantes dibujos lo decoraban.
Ver dibujos tan coloridos provocó que una sensación de resignación lo envolviera como una manta pesada, aplastando sus esperanzas y sueños bajo su peso implacable. Pero justo cuando estaba a punto de rendirse ante la desesperación, una voz familiar lo sacó de su ensimismamiento.
—¡Jungkook! —exclamó Hoseok, uno de los amigos que había hecho en el hospital, al verlo pasar. —¿Cómo estás?
Jungkook forzó una sonrisa débil, luchando por mantener la compostura frente a la noticia reciente que lo había sacudido hasta la médula. —Estoy bien, Hoseok. Solo un poco cansado, eso es todo.
Hoseok frunció el ceño, notando la sombra de tristeza que oscurecía los ojos de Jungkook. —¿Qué pasa, amigo? Pareces preocupado.
Jungkook suspiró, sintiendo el peso de su carga descansando pesadamente sobre sus hombros. —Es una larga historia, Hoseok. Una muy larga historia.
Hoseok asintió con comprensión, su expresión llena de simpatía. —Entiendo. ¿Por qué no vienes conmigo? Estaba con los niños, nos tomamos un pequeño descanso porque era hora de sus medicamentos.
Jungkook asintió, dejando que Hoseok lo guiara de regreso a la sala donde los niños estaban reunidos.
Hoseok se sentó en el suelo de la sala de juegos del hospital, rodeado de niños que lo miraban con ojos llenos de expectación. Con una sonrisa cálida, comenzó a contarles una historia mágica.
— Érase una vez, en un lugar muy lejano, existía un mundo donde las cosas adquirían colores distintos, donde todo lucía más bello, y las personas no caminaban, ¡sino que volaban con alas en sus espaldas! ¿Pueden imaginarlo? — preguntó Hoseok, observando cómo los niños asentían con entusiasmo.
>> En ese lugar, existe un arcoíris especial, uno que no se desvanece después de la lluvia. Este arcoíris guarda un secreto maravilloso: al final de su recorrido, hay un lugar mágico donde los deseos se vuelven realidad, donde lo imposible comienza a ser posible. Pero para llegar allí, deben seguir derecho hasta llegar al final del arcoíris, y como recompensa por su travesía, aquellas hadas cumplirán un deseo, aquel que anhelen con todo el corazón.
Los ojos de los niños brillaban con asombro y emoción mientras escuchaban cada palabra de la historia. Hoseok continuó narrando, pero Jungkook ya no prestaba atención a sus palabras. En su lugar, su mente se remontó a un recuerdo que había enterrado hace años.
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Ese día en particular, el sol de la tarde se filtraba por la ventana de la habitación con un brillo especial, iluminando la escena mientras Jungkook observaba a su hermano mayor, Namjoon, quien estaba de pie frente a su maleta abierta en la cama, concentrado en empacar sus pertenencias.
— Hermano, ¿a dónde vas? — preguntó Jungkook, su voz temblorosa por la preocupación que sentía.
Namjoon se detuvo por un momento, mirando a Jungkook con una expresión tranquila pero melancólica. —Jungkook, tu hermano mayor tiene que hacer un viaje. — respondió con suavidad, aunque su rostro reflejaba el peso de la despedida. — Debo irme por un tiempo para poder volver y ver cómo creces.
Las palabras de Namjoon resonaron en la habitación, llenando el espacio con un aire de despedida. Jungkook sintió un nudo en la garganta mientras luchaba por contener las emociones que bullían dentro de él. Sabía que algo estaba mal, que el viaje de Namjoon no era solo un viaje ordinario, pero no se atrevía a preguntar más, temiendo la respuesta que podría recibir.
Namjoon se acercó a Jungkook y le puso una mano en el hombro, transmitiéndole consuelo con ese gesto familiar. — No te preocupes por mí, Jungkook. — dijo con voz suave. — Estaré de vuelta antes de que te des cuenta
Jungkook asintió con un nudo en la garganta, incapaz de articular las palabras que deseaba decir. Sabía que no podía retener a su hermano, que debía dejarlo ir aunque eso significara enfrentarse a la incertidumbre de su ausencia.
— Sí me extrañas, mira el arcoíris, Jungkook. Ahí estaré. — Con un último abrazo, Namjoon recogió su maleta y salió de la habitación, dejando a Jungkook sumido en un mar de emociones contradictorias.
En ese momento, Jungkook no podía saber que aquel sería el último adiós que se darían, que el viaje de Namjoon lo llevaría hacia un lugar donde solo los recuerdos podrían alcanzarlo.
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Para cuando su atención regresó a la realidad, Hoseok ya estaba terminando de narrar su historia. En ese momento, una sonrisa adornaba su rostro; una nueva idea había surgido en su cabeza, todavía tenía una última oportunidad para vivir.
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Al final del arcoiris | Kookmin
FanfictionEn dónde Jungkook decide ir al único que podía salvarlo de su muerte. O donde Jimin decide acompañarlo, esperando que la muerte se lo lleve antes de ver a su amado morir. • ♡ 𓂃 inicio: 10.10.2022 • ♡ 𓂃 retomado: 05.06.2024 • ♡ 𓂃 kookmin...