𝙄 𝙒𝙖𝙣𝙩 𝙔𝙤𝙪 𝙏𝙤 𝙏𝙝𝙚 𝘽𝙤𝙣𝙚. Taekook ꒰vol.1꒱

𝘼 𝙣 𝙝 𝙚 𝙡 𝙤

Marcella. 1815 . 

El crujir del muelle se escuchó tenue bajo las delicadas pisadas del fiel amante que religiosamente acudía al puerto para recibir alguna noticia sobre el hombre que amaba. Sus pasos eran siempre presurosos al ir, pero apesadumbrados al regresar. Como se había vuelto costumbre en los últimos meses y luego de una negativa, los labios rojizos del doncel formaron una mueca encantadora de disconformidad, y sus grandes ojos llenos de esperanzas entristecieron en añoranza.

—¿Entonces no ha recibido ninguna noticia del paradero del Monarca?

—Mi bello catalán, ya le he dicho que desde hace tres meses no hemos recibido noticias de la tripulación.

El viejo hombre que asistía al guardacostas, sintió su corazón conmovido ante el bello semblante del joven, que parecía palidecer ante el solo pensamiento de algún trágico accidente en altamar, por lo que se apresuró a brindarle algún consuelo.

—Pero no debe preocuparse. El Monarca iba por un cargamento a Francia, y el recorrido suele ser extenuante, pero las aguas no son traicioneras. Mucho menos para marinos tan bien adiestrados como la tripulación del Monarca. Así que regrese a su casa con su corazón en calma. ¿Quién sabe? Puede que mañana mismo tengamos noticias de ellos.

—Le agradezco, señor. Si me permite, estaré aquí mañana.

Entonces el doncel se retiraba, tan apesadumbrado que no era consciente de las miradas que robaba al pasar. No era para menos. En la isla el nombre de Jeon Jungkook, era bien conocido. El joven descendía de una rara raza de gitanos marinos, los catalanes, que habían encallado y formado su propia aldea en las fronteras sureñas de la isla. Las doncellas y los donceles de ese pueblo eran reconocidos por su bella apariencia y buena educación. Y aquel considerado el más hermoso y elegante entre todos ellos, era Jungkook, apodando así como el bello catalán.

A sus 17 años, Jungkook ya había recibido tres docenas de propuestas. Sus pretendientes variando desde pescadores, hasta hijos de las grandes casas. Pero todos habían sido rechazados con firmeza por el doncel. A cada uno de ellos declaró que su corazón ya había sido tomado, y que solo esperaba el regreso de su amado para poder unirse a él.

Sin embargo, la zozobra y el anhelo eran tan difíciles de soportar. Jungkook rememoraba la calidez que solo podía encontrar entre los fuertes brazos de su amado, temblando entre sus suspiros como si el frío de sus sentir fuera físico. Aún sabiendo que por más que mirara al firmamento, este no le traería de vuelta su corazón, dedicaba varios minutos de su día en su contemplación. Veía en cada atardecer los ojos del hombre que hacía ya más de tres meses que no veía, y hablaba al cielo nocturno como si esperara que las estrellas le llevaran sus confesiones de amor.

"Vuelve a mí, amor mío. Que aunque te esperaría por la eternidad de mis días, mi corazón y cuerpo sufren en cada momento que no te tienen cerca".

Pasaba de tal manera sus días, ocupándose de cuidar su pequeña casa con esmero, trabajando a ratos en los sombreros de paja que vendía los domingos en la plaza. Dinero no le faltaba, pues antes de partir, su amado había dejado suficiente dinero hasta su regreso.

Jungkook había quedado huérfano luego de la muerte de su padre hacía unos años. Y aunque era verdad que su comunidad velaba por su bienestar y seguridad, era su prometido quien se aseguraba de que no le faltara nada y quien había construido la casita que habitaba. Por eso es que el joven la cuidaba con dedicación, añadiendo detalles que la hicieran ver más hogareña.

Una tarde, mientras se encontraba cuidando de su pequeño jardín, varios vecinos pasaron corriendo frente a su casa, viéndolos tomar el camino que llevaba al puerto. Intrigado, limpio sus manos en su delantal, acercándose a la entrada cuando escuchó algo que hizo que su corazón se detuviera.

—¡El Monarca ha arribado!